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lunes, 8 de agosto de 2022

EL OCASO DE LOS DIOSES

 

27 de febrero de 2022

"A Wagner solo se le puede descubrir en el teatro.Sin el teatro es inconcebible y de nada sirve lamentarse" (Thomas Mann)

Tarde de gloria en el Real, bueno tarde, noche también y si nos descuidamos madrugada. Ahora sí."El ocaso de los dioses", pocas veces he visto yo en los últimos tiempos tantísima atención, silencio y si me apuran hasta oscuridad, esta vez sin luciérnagas asesinas de la magia. Esa oscuridad cuya invención teatral se le atribuye al mismísimo Wagner. Pocas veces he visto aplaudir tan sonoramente y ovacionar y ponerse en pie. Y es que no, no se ovacionaban a si mismos por el tesón de permanecer casi seis horas en el teatro, cuatro y media de representación, ni ovacionaban la intuición del autor, que acaba prendiéndole fuego al Valhalla, sin duda adivinando lo que no pocos habrían deseado que sucediera mucho antes.
Ovacionaban que Wagner puede no ser el mejor músico de la historia de la Humanidad pero aquí demuestra que como animal teatral es el número uno absoluto. Ver "El ocaso de los dioses" te recuerda por qué en casa no escuchas nunca óperas, por qué en casa no escuchas nada y cuál es tu verdadera pasión: el brutal maridaje entre artes que alcanza con la ópera y el cine sus máximas expresiones.
Solo tres aplausos, en dos entreactos y en un final de volverse locos con Ricarda Merbeth cantando durante 20 minutos como Brunhilde, con el telón bajado a sus espaldas, previo susodicho incendio y desbordamiento de las aguas del Rhin. Pelos de punta o piel de gallina a elegir. Sin latosas interrupciones aplausonas tras arias de lucimiento. La ópera ha muerto, ¡viva la ópera!. Acto del tirón-aplauso, acto del tirón-aplauso, acto del tirón-ovación final. En los cambios de escena dentro del mismo acto se mantiene la música con el telón bajado, nadie chista, nadie mira el móvil, la tensión se mantiene por todo lo alto.
Wagner libretista establece la arquitectura dramática en un primer acto de dos horas y luego solo tiene que entrar a matar. Entendidas y aceptadas las claves y las coordenadas de los personajes en la primera hora, que siempre es la más difícil de sobrellevar en cualquier ópera en la que uno tenga que presentarse un fin de semana a las cinco de tarde en el teatro, luego lo demás viene solo. No hay ninguna heroicidad en estar allí durante tanto tiempo porque el libretista no lo pone nada difícil.
Wagner músico une la revolución de sus reconocibles leitmotivs para cualquiera que conozca un poco la Tetralogía, dándoles la mano con rasgos sorprendentemente tradicionales, coros, tríos, fruto de haber sido una ópera que concibió en los inicios de su trayectoria, "La muerte de Siegfried" se iba a llamar (envuelto el cadáver en esta función en la bandera de Ucrania), para después dar forma a tres precuelas que han acabado configurando el célebre cuarteto de obras:una de las más inmensas de la Música y quizás la más inabarcable e inagotable del arte dramático musical.
Créditos para la puesta en escena de Robert Carsen, otra criatura mitológica de las tablas a la que recuerdo por un conmovedor "El caballero de la rosa" en el MET, y créditos para el foso donde un enérgico Pablo Heras-Casado fue aclamado por el público madrileño, quién sabe si buscando (y encontrando) con toda justicia a un Josep Pons para el coliseo de la plaza de Ópera.



LA BOHEME

29 de diciembre de 2021 

Tarde de gloria en el Real (parafraseando una de las secciones habituales de este muro). Primera vez que me siento en el coliseo madrileño para ver "La bohème", estrenada en Turín en febrero de 1896, y que se ha revelado como un bonito y a la vez algo tétrico acierto de programación del teatro. Una obra que comienza en Nochebuena y donde la tos de la gente desencadena la tragedia. Pero bueno, alguna crítica ya ha sugerido que se convierta en tradición de ciudad y teatro.

Una obra que vi algunas veces de adolescente y a la que no había vuelto, más cercano el corazón a "Turandot" y a "Tosca" pero que tan bien puesto en situación en esta tarde navideña, con esa nieve cayendo en el escenario desde incluso antes de que se alce el telón, he llegado a comprender en toda su magnificencia lírica y escenográfica, donde Richard Jones juega muy bien con los contrastes entre el lujoso acto II de la vida bohemia y el despojado acto III donde Rodolfo y Mimi prometen hacerse compañía hasta la primavera.
Y además tiene películas de Vidor y Kaurismaki que molan.



