Maurice Pialat es uno de mis directores favoritos, y diría que es mi favorito si el criterio fuera qué películas cambian, progresan y evolucionan contigo de forma asombrosa. Porque en "Vertigo" y en "Ordet" puedes descubrir cosas nuevas pero fundamentalmente son la misma película. Las películas de Pialat adoptan formas nuevas, mutan de una forma bella, insólita en el cine, ante tu retina y cuando no estás con ellas.
Hay cientos de maneras de acercarse a una filmografía, pero a mi me llaman la atención dos predominantes. La consideración de cada película como una montaña de mayor o menor altura, dependiendo de consideraciones basadas en evidencias más o menos fáciles de explicar (como que en la década de los 80 yo sentía debilidad por "Police" de entre lo hecho por Pialat). Y otra forma, que debería tener cada vez más cancha, es la consideración de cada película como la pieza de un puzzle que aporta un valor personal e intransferible a un conjunto, que no respiraría sin ella de la misma manera, independientemente de la cota que se considere que ha alcanzado en el conjunto de la filmografía.
"A nuestros amores" podría no ser una de las mejores películas de Pialat. Esa irrupción de Sandrine Bonnaire, esa maravillosa irrupción, podría ser una prima hermana de sus contemporáneas de Rohmer, pasada por el barniz de la violencia y la confrontación física y psicológica del universo Pialat. Podría creerse que ha contado historias mejores, más intensas, más encarnecidas pero hay algo en ella que la conecta de forma mágica con todo el cine anterior y posterior de este descomunal cineasta.
Sin pretender dar ninguna doctrina positiva o negativa, optimista o pesimista, sin pretender impartir lección de nada, hablar de nada ni demostrar nada, en la película conviven la violencia y una conmovedora y soterrada ternura con naturalidad absoluta, ¡como si la vida no estuviera hecha de eso!. Pero claro, si lo que quisiese decirnos Pialat es que la vida está hecha de eso no le saldría tan bien. Nunca lo hizo tan bien como en la "La guele ouverte" pero no dejó de hacerlo, ya desde la mismísima "La infancia desnuda" con la que llegó al cine.
"Bajo el sol de Satán" adapta una obra de Georges Bernanos, escritor inevitablemente unido a Bresson, Abucheada en su día y estructurada en largos diálogos entre parejas de personajes, me parece una obra maestra absoluta y una de las películas más hermosas, duras, secas pero siendo seca profundamente turbadora que haya dado la década de los 80 o el cine en general. Carnal, realista, fantástica, religiosa...Lo tiene todo. Pialat caminaba en dirección a "Van Gogh", que como el sol de satán crece gozosamente con los años. "Bajo el sol de Satán" sobresale considerando el cine de Pialat como cumbres aisladas pero es directamente extasiante como parte del puzzle. Y el papelón de Sandrine Bonnaire es aún mejor que en la película que la catapultó a los altares. Que ya es decir.
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