LA PIEL SUAVE de François Truffaut
¿Cómo expresarse de una forma puramente visual?.Mmmmm,
gran cuestión. Esta pregunta inquietaba profundamente
al joven François Truffaut, aunque creo que con los
años no siguió este credo cinematográfico, no al menos
de la forma tan escrupulosa y reverencial en la que lo
sigue en "La piel suave". Llegó a ser un poeta del
cine mucho más libre, se permitió jugar con todas las
posibilidades visuales y literarias del cine (a veces
hasta discursivas, pienso en la película que antecedía
en el programa doble a ésta, La piel dura). Cambio en
su carrera que quizás tuviese que ver con que como
aficcionado, como crítico, también fue adoptando
posiciones más moderadas y tolerantes con otros tipos
de cine, llegando incluso a disculparse con algunos de
los realizadores "académicos" a los que minusvaloró en
sus principios como crítico.
Centrándose en una maravillosa película como "La piel
suave", a la que la juventud no le sienta nada mal, ya
los títulos de crédito nos cuentan con una idea
sencillísima de qué va la historia, (un triángulo
amoroso). Otra demostración que los créditos pueden
ser sublimes sin necesidad de diseños deslumbrantes,
claro que la mágica y turbadora ayuda de George
Delerue es un punto a su favor.
Nos sumergimos en el triángulo, blanco y negro
religioso, él es un famoso ensayista nada galán ni
guapo, su mujer es la típica esposa de...acomodada,
tranquila (Nelly Benedetti, que creo no tiene nada que
ver con Mario), la "otra" es azafata, guapísima,
silenciosa, fría por fuera, discreta, (Françoise
Dorléac, la hermanita de la Deneuve).
Hay de todo, la pasión va surgiendo como sólo puede
surgir la pasión al ritmo de Delerue, impecable
sentido de la observación, romanticismo del que
remueve, pero nada chillón, todo muy hitchcockiano, lo
glacial con la llama dentro.
Es una película de amor de Truffaut que se toma tanto
tiempo como un Vértigo de Alfred Hitchcock,la puya
central: personal homenaje a Gidé/personal denigración
del académico Marc Allegret, sólo consigue sacarnos de
quicio, se habla sólo de lo que no es importante,
vemos lo que de verdad nos importa:principio intocable
del mago del suspense llevado por su discípulo a su
propio terreno.
Hay un feliz interludio amoroso, como en Jules et Jim,
antes de desembocar en un melodrama criminal con
minutos finales de infarto, otra vez perdemos la
paciencia. Aquí Truffaut no concede treguas, tras
retratar con desgarro absoluto un abandono y con
infinita tristeza una despedida, la esposa acaba
adoptando el papel protagonista que pedía a gritos a
lo largo de toda la película. El vacío final en sus
ojos es un prodigio antológico de interpretación. ¿Qué
le dice un director a una actriz para poder conseguir
eso?
Ua película soberbia de las que se ven poquito o nada
por la tele, una injusticia, ni en la chapucera
colección Truffaut estaba. Nada, a protestar!!!
LA MARQUESA DE O de Eric Rohmer
Desconcierta, hasta cierto punto, para qué engañarnos,
ver y oir como un nutrido auditorio (y el propio
servidor), se parten de risa hasta el ahogo viendo una
de Rohmer, y nada más y nada menos que adaptando al en
principio poco dado a hiperbólicos cachondeos Von
Kleist.
Leídos, en los cuentos de Kleist está el germen del
chiste, pero su estilo es algo frío y puesto en escena
tiene muchísima más gracia. Es innegable que algún
sentido del humor tiene el escritor, del que siempre
he oido referencias muy serias, porque siendo la
adaptación fiel al original, hay pasajes
verdaderamente tronchantes que no pueden ser sólo
achacados al punto de vista rebelde de Rohmer.
"La marquesa de O" podría considerarse, con muchísimo
sentido del humor, un hito insólito e histórico de la
comedia loca, una heredera del mismísimo Lubitsch
barnizada en cine de autor, o una manera nada
reverencial de sacar a pasear los folletines de
Griffith por espejos deformantes, consiguiendo una de
las mejores muestras de una mirada única en la
reciente historia del cine.
Se pueden jugar a muchas y muy variadas cosas hablando
de esta película, lo aplastante es quedarse
boquiabierto ante el trabajo que realiza Rohmer y su
equipo, extraordinario en todas direcciones, se mire
como se mire.
Coger la historia de Von Kleist, con su aparente
tremendismo melodramático feroz, extremar ese
tremendismo hasta el justito borde la ruptura (cuando
hablarísmos ya de parodia), pero...y eso es intención
expresa del propio Rohmer, no sólo no caer jamás en
esa parodia, sino que la sustituiremos por una
interpretación rigurosísima de los actores, en alemán
además, que oigan, ni el mismísimo Buster Keaton. (¿De
dónde sacará el viejo a las protagonistas?, están
siempre geniales).
Por si el asunto interpretativo no fuera suficiente,
añadamos una fotografía de Nestor Almendros
subyugante, sublime, avasalladora y nada cargante,
pincel fotográfico de primera, gran trabajo con el
color y la luz, sustento clave de la secutora
película. Una escenografía señorial, un desarrollo
dramático que se toma en serio a sí mismo-por eso nos
hace reir tanto-y una planificación tan creativa,
bella, como muy bien ordenada.
Del contraste entre un material disparatado y algo
cínico, más una forma matemática seria y genial de
tratar tanto disparate, surge un humor luminoso,
único, imposible de reproducir ni de seguir por
imitador alguno.
"La marquesa de O" es una de las películas más
hermosas de ver que jamás se han hecho, un trabajo de
investigación vibrante sobre el drama, la ironía, la
sutileza y sus mecanismos, y es además, una absoluta
obra maestra de Eric Rohmer.
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