NORMA

25 de julio de 2022 

Tarde de gloria en el Liceu. Acabamos temporada con "Norma" de Bellini. Concurren en esta función el director de orquesta Domingo Hindoyan, que se ha desayunado unas críticas demoledoras el hombre, y su esposa la soprano Sonya Yoncheva, una de las voces más populares del panorama actual. En un coliseo tan dado a deserciones de última hora, tal cumplimiento solo puede ser debido a que sus niños llevan ya un mes de vacaciones y no se les ha ocurrido nada mejor que pasar la tarde en el foso y en escena para variar un poco la rutina vacacional. Pero da igual porque como viene siendo habitual no acierto ni que me maten. Resulta que la que ha hecho Historia ha sido la soprano Marina Rebeka, los días que ha estado Marina Rebeka, claro, que ha puesto Barcelona a sus pies.

Pero chascarrillos aparte, el protagonismo se lo ha llevado desde el primer día la puesta en escena de Álex Ollé, de la fura dels Baus, con un escenario de Alfons Flores atestado por 1500 crucifijos y una iconografía religiosa y militar vinculada al nacionalcatolicismo. Tal puesta en escena se llevó aplausos y abucheos el primer día, abucheos de gente molesta por la alusión al catolicismo, imagino. No sé, mi problema no es con la alusión a una determinada religión, yo dudo, leo por un lado que pretende subrayar el carácter escindido de Norma entre sus obligaciones religioso-militares y su vida íntima (de ahí ese colorista y desconcertante escenario familiar donde duda si matar a sus hijos) y no el triánguloso amoroso. Por otro lado me parece cogido por los pelos ir al nacionacatolicismo para sustituir el mundo celta donde las sacerdotisas tienen voz y voto sobre la paz y la guerra. Mi pero es muy literal y el pro es excesivamente genérico. Pero creo que es una puesta en escena que me va a dejar siempre en la duda, porque además se reserva un efecto sorpresa final que no es por purismo pero me parece un exceso de interpretación por parte de Ollé y una forma brusca de terminar una obra cuando la música no está apuntando a esa dirección.A veces se pasan mangoneando las obras en favor de su visión, por muy interesante que resulte, y les da igual la música.
Dudo porque a tenor de los efectos que produce ese bosque de crucifijos crea el misterio mágico de un bosque y también puede llegar a ser estático y agobiante. Y escuchado maravillosos pasajes del acto II, que no todo es "Casta diva", a medida que nos acercamos al final, la sensación que se apodera de ti es que obra es muy superior a montaje, quizás porque se ha cebado escénicamente en un solo aspecto, ese poder religioso-militar, que han entendido como la capa más profunda, y eso se ha comido todo el escenario y el pulso dramático. Hay un triángulo, que es lo que supongo que entienden como la capa superficial, y precisamente los mejores libretos están construidos sobre la combinación de las dos capas.
Finalmente Sonya Yoncheva tras varios saludos hace un último amago cogiendo de la mano al reparto y el tramoyista le baja el telón en las narices, para su pasmo. Cuando imagino que va a rectificar y volver a subir, nada de nada, "hala, a casita, que tengo el coche mal aparcado". Eso en el MET no pasa, habrá pensado la Yoncheva.



lunes, 7 de febrero de 2022

LA DAMA DE PICAS




 Tarde de gloria en el Liceu. Voy a obviar el deprimente campo de luciérnagas de gente aburrida viendo si tiene algún mensaje, quienes hacen fotos y graban videos como si no hubiera mañana (hasta que ha sido avisada pensé que la mujer que se sentaba en nuestra fila era cuanto menos la orgullosa esposa del tenor por el rato que llevaba grabando, justo antes de enviar el video por whatsapp a todos los primos de Tbilisi). Es momento de bajar los brazos, abandonemos a Wagner, volvamos a encender las luces del teatro y pongámonos a cotorrear durante la representación hasta que graznen un aria potable.

