Terrence Malick tiene una faceta odiosa que va desarrollándose cada vez más. Es como ese amigo del alma, esa persona maravillosa que se presenta a una cita disfrazado de Darth Vader después de que lleves todo el camino discutiendo con tu novia porque ella dice que tu amigo es un friki y tú lo niegas tajantemente.
Después de largas y estériles discusiones asegurando que era una exageración insensata considerarlo despeñado y afiliado al Tea Party por "El árbol de la vida", se nos presenta con "To the wonder", donde a pesar de haberme parecido una muy hermosa y destacable película, profundiza trágicamente en la senda peligrosa emprendida en el anterior film y comete una serie de errores de planteamiento que acaban situando el resultado final por debajo de la grandeza más absoluta en la que podría residir.
Todos los adultos y no tan adultos tenemos una visión de la vida en la que depositamos un convencimiento notable, no sólo para llevarla a la práctica sino para exponerla a los demás con la creencia de que será del máximo interés y que somos el culmen de la lucidez y de la lírica. Así se distinguen a los pseudoartistas de los artistas. Los pseudoartistas son los autores de todos esos manuscritos que imagino se reciben en las editoriales donde los autores escupen inmisericordemente sus experiencias y sus creencias a modo de catarsis. Los artistas las reconvierten a su medio expresivo sin necesidad de escupirlas.
El por fortuna no muy extenso guión literario de "To the wonder" (me esperaba mucho más sufrimiento por mi parte) es una verdadera calamidad. El personaje de Javier Bardem, perfectamente extirpable del metraje, parece responder a la simple inquietud de Malick, ¿cómo suelto lo mío?, ah, pues muy fácil, meto a una personaje que da sermones, qué mejor excusa (demostrando que de hecho ni si quiera la necesitaba tras la sonrojante aparición del personaje italiano al que da vida Romina Mondello). La búsqueda de Dios del padre Quintana es tan explícita, tan subrayada, y además tan descorazonadora y vacía de emoción en alguien que filma tan bien el aquí el ahora como ridículo es todo el libreto. Pero la culpa no es sólo suya (ni lo será de Bardem cuando arrase en Razzies y Yogas del próximo año), el off de los enamorados también tiene lo suyo. Frasecitas como "siento que estoy tan cerca de ti que podría tocarte" "yo en ti tú en mi" o la colosal "el Amor nos ama" no es que estén en la categoría de versos de carpeta de instituto. Hay más emoción, más autenticidad y más verdad en cualquier carpeta de instituto que en cualquier frase de la película de Malick. Me sobran todas.
En general la calamidad responde a algo cada vez más extendido en el cine actual. Si las imágenes conservan su vitalidad y su capacidad de emoción, el uso de la palabra en el cine sufre una verdadera crisis. Fallecidos guionistas tan extraordinarios como Ingmar Bergman o en menor medida o no tan superlativo pero muy brillante Tonino Guerra, rebajada la chispa de Woody Allen, desaparecido el Dreyer que dio sentido al sonoro, algo olvidado de la palestra actual el gran Billy Wilder, el cine está habitado por excesivos directores que firman también el guión sin haberse parado a reflexionar sobre si están realmente preparados para ello.
El problema no es que una película sin diálogos no pudiese estrenarse, el problema es que Malick realmente está convencido de que tiene algo importante que decir con las palabras, como tantos, que dirigir películas y escribir libros de autoayuda tienen algo que ver.
De todos modos, salvada esa irritación, que no ahoga el metraje de la película, pues esas palabras no son omnipresentes, me es imposible sustraerme a la fascinación que me sigue produciendo el cine de su director.
Malick cuenta una historia de amor y desamor con más cámara en mano que nunca, salvando el decoro, y con una capacidad expresiva para los cuerpos, los espacios cerrados, la luz y los paisajes, que se bastarían por si sólos para decir todo lo que Malick pretende decir. Y no comprendes por qué el director no se da cuenta e insiste en su repelente y chirriante megáfono.
Desde los momentos de París y el Mont Saint Michel hasta Oklahoma (donde el súper tiene cosas tan bonitas y está tan limpio ¡!) acabando nuevamente en París, Malick sabe mover al fardo de Ben Affleck, que casi no dice ni mu, en oposición (algo simple pero efectiva) con las danzarinas Olga Kurylenko y Rachel McAdams en unos encuadres en los que se hacen materia las emociones y las sensaciones físicas de los personajes en sinfonía con sus pasajes musicales.
Ver "To the wonder" ha supuesto para mí un gran placer cinematográfico, pasando por alto que no se dicen más que tonterías y que muda con cuatro carteles aclaratorios le hubiese quedado mucho mejor. Todo el mundo quiere ser un gran escritor y creo que Malick no lo es, y probablemente nunca lo fue, pero me preparo para disfrutar esta etapa prolífica, si es que no las ahoga definitivamente con su "mensaje".
