Antes de filmar "Un extraño en mi vida", que quizás sea su obra maestra, Richard Quine hizo este melodrama desconcertante y contradictorio o no tanto. Me ha recordado un poco a todo lo que se comenta de la obra de su compadre Blake Edwards "Desayuno con diamantes". Que si se ocultó que Holly es una prostituta, que si tenía que ser Marilyn Monroe, que si la película era muy timorata. (Aún recuerdo haber leído en alguna parte que Sharon Stone imploró a un Edwards ya veterano hacer un remake como Dios manda).
Por el contrario "El mundo de Suzie Wong" es una película de una franqueza irrebatible. Ella es una prostituta y se dice a las claras, ella se le ofrece a él a las claras con contrato fijo. Sin embargo la franqueza, aunque un tanto llamativa en 1960, más o menos en la época de "The Chapman report" de Cukor, tampoco es un valor que diga nada por si mismo ni para bien ni para mal. A Quine, más allá de la estilización de su puesta en escena, algo que llevaban de serie casi todos los directores de entidad del Cinquecento norteamericano, le cuesta mucho mantener un film que creo que se resiente del carácter de su personaje masculino. William Holden interpreta a un artista al que se le pueden discutir sus motivaciones, no le importa la diferencia de edad pero le puede su moralismo, lo malo es que es un personaje esencialmente bueno y honorable, al menos comparado con la plétora de blancos que explotan la miseria de un Hong Kong masificado y en el que se pasa una hambruna de la que Wong Kar Wai no nos había hablado demasiado entre bolero y bolero. Y siendo bueno y honorable, que debería ser motivo de aplauso, dramáticamente resulta un tanto pelma, tan pelma que tarda hora y media en suceder lo mínimo que debería suceder en una historia de personajes de carne y hueso, a menos que tengas algo a cambio que contar o quieras ir por el camino de la amistad o el paternalismo. Pero no, a la hora y media se demuestra que esto no va de amistad ni de paternalismo y te queda media hora en la que no da tiempo de cundir ni rentabilizar ninguna química o lírica entre la pareja protagonista. Sobre todo porque William Holden lleva hora y media sin dejarse caer ante el deseo por Nancy Kwan (y hora y media en cine es demasiado tiempo). A la hora y media como no vamos a ninguna parte no solo se deja caer sino que la película se saca otro as de la manga argumental, rechoncho y hermosote, que no tiene tampoco el menor sentido dramático.
Lo mejor es ese Hong Kong de los 60, esos vestidos que ya conocíamos gracias a Maggie Cheung y que Nancy Kwan sabe llevar también muy bien, y ese estilo de Quine para mi brillante pero carente de ese toque lírico que se consigue en las películas de forma misteriosa entre plano y plano, entre mirada y mirada, en la significación de los objetos y los lugares, que no está en los diálogos ni en lo que sucede. Aquí ese toque para mi está totalmente ausente, sí lo veo más claro por ejemplo, por compararla con un film de coordenadas similares en "La colina del adiós" de Henry King, aunque ese toque Quine estaba en ese momento a puntito de conseguirlo no con ayuda de Holden sino de Kirk Douglas y Kim Novak.
LA COLINA DEL ADIÓS siempre me ha parecido de lo más flojo de Henry King, una película que debe gran parte de su fama al pegadizo tema musical que acompañaba a sus imágenes, de una corrección carente de garra y por tanto, de emoción, que ilustran una historia un tanto pacata (con un tema semejante me gustó más SAYONARA, de Joshua Logan) de corte sentimental que incluía un punitivo final.
ResponderEliminarEn cambio, la de Quine que nos ocupa me encanta. Un impecable melodrama romántico en el que se conjugan con maestría y elegancia todos los ingredientes que configuran el género (más un toque de exotismo crítico como contexto de lo que nos cuentan) y también, claro, los tópicos, que en este caso no llegan a molestar. Supuso el debut en el cine de la sugestiva Nancy Kwan (seductora criatura), y como dato a reseñar, esta película comenzó a rodarse con Jean Negulesco como director, pero cuando ya había trabajado un mes en ella, desacuerdos con el productor Ray Stark en torno al tratamiento que debía darse en pantalla a Nancy Kwan, provocaron la marcha de Negulesco y su sustitución por Richard Quine, con lo que, sin menospreciar el nivel del autor de CÓMO CASARSE CON UN MILLONARIO, creo que salimos ganando.
Un saludo.
Pues tengo muy recuerdo de esta película, aunque muy antiguo. Una candidata a revisar la tenía, aunque por lo que dices me da algo de miedo.
ResponderEliminarTampoco lo tengas muy en cuenta, los mecanismos por los que uno se acerca o se aleja de una película son como los caminos del Señor. Ya ves que hay un comentario positivo.
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