Entonces escribí.
"La plaza se ha venido abajo abucheando al Ministro de Cultura en el intermedio y aplaudiendo a una emocionadísima Ermonela Jaho, que no podía oirnos, al final. Los que tienen un látigo por tímpano la ponen a parir habitualmente pero para los profanos tiene un no sé qué qué sé yo.El fuerte viento mecía una pantalla que no se veía demasiado bien sin haber anochecido pero el percance nos ha sido commpensado con el dúo a la noche estrellada del final del I acto en una noche estrellada de verdad.En el tercer acto ha llegado mi hijo de cinco años con una amiga, cosa que no me suele pasar en el teatro de verdad, pero obviando lo incordiones que han estado durante 15 minutos con sus 5 años les ha llamado la atención lo que les he contado de la historia.Todo el que ha aguantado el riguroso fresquito hasta la medianoche estoy seguro de que lo ha pasado muy bien con esta ópera, menos frenética y más introspectiva quizás para ser Puccini."
Un primer acto de seducción, un segundo acto de espera y un tercero de desengaño, atractiva y aconsojante obra mayúscula.
Otra gran realización de Raúl Hernández Garrido que planifica "Un bel di" acorde a la letra del aria.
La tragedia de Cio-Cio San (los que hemos leído "Mi tío Oswald" sonreimos) contada con puesta en escena de Mario Gas, remitiendo al cine mudo, yo diría que esa idea ya la he visto en el Manon de Massenet pero no recuerdo bien cuánto se parecen (¿demasiado?) ni quién llegó primero.
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