Primera premisa. Tenemos muy poco visto a Allan Dwan. Segunda premisa. Empezó con el mudo y tiene carrera hasta 1961, ergo en 1957 le toca estar al nivel de Ford, Hawks, Hitchcock y compañía. Conclusión válida o no, tenemos joya no vista a dicho nivel.
"The river's edge" es una obra maestra del cine negro en espacios abiertos, un western, un melodrama y una película de aventuras. Podemos disertar sobre sus dos maravillosos personajes masculinos, uno de los más sublimes papeles de Anthony Quinn que puedo recordar (en pugna con mi adorado Chávez) y Ray Milland, pero es innecesario, que cada cual saque sus conclusiones, hay espacio para ello. Cierta complejidad en la narración no está reñida con una moral diáfana, limpia y poética, y ése es un equilibrio asombroso que consigue la película.
Remueve y conmociona siendo al mismo tiempo una narración briosa, emocionantísima, medida al compás de los claroscuros en color y scope del cine USA de los 50. Al compás de los ranchos, de los pueblos, de los caminos y de los peligros naturales del western que por una vez se tiñeron de forma abruptamente hermosa del fatalismo de los gángsters de la gran ciudad. Como si Lee J.Cobb, Lee Marvin, Richard Widmark o algún villano noir que quiera recordarse se topara con un Henry Fonda o un Glenn Ford de las praderas.
Dwan estaba en el pelotón, estaba en estado de gracia. Como si a los 35-40 años de ejercicio lo hubiera entendido todo, sobre el cine y sobre la vida. Aquello fue irrepetible y la película es total y absolutamente imprescindible.
(A partir de aquí no pongo más imágenes, curiosamente son las que vienen después las que más abundan en google, pero es que hay que verla en movimiento).
Me complace mucho esta entrada consagrada a Allan Dwan, un director por el que siento gran estima. ¿Estima? Digo poco. Para mí, debe de estar entre los grandes clásicos. Brilló al máximo en la etapa silente, cuando hizo algunas obras maestras con Douglas Fairbanks. En la etapa sonora, excepto alguna gran producción (la genial 'Suez'), se mantuvo en la serie B, segmento cinematográfico en el que hay tenerle por el patriarca. Por citar sólo una referencia: Phil Karlson es incomprensible sin Dwan.
ResponderEliminarSalucines
Conclusión válida, sí y cuanto(s) más se ven, más grande parece.
ResponderEliminarSe apunta ya. Es curioso, nunca hice demasiado caso a Quinn (quizás reminiscencias de mi infancia, de tenerle como figura cotidiana en La noche de los castillos y tropelías del estilo de Hércules) pero hace poco empecé a descubrir de verdad a un actor que oculta un sinfín de matices detrás de unos rasgos bastos y brutales, capaz de dejar en su camino un impresionante ramillete de personajes: el memorable Chávez de ‘Viento en las velas’ que mencionas, aquel de 'La hora 25', el Zampanò de 'La Strada', Zorba, Barrabás,…
ResponderEliminarPhil Karlson será uno de mis próximos descubrimientos. Si aparece por aquí o no, dependerá de como siempre mil y un factores y motivaciones. "Robin Hood" me gustó mucho en su día. En cuanto a ésta quizás es equivocado utilizar la palabra "obra maestra" en su sentido literal, como puedan serlo otras películas como "He who gets slapped", o "Ne touchez pas au grisbi", películas que enseñan a otros, que abren caminos. "The river's edge" me parece rara, única y difícil de seguir, ni si quiera las comparaciones que trazo están nada acertadas porque el diseño del personaje de Ray Milland no me recuerda a nadie que haya visto en ninguna otra película. Yo también valoro cada vez más a Anthony Quinn, que aquí parece adelantarse al Antonio Resines de "La buena estrella" pero creo que con más arrojo poético y anulando cualquier racionalización y análisis de sus increíbles actos.
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