Como anexos hacer notar el paso del tiempo desde los primeros compases de este blog (qué pena que no esté Rachel Weisz) y recordar la crónica de "El árbol de la vida" .
Interesante, muchas palabras, justo esto lo he notado en algunas películas, como la piel que habito y me parece que es un defecto de un "anti-cine" cuando la imagen debería ser lo más importante, y es que además hay imágenes muy complejas que pueden albergar un mundo críptico. Supongo que Malick ha descubierto que su cine necesita pasar por su total autoría y ahí pues siempre es un riesgo de empatía, ya que sinceramente creo que lo de la vanidad es un porcentaje más de residuo o de complemento, al final predomina el ideario, y no siempre funciona, ya que todo hombre es un mundo, pero claro como dices de ahí se ve si uno es un buen artista, si sabe llegar a la gente y trasmitir lo que quiere. Espero con ansias esta película. Un abrazo.
ResponderEliminarPrecisamente "La piel que habito" es otro caso en el que me parece que guión está por debajo de dirección, y Almodóvar en general me parece mejor director que guionista.
ResponderEliminarUn abrazo
Leo críticas de todos los colores sobre esta película, sin embargo tiene un halo que me atrae.
ResponderEliminarLas chicas, desde luego, no creo que lo hagan mal (aunque tampoco Ben Affleck, que me parece un chico interesante), ya el físico poético las acompaña. La sorpresa, que no sabía de su participación en el filme, es Romina Mondello, a la que conozco por el cine italiano medio reciente.
En fin, le daremos una oportunidad...
Siempre que alguien no considere muy grave la posibilidad de irritarse o desconcertarse la experiencia va a valer la pena.
ResponderEliminarRomina Mondello tiene un papel a mi juicio estúpido la pobre.
Pero sea como sea con los días las sensaciones positivas superan de largo a las negativas.
A ver si nos cuentas cuando la veas.
Opino lo mismo que tú sobre las palabras del film y casi lo contrario (es decir lo mismo que de las palabras) de las imágenes.
ResponderEliminarSí, lo recuerdo, Jesús, estabas verdaderamente horrorizado ante "El árbol de la vida", que empezamos a comentar en el hilo de "Prenom:Carmen", en este mismo blog. También es cierto que nada indicaba que en esta película hubiesen cambios sustanciales, por decirlo de forma literaria, a quienes no os gustó os casi os enfrentábais ahora a una "muerte segura", de ésas que se asumen en la vorágine de la constancia.
ResponderEliminarTampoco me eches mucha cuenta.
ResponderEliminarEsta me parece peor aún, siendo más corta y menos "cósmica" que "The tree of life" y aunque respete todos los comentarios y reseñas, con estos dos últimos Malick, no soy capaz de asimilar ni lo que veo en la pantalla ni lo que leo en internet o los periódicos. No tengo grandes argumentos que oponer, quiero decir.
A mí se me quedan estas películas dando vueltas en el estómago, no creo que llegue la información al cerebro, como me pasa con las de Harmony Korine, Sion Sono o hace poco con esa basura de "Blancanieves" hispana.
Tampoco es muy difícil ponerse en la piel del "estómago a la contra", ni mucho menos resulta desagradable que se haga constar el desagrado. No sé con qué títulos exactamente pero supongo que estos disgustos ante títulos más o menos aclamados siempre han existido y casi dado sentido a las obras mismas. Luego el tiempo pasa, unas se olvidan y otras...bueno, quizás es muy simplista decir que los que silbaron "La aventura" estaban equivocados, sería gente que veía películas y sus motivos tendrían, eran espectadores o profesionales, pero no tendrían por qué ajustarse a modas ni hacer ningún tipo de prospección de futuro. "La aventura" casi casi les debe su prestigio.
ResponderEliminarY es curioso porque también la crítica como ente (o entente, vista la asombrosa uniformidad de un tiempo a esta parte) debe su prestigio a obras como "L'avventura". Si no fuera por esas películas que han trascendido secciones de revistas y periódicos, han sido vistas como "obras de arte", lo que dijera un crítico de cine tendría la misma trascendencia que lo que diga de uno de boxeo.
ResponderEliminarEstupenda reseña Sergio, no puedo más que coincidir contigo en casi todo...
ResponderEliminarComo se puede apreciar, es la visión de "críticos de cine".
ResponderEliminarAlguna vez lo he hecho pero nunca escribo ya para decir que una película es una porquería y punto. Los críticos de cine a ésta la han llegado a poner muy mal y yo le veo unas de cal y otras de arena. Supongo que a usted le ha disgustado profundamente, lo puedo entender en buena parte porque da motivos, pero los críticos ya no son lo que eran. Hay de todo. Un saludo y gracias por el comentario.
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