lunes, 23 de julio de 2012

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

Resulta extraño hablar o puede producir extrañeza que quiera hablar sobre películas como "Casablanca", "Desayuno con diamantes"  o ésta cuando damos por hecho que no hay nada en ellas que no nos haya contado un suplemento dominical o una tienda de souvenirs. Películas que han padecido (y lógicamente también se han beneficiado) de una saturación mitómana en la cultura popular.

De "Lo que el viento se llevó" (vista por primera vez en pantalla de cine un 4 de abril de 2007 en Barcelona) no me interesan los decorados de Atlanta, los conflictos de Clark Gable con George Cukor ni la elección de Vivien Leigh, ni mucho menos si es o no es una de las mejores películas de la historia del cine. Me interesa relativamente pero no es mi intención seguir saturando el imaginario. Me interesa sobre todo que es la gran película sobre el deseo neurótico que alberga en todo bicho viviente, de forma más trágica o más superficial.

Es necesario contar toda una vida y dedicarle esos contundentes 224 minutos (que en pantalla grande son más) para plasmar cómo un ser humano es capaz de focalizar todo su desbordante impulso vital en un objetivo etéreo y sin sentido que cree que le proporcionará una felicidad absoluta mientras el tiempo y la vida avanzan y nuestro ser humano avanza con ellos, sin ser consciente de que está viviendo y perdiéndose lo que realmente su vida tiene que ofrecerle, y eso que la protagonista vive con una ferocidad digna de la mejor causa.(*En la sesión en pantalla grande del 26 de diciembre de 2013 mi mujer me hace focalizar la atención en la pasivo-agresiva del personaje de Olivia de Havilland, psicológicamente es inagotable)

En este caso el peso (sí, peso de pesar) del tiempo es el de una pobre y lamentable sociedad infantil que ha de dar el paso a la vida adulta y con ella empezar a trabajar con las manos y hacerse cargo de si mismos, al menos para volver a vivir como dioses: con lo que la implacable metáfora de la peripecia vital universal se redondea con una elección del contexto perfecta.

"Lo que el viento se llevó" es una especie de compendio brutal y absoluto de lo que había sido el cine comercial USA en su primera mitad. Más que nunca hay que volver a invocar el fantasma de Griffith, quizás hacía falta una referencia más explícita y más oscura al Ku Klux Klan para clavar el dardo del todo. Una combinación arrolladora de épica y lírica fabricada con la precisión y la belleza de un equipo de profesionales del cine, entre los que es inevitable destacar el monumental y generoso trabajo de Max Steiner (derrotado de forma surrealista en los Oscars por la música incidental de "El mago de Oz", ¿conocerán realmente en Hollywood su propia profesión?) y al director de la impresionante fotografía, Ernest Haller (que realiza una transición asombrosa de la épocas más luminosas a las épocas de mayores claroscuros). Pero no deja de sorprender también cómo la película es pródiga en movimientos de cámara magníficamente acompasados con los diálogos, de una fuerza exacerbada en su montaje y en su puesta en escena que apenas es afeada por alguna transparencia absurda en 224 minutos (el espantoso reencuentro entre Melanie y Ashley tras la guerra).

Un año después Alfred Hitchcock desembarca en los Estados Unidos y dos más tarde Orson Welles rueda "Ciudadano Kane", empieza otro capítulo de la historia, de cuyo antecedente es "Lo que el viento se llevó" su perfecto cierre, y el afinado, extenso e intenso cast de gloriosos secundarios no es ajeno a ello.

Hay que notar finalmente que la película no deja de estar concebida como un espectáculo de masas, con su overture, su entreacte, el inicio del segundo acto y su exit music (David Lean y congéneres seguirían escrupulosamente esta operística manera de concebir el cine). Hay que verla haciendo la pausa donde está marcado y levantarse a tomar algo. Por supuesto la versión original es imprescindible (están todos en estado de gracia, en especial la tremendísima Vivien Leigh, que tendría que haber compartido su Oscar con el maquillaje y el vestuario que la acompañan en su transformación). Y si alguna vez pueden atraparla en la pantalla de cine de una filmoteca, exijan que la proyección se detenga tras la promesa de Scarlett de no volver a pasar hambre. Es el mejor homenaje a este vibrante y prodigioso, a este inagotable ejercicio de profesionalidad insondablemente poética visionado tras visionado. 






12 comentarios:

  1. Me imagino que aunque ses pantalla pequeña, verla en HD tiene que ser una experiencia fascinante, con toda esa gran paleta de colores que tiene. Tengo que mirar "por ahí" a ver si la encuentro en HD.

    Saludos
    Roy

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  2. Ése es el siguiente paso, todavía tenía pendiente el dvd que compré en el 2007 tras ver la peli en la filmoteca. De blu-ray sigo teniendo no más de 15-20 títulos, y poca o nula disposición a comprar nada más hasta que no lo acabe viendo todo.

