lunes, 26 de septiembre de 2016

DELITOS Y FALTAS

Antes de comenzar la película el canal digital emite unas breves declaraciones de Woody Allen en las que niega su carácter intelectual y se proclama un amante del fútbol americano. Que ha leído a los novelistas rusos pero sólo para estar a la altura de sus novias. Que es un tipo de los barrios bajos y adora las películas de Scorsese.

Uno, que ama y conoce su obra, sabe que eso no es cierto, que es mentira o que no es exactamente así. Que hay un poco de verdad y un poco de simulacro.

Eso me parece una clave para entender mejor esta película, sin duda una de sus grandes obras maestras, una de las joyas de la corona pero que al mismo tiempo, aunque resulte paradójico, creo que ha sido un tanto sobrevalorada debido a su carácter aparentemente más pesimista, más agrio y más desesperanzado que otras obras como "Hannah y sus hermanas", que siendo iguales o incluso algo superiores (si eso es posible) no han gozado de la misma excelente buena prensa.

Es cierto que "Delitos y faltas" habla de un mundo sin moral y sin justicia, de un mundo sin Dios o de un mundo con un Dios ciego. De un mundo de filósofos que aman la vida y acaban saliendo por la ventana.

De todos modos creo que es clave para su análisis algo que vi inesperadamente al cazarla en una emisión en las Navidades pasadas y no he podido ratificar hasta este mismo mes.

La mayor parte de cineastas habrían cerrado con la terrorífica conversación entre Woody Allen y Martin Landau. Allen añade un epílogo, que a mí me parece brutalmente conmovedor, acerca de cómo los seres en ese mundo sin Dios son capaces de seguir intentándolo y acerca del amor como única respuesta.

El epílogo de "Delitos y faltas" no la convierte en una película optimista en absoluto por obra y gracia del añadido final. Tampoco me parece una película pesimista. Si seguimos moviéndonos en esos parámetros quizás aún no hayamos entendido lo suficiente.

"Delitos y faltas" sabe capturar la complejidad y la ambigüedad del mundo, de ese mundo horrible donde se sigue intentando, de ese mundo de filósofos contradictorios y de cineastas amateurs enamorados que quizás estén equivocados. Al fin y al cabo cómo es el personaje de Lester (Alan Alda), ¿como lo ve Allen, y así lo plasma en el montaje del documental, o como lo ve finalmente el personaje de Mia Farrow y así lo plasma entregándole su corazón (¿tan mal concepto tenemos de ella?).?. De las dos maneras, de ninguna, tiene un poco de cada una...

"Delitos y faltas", brillantísima relectura en clave personal de "Just avant la nuit", de cuando Allen escribía con referentes en la cabeza y sin rastro de mimetismo, es una deslumbrante obra maestra capaz de poner en solfa nuestra mirada sobre la vida, sobre el mundo, sobre la moral y sobre las personas. Una obra maestra capaz de poner al descubierto la bellísima y la vez terrible complejidad de todo. La escala de grises montada en algo más de 100 minutos espectaculares.

Con motivo el de Allen no es en estricto sentido artístico el mejor cine pero sí que es con diferencia el que más me importa y me afecta.


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