sábado, 7 de abril de 2012

FOLLIES


Es una maravillosa anomalía en la cartelera de Madrid (y me da en la nariz que empieza a serlo también en la de Londres) ver un musical que no guarda ninguna relación con película alguna o icono de la cultura popular que pueda atraer a público no estrictamente aficionado. Con la excepción de "Los miserables", Lloyd Webber y poca cosa más, cada vez es más difícil ver representadas obras del repertorio teatral de los últimos cuarenta años.

Lo más triste es que la anomalía coincida con el final de Mario Gas al frente del Teatro español, cargo que abandona el 30 de julio, según ha trascendido en salida amistosamente pactada con el equipo de Ana Botella, pero al fin y al cabo es un final amenazante porque dados los aire culturales que soplan, es de temer que tardemos tiempo en ver una obra de la riqueza y la categoría de este "Follies", que con excelso criterio Gas parece haber seleccionado para la ocasión.



La obra de estrenó oiriginalmente en el Winter Garden theatre de Nueva York un 4 de abril de 1971. Tiene libreto de James Goldman y música y letras de Stephen Sondheim. Con Ivonne De Carlo como gran estrella.

Para situar lo que puede significar en este blog el nombre de Stephen Sondheim y por qué de repente una reseña teatral, hay que explicarse detenidamente. A uno le encanta la música, muchos tipos de música, como a todo hijo de vecino, con dos dramáticas salvedades. Mi incultura en música pop rock contemporánea es pasmosa, criminal, delirante. Y a pesar de que hay músicas amadas, creo que no se ha compuesto ni una sola nota que me despierte el torrente de vibrantes y palpitantes emociones que me despiertan mis películas favoritas. Soy un ser humano que prefiere el cine a la música y creo que el único compositor que ha superado esa barrera es Mr.Stephen Sondheim, poseedor de un sonido concebido para mí:siguiendo la máxima de Sternberg sobre Marlene, Sondheim c'est moi, o yo tengo un tímpano en forma de Stephen Sondheim. Sabiendo esto cojan esta reseña con las pertinentes pinzas.


 Si a estas alturas aún no soy un profundo conocedor de su obra es porque a pesar de los veinte años de historia de amor, suelo esperar a tener la ocasión de ver los musicales representados de alguna manera para poder comprender el ajuste dramático de sus canciones a la historia (¡qué gran noticia saber que "Into the woods" tendrá película!).  Canciones a veces difíciles, poco tarareables, pero precisamente por eso dramáticamente desarmantes, profundamente emocionantes. Por eso ver "Follies" representada es un fulgurante acontecimiento, un hito.

"Follies" cuenta la historia de una noche en la que un empresario teatral convoca a sus viejas glorias del espectáculo para celebrar el fin de un teatro que al día siguiente será convertido en un garaje. De hecho el escenario que vemos es ya un  garaje por el que transitan estos espectros de otro tiempo, de otra manera de entender la vida y el arte.



La obar se centra especialmente en cuatro personajes, dos parejas, las dos coristas y los dos hombres que se casaron con ellas treinta años atrás. Dos matrimonios profundamente infelices que durante esa noche ajustan cuentas con su pasado, con su presente y con el escaso futuro que les queda, en un juego de espejos fascinante y teatralmente logradísimo con los jóvenes que eran.

Sondheim combina unas canciones que homenajean a la vieja revista, musicalmente muy clásicas, en los momentos en los que sus personajes se recrean mostrando sus viejas habilidades en la fiesta, mientras que se entrega a su propio sonido en momentos dramáticos sublimes que ilustran el desencanto y el desconcierto de esos maduros personajes enfrentados a sus contradicciones emocionales. Sondheim escribe canciones sobre sus matrimonios con la misma intensidad con la que Bergman dirigía películas, de hecho no es casual ni gratuito que adaptara al musical "Sonrisas de una noche de verano", cada uno en su arte son absolutamente equiparables.



En la segunda parte fuerza un interesante punto de ruptura al interrumpir la acción y crear una sucesión de follies (pequeños cuadros musicales), un poco al estilo de "The band wagon", pero que comentan irónicamente la acción, antes de resolverla finalmente.

A pesar de que lo óptimo es no traducir los musicales, no puedo decir nada malo de la versión española, donde inevitablemente destaco al cuarteto protagonista, Vicky Peña, Muntsa Rius, Pep Molina y un a mi juicio magistral Carlos Hipólito.

Una obra verdaderamente grande, intensa, completa...las representaciones acaban el domingo 8 de abril, este mismo fin de semana, pero está anunciado el regreso para el 9 de junio. Un musical extraordinario.

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