domingo, 12 de enero de 2014

EL ÚLTIMO DE LOS INJUSTOS

Hay que tratarlo como lo que es, uno de los mayores acontecimientos culturales de 2014. Y eso a pesar de que la televisión pública española no la incluyera en la lista de estrenos del noticiario. Y eso a pesar de que se haya estrenado en dos salas de un total de dos ciudades que suman unos seis millones de habitantes. Pero se estrena al mismo tiempo en internet y los seis millones aumentan a treinta millones de usuarios. Y así tiene que ser, así tendría que ser, sin restricciones, sin plazos absurdos y sin sentido entre plataforma y plataforma. ¿Por qué hay que esperar dos, tres o cinco meses para multiplicar por cinco su audiencia potencial?. He visto "El último de los injustos" el mismo fin de semana de su estreno en una localidad de 60.000 habitantes en la que nunca se hubiera estrenado ese fin de semana. No hubiera pagado por ella en ninguna de esas dos grandes ciudades. He pagado desde casa. Nadie ha perdido. Todos hemos ganado. Hay que entender de una vez que la película no se ha estrenado simplemente en dos ciudades, sin internet, habría dejado de estrenarse en 8.000 municipios.

Claude Lanzmann, a pesar de las objecciones de Godard, es quizás el cineasta con un punto de vista más consensuado y respetado sobre el Holocausto de la historia de la cinematografía. Confieso con vergüenza propia de Leonard Zelig que no he visto su aclamada "Shoah" debido a mi indisciplina para películas tan largas, craso error. Propósito firme de año nuevo, ciclo de obras maestras de más cuatro horas, antes de que la tenga que ver en el mismo lugar en el que Zelig acaba leyendo "Moby dick".

El año pasado en Theresienstadt

En esta inmensa obra cinematográfica, por longitud (220 minutos) y por ambición,  Lanzmann plantea un juego de muñecas rusas del recuerdo desde el presente, desde el que su figura crepuscular y espectral vaga por lugares clave leyendo pasajes documentales, hasta la entrevista que hizo en Roma en 1975 a Benjamin Murmelstein, único superviviente de los presidentes del consejo judío de aquel campo que sobrevivió, lo que le valió todo tipo de sospechas y de condenas por colaboracionismo, incluso desde personajes como Hannah Arendt.

A pesar del indudable interés de aquel documento Lanzmann no lo había utilizado todavía y lo ha presentado como núcleo de una obra de creación cinematográfica con pleno sentido e intensidad y lírica propias. Los paisajes desérticos y obsesionantes del presente (algunos de los momentos más formidables de la película) dan paso a la voz del pasado que a la vez se refiere a ese otro casi mítico pasado de cuya crueldad sólo quedan ecos desérticos, complejos, ambiguos y fantasmales.

Lanzmann pregunta lo que tiene que preguntar pero finaliza el extenso relato con una actitud respetuosa y afectuosa hacia Murmelstein. Una toma de partido o un gesto de humanidad hacia los vivos y hacia la fatídica travesía de una vida entre la cobardía, la astucia, el instinto de supervivencia, la mentira, la inteligencia salvadora, la generosidad y la honestidad consigo mismo, de quien ha sido ya juzgado y se ha juzgado a si mismo.

Esa pequeña historia de amistad cierra esta colosal lección de historia, de vida y de cine, imprescindible para todo ciudadano de esta Europa a la deriva sumida en un trágico olvido (tiene en común con "La cuestión humana", la obra más reciente y más importante en ese sentido, sus referencias al uso del lenguaje como disfraz de la maldad, un tema absolutamente neoliberal y contemporáneo).

Una película de una solidez total y absoluta, sin fisuras y sin antecedentes fuera de la obra de Lanzmann y sin posibles herederas, una super cinco estrellas destinada a reinar en este 2014. ¿Puede resultar agotadora?. Hombre, pues sí, tremendamente, sobre todo si es usted espectador poseedor de culo, puede resultarlo, pero no vamos a medir así ahora, al menos no única y exclusivamente  la grandeza de un cine tan único, tan vibrante, tan vivo y tan insólito como éste.

SALAS:
- MADRID (Renoir Plaza de España)
- BARCELONA (Zumzeig Cinema)

PLATAFORMAS DIGITALES (VOD):

- Filmin
- Canal+ Yomvi 





4 comentarios:

  1. Yo, que tuve la oportunidad de verla en cine en noviembre, quedé sorprendido porque nadie se levantó y hasta los que salían al servicio, volvían raudos. Si un film es absorbente, derriba la ley de la anticomercialidad aplicada a las duraciones de los espectáculos, esa que denodadamente quebraron tantos films en, sobre todo, los años 50.
    "Shoah" es complementaria pero no imprescindile para apreciar esta, tal y como has comprobado

    ResponderEliminar
  2. No es nada pesada, pero puede agotar por el simple hecho de durar lo que dura. Levantarse al lavabo y volver raudo es una forma muy razonable de afrontarla si se ve en cine.

    ResponderEliminar
  3. Una chica a mi lado iba a salirse y se quedó.
    "The immigrant" la ví con Santi Gallego y creo que ninguno respiramos. algo excesivo con Lanzmann tal vez.

    ResponderEliminar
  4. Pero bullían ya los textos, aún sin respirar.

    ResponderEliminar