jueves, 29 de marzo de 2012

LIRIOS ROTOS

El nombre de David Wark Griffith permanece hoy un tanto sepultado entre la afición moderna. Películas monumentales y esplendorosas como "El nacimiento de una nación" o "Intolerancia" o no se revisan (quien dispone de ese tiempo tiende a descubrir o redescubrir joyas más cercanas a la sensibilidad estética actual), o directamente no se descubren, y a la mayor parte de su obra no le hemos prestado suficiente interés y esfuerzo, el esfuerzo de empezar por conseguirlas para verlas. En resumen, Griffith por algún motivo no forma parte de las tendencias electivas del cinéfilo del siglo XXI.

El caso es que a mi "El nacimiento de una nación" e "Intolerancia" me impresionaron mucho en su día, la primera por el fortísimo carácter fundacional que tiene en su sentido épico, por dejar esa sensación de que el 99% del cine de Hollywood no existiría sin ella. De "Intolerancia" me parecieron asombrosos sus juegos, no tanto con las distintas historias sino con las distintas velocidades con las que se alternaban, ahora más lento, ahora más rápido...

Había visto "Lirios rotos" varias veces pero no le había prestado tanta emocionada atención como a esas señeras películas que menciono. Vista en el 2012, con 93 años de existencia, es un melodrama de una sencillez y una belleza muy eficaz. No me puedo imaginar una película menos pretenciosa. La bondad, la inocencia y la maldad (la rabia contenida) perfectamente identificadas y perfectamente situadas en el Limehouse londinense. Con una tripleta muy bien encuadrada en la historia formada por Richard Barthelmess , Lillian Gish y Donald Crisp.

El personaje de Barthelmess pretende dar lecciones en Occidente pero es él el que acaba recibiendo una triste lección. Lillian Gish sólo fuerza la máquina del histrionismo en momentos calculados. Donald Crisp, el antológico padre de "Qué verde era mi valle" compone a un boxeador violento que da buena cuenta de su versatilidad como actor.

Lo que más me gusta es la capcidad evocadora que tiene con pocos mimbres. Si yo hubiera sido director en los años 30 habría querido hacer un remake sonoro, si lo hubiera sido en los años 50  la suave seda azul y amarilla que acaricia su blanca piel me habría hecho concebir un remake en scope y en technicolor. Si fuese director ahora querría volver a hacerla muda. Navega con autoridad por toda la historia del cine.




6 comentarios:

  1. Extraordinario film, en verdad. Yo no dejo de visionarlo, de emocionarme con esta historia y estas imágenes, de aprender cine con Griffith.

    Y Lillian Gish... Lillian rota...

    Salucines

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  2. Sí, el maestro de maestros, al que siempre se puede volver y siempre te enseña algo aunque seas un joven moderno que no ha venido mucho a visitarlo últimamente.

    Saludos

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  3. Maravillosa imagen, de una gran película:

    http://2.bp.blogspot.com/-c9LCo-IGmd0/T1a2iz3pHtI/AAAAAAAABL0/2CO3_xX2p6k/s1600/600full-broken-blossoms-screenshot.jpg

    Un saludo.

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  4. A la entrada se suma desvergonzadamente, ¡viva el trabajo colaborativo!. Grata sorpresa tu vuelta con cambio de título, no tan sorprendente pero igualmente intrigante.

    Un saludo

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  5. Lirios rotos, además de ser genial, es la más próxima al gusto contemporáneo (probablemente) de las pelis de Griffith, con ese padre aniquilador e incestuoso (tiene gracia que de mayor se dedicara a interpretar respetables patriarcas fordianos), y ese chino new age asexuado e incapaz de impedir la destrucción de la figura femenina; vamos, que el guión lo podría rodar Von Triers.

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  6. Jajaja, el chino no sé si es asexuado pero desde luego tiene un aplomo admirable para encajar algún quiebro de la Gish. Habiendo visto los dos mastodontes siempre daba a Griffith por medio dominado, pero tengo mucho camino por recorrer

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