    Saludos

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  3. De todas formas el DVD de Warner, creo que era, tenía bastante buena calidad, yo tengo esa versión, de aquellas que venían en caja de cartón y plástico, y la verdad es que se ve de maravilla. De todas formas en HD tiene que ser aún mejor.

    Saludos
    Roy

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  4. Se ve de maravilla sí, y en el plazo de unos pocos años la pillo en HD, fijo.

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  5. Ese prólogo no era necesario. No tiene por qué extrañarnos que sientas la necesidad de volver sobre una película de la que se supone ya se ha dicho "todo" y que los de mi generación (y la de mis padres) llevamos tatuada por dentro.
    Por otro lado, entiendo que tú estás libre de esa hipoteca que representa para los que ya tenemos una edad haberla visto (y sentido) en la etapa crucial de nuestra niñez o adolescencia. De todos modos, no sé hasta qué punto resulta útil y necesario, es decir, si debe uno permitirse la diletante frivolidad de hacerle la autopsia en frío a "LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ" con su complicado caudal de virtudes que milagrosamente la mantienen viva después de tres cuartos de siglo desde su gestación.
    Vamos a esperar a que muera (o muramos) para abrirla en canal. En cualquier caso, pienso que para estas prácticas hay otras muchas películas cuyos cadáveres nadie va a reclamar.
    Un saludo.

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  6. Bueno, era una manera de empezar como cualquier otra. Ten en cuenta que cada vez menos gente se ocupa de estas películas míticas desde una perspectiva cinéfila, (de aficionado al cine), fuera de los canales de la mitomanía, los dominicales o los souvenirs.¿Quién charla hoy en día sobre Lo que el viento se llevó?.

    La vi en mi infancia y mi adolescencia, en televisión, claro, como no podía ser de otra manera, y siempre me apasionó, aunque hasta los 30 no conseguí verla en cine, y a medida que la he vuelto a ver me ha ido atrapando cada vez más el corazón de la historia, el tema del deseo, que no pretendía que fuera la autopsia si no señalar con el dedo de dónde me viene y por dónde me recorre a mi el escalofrío.

    No pretendo decir la última palabra, por supuesto, ni su prestigio o fama sufrirá la más mínima alteración por lo que yo escriba, es, como todas las entradas, una manera de pegar el cromo en la bitácora y tentar a la suerte por si inicio comentarios, debates o impresiones de otros navegantes. ¡Si hasta la busqué en tu blog para ver qué opinabas y no la encontré!

    Un saludo, ¿se sobreentiende que la película me encanta?

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  7. Efectivamente, es interesante que rescates algunas películas tan manoseadas que parece que dé vergüenza ajena hablar de ellas. Por otro lado, a mí también me resulta curioso cómo estos gigantescos mitos tienen rachas de revalorización a nivel personal para cada cinéfilo, moviéndose en el amplio espectro entre el aburrimiento (no de la película en sí, sino del fenómeno creado a su alrededor) y la sobrevaloración.

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  8. Uno siempre puede contar con que no guste algo que se escriba o sobre todo que no se esté de acuerdo, pero confieso que esta vez lo último que esperaba era un comentario "crítico" de un entusiasta de la película, glups. Ha sido tan desconcertante como positivamente sorprendente. Esperaba más bien alguna aparición de detractores. Pero así de imprevisible y divertido puede llegar a ser esto del blog. Agradecerlo lo agradezco.

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  9. Yo debe hacer como veinte años que no la veo y era bastante joven por entonces. Igual ahora me horroriza, pero mi recuerdo es un film variado, atractivo, irregular más por ser a veces brillante y otras muy académico que por ritmo - que era cosa bastante sagrada por entonces - y con unos actores protagonistas que rara vez me han parecido buenos.
    Me atrae muy poco lo kitsch y no soy nada mitómano con lo que las deformaciones e imitaciones posteriores por un lado y los premios y citas célebres por otro, me importan poco y aún así tengo un recuerdo positivo.

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  10. En eso coincido no soy mitómano, aunque no sé por qué siempre suelo mencionar los premios, como una especie de anclaje de la película.

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  11. Una película fascinante. De diálogos cuidados, de imágenes acompasadas con una historia que en el fondo es la de un país.

    Concebida como gran espectáculo pero como se hacia antes. Con calidad y sabiendo lo que se tiene entre manos.

    Que es noña, pues quizás. Que no entra a saco en los problemas raciales y de fondo. Pues en esa época y dirigiéndose al gran publico. Como el milagro de los panes seria.

    Un espectáculo fabuloso. Bien rodado y con interpretaciones fantásticas.

    Escenas que ya forman parte de la historia del cine. Como la promesa bajo un cielo de postal o esa despedida demoledora de Rex como digno colofon a una de las mas grandes superproducciones de cuando el cine era en realidad...Otra cosa. Saludos

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  12. De acuerdo con todo. Este verano coincidí con otra persona en que no es la historia de amor entre Rhett y Scarlett, es la historia del deseo neurótico de Scarlett por Ashley mientras la vida le pasa delante de las narices. Es mucho más fascinante de lo que la mitomanía la vende.

    Saludos y gracias por el comentario

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