Ahora que se estrenan dos versiones de "La bestia en la jungla" de Henry James, es curioso recordar que fue una de las tres obras del escritor que adaptó Truffaut en esta película funeraria suya. Y que James tiene su merecido cameo en una de las escenas más recordadas.
No ha tenido tampoco excesiva buena prensa con los cinéfilos este periodo final de Truffaut, al que tanto se acusa de caer en el academicismo que él tanto criticó, aunque también es cierto que entonces parecía dar marcha atrás en sus opiniones iniciales. La película fue un estrepitoso fracaso de taquilla, gustó mucho a la crítica francesa y mucho menos a la americana.
Pero sin meternos en cuestiones de historiografía crítica, que en el fondo tienen un interés limitado, esta película siempre me resultó muy hermosa y ahora es de las que me gustan todavía más. Una deslumbrante belleza, escrita junto a Jean Gruault con ese montaje delicado, preciso y abrupto ligado a una escritura artificiosa, elegante y poética. Con esa luz de Néstor Almendros, todo muy dos inglesas, a ese nivel de inspiración. Me gusta mucho que Truffaut sea el protagonista, no por sus cualidades como actor sino por lo fácil que es asimilarlo como ser obsesivo que rinde pleitesía a un mundo de sombras. Qué si no es el Cine, una eterna habitación verde.
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