Me parece una película muy valiente en cuanto a que no tiene gran cosa
que ganar y mucho que perder. Raramente los más acérrimos de Chantal
Akerman la pondrán en un altar, con razón seguramente, y el seguidor de
las coordenadas de la comedia romántica, que abraza sin rubor y sin un
especial espíritu de subversión, seguramente tampoco la tenga en sus
oraciones. Aún así, prescindiendo de
quién la dirige y de lo insólito que resulta que lo haga, a mi me parece
un muy buen trabajo, siendo lo que es, con una preciosa escena final
que podría haber dirigido un Lubitsch. William Hurt y Juliette Binoche
creo que están en su salsa y en sus mínimos, austero él pizpireta ella.
Él, tan parisino, volvería a ser dirigido años después por una francesa
Sandrine Bonnaire. Pueden encontrarse seguramente conexiones con el cine
de Akerman y dan ganas de revisar pelis algo olvidadas en mi memoria
como "Noche y día", ¡ese magnífico tratamiento de los espacios!, pero
creo que no procede ni una especial sobrevaloración ni el menosprecio de
turno a la peli de género con actores populares.
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