Bueno, esperando a que esta gente descubra que si no les gusta la ópera no tienen por qué ir, comentar que "La dama de picas" de Chaikovski se estrena en 1890, basada como su otro gran referente operístico "Eugene Onegin" en una obra de Pushkin, con quien creo que forma una excelente asociación. No me atraía mucho el primer acto, cosa que no me sucede con la otra ópera que he mencionado que me deslumbró enseguida, pero el libreto de su hermano Modest no hace más que ganar enteros y clímax dramático, permitiéndose incluso el anti-clímax de la obra pastoral como antesala del tétrico encuentro entre la Condesa y Hermann al final del segundo acto.
Muchos cambios de escenario (lapsos de cinco minutos, insoportable espera en los que se reactivaba el campo de luciérnagas) pero una gran aportación de escenario y vestuario de tiempos de Catalina a la tensión dramática y la fantasmagoría Romántica, la seductora fantasía sobrenatural conducida en su segundo reparto por George Oniani e Irina Churilova y dirigida desde el foso por Dmitri Jurowski.

jueves, 30 de diciembre de 2021

RIGOLETTO

 Tarde de gloria en el Liceu.Gloria con la salvedad de haber tenido que aceptar en el abono una tarde entre semana y lo temible que me resultaba eso.Pero finalmente no ha sido para tanto, y eso que me temía lo peor, dada la mala época en la que estamos y las noches en vela oyendo al pequeño toser "El ocaso de los dioses" enterita de madrugada. Y no, no solo milgarosamente he aguantado, sino que se me ha hecho hasta corta (he leído y releído el argumento para cerciorarme de no haberla dormido).

"Rigoletto" es espléndida, sobre la obra teatral "El rey se divierte" de Victor Hugo, con motivos reconocibles del escritor, algo rebajada para sortear los problemas de censura que había tenido en Francia 20 años antes.
Libreto de Francesco Maria Piave, una buena noticia su genio y una buena noticia siempre que no aparezca el pesado de Temistocle Solera, qué decisivos son los libretistas. Obra rápida, de enorme fuerza narrativa y poder dramático. Verdi veía con justicia y fundamento a Shakespeare en ella, en una época en la que estuvo trabajando en "El rey Lear".
El montaje de Monique Wagemakers,estrenado en Amsterdam en 1996, vigente como él solo, potencia muy bien los elementos más tenebrosos gracias al coro, al vestuario de la cinematográfica Sandy Powell, y a un plano que funciona como escenario, cuya inclinación, fragmentación y movimientos se adaptan perfectamente a escena, al contrario que una valquiria del MET de Robert Lepage con un ingenio similar que no servía en lo escénico absolutamente para nada.
En el reparto de esta tarde Saimir Pirgu era el duque de Mantua, reencontrado tras recordarle cantando un Romeo y Julieta bronquítico hace tres o cuatro años, Markus Brück ha sido para mi un inspirado Rigoletto, recogiendo esa esencia hugo shakesperiana de tan fascinante personaje, Aigul Khismatullina ha debutado esta misma tarde en el coliseo como Gilda (con notable entusiasmo), y Liang Li como el asesino Sparafucile y Nino Sirguladze como su exhuberante hermana Maddalena, cebo para incautos según la trama, ha sido la fatalista pareja que detona la "maledizione" de la obra.
Música al servicio de lo que cuenta incluso el más pegadizo fragmento "La donna e mobile", frívolo leitmotiv de un personaje que reaparece más tarde para narrar mejor un momento de verdadero horror. La doble vertiente de una música eterna por un lado más allá de su argumento y por otro el de su magistral uso.



viernes, 10 de diciembre de 2021

ARIADNA AUF NAXOS

 Tarde de gloria en el Liceu. (Y ya tenía tantas ganas de escribir esto).La historia de la pandemia es la historia de las últimas veces y de unas nuevas primeras, y poco me imaginé la tarde de "La clemenza de Tito", en febrero de 2020 que iba a tardar tanto en poder y querer volver.

La obra ha sido una elección muy adecuada."Ariadne auf Naxos", que ya había visto alguna vez en casa. Una ópera dentro de una ópera, la "metaópera".Incluso el personaje de la compositora (normalmente compositor) dirigiendo en escena durante más de una hora a la par que el maestro Josep Pons, al que tenía tantas ganas de volver a ver.
La opera seria vs la opera buffa, la música como la más sagrada de las artes, el poder del dinero y el poder del amor. Como si fuera el semillero de "The band wagon", y no es mofa, porque Max Reinhardt fue el primero en montarla y ya se sabe que los austríacos inventaron Hollywood.
Luego se podrán procesar incluso aceptar las múltiples críticas a las modernidades y licencias de la directora Katie Mitchell. A mi no me molestan porque creo que alguien que abría puertas como Richard Strausss, en unos inicios de siglo de XX tan fascinantes en el que tantas barreras cayeron en tantas artes no podría imaginar de ninguna de las maneras que sus obras se mantuvieran rígidas con el paso de las décadas.
Como pasa con Haendel, con Mozart, con Wagner, el aire se straussiza y viste de hermosura y luz no usada. Qué maravilla es volver, siempre con el íntimo y quizás no posible deseo de no volver a irse.Y sobre todo, ¡que grande es esto!