domingo, 31 de diciembre de 2023

NOVELAS DICIEMBRE 2023

 Volvemos con un viejo formato


FELIZ 2024



LA PEQUEÑA DORRIT: He dedicado tres meses a esta novela, y esta vez he intentado que con menos complejo de culpa. La he ido leyendo tranquilamente a la par que caían como chuzos de punta las obligaciones diarias. Total, si sus contemporáneos tardaron dos años en leerla por entregas. Leída así uno va percibiendo con más detenimiento su estructura, como si empezara con la cara pegada al edificio y se fuese alejando poco a poco para descubrir cómo es toda la construcción. Hermósísimo final entre Arthur y Amy, a veces pienso que Dostoievski tenía en el corazón un pedazo de Dickens, junto a tantas otras cosas sin nada que ver.. Qué tesoro.



ORLANDOFinalizo 2023 encontrando otra puerta de entrada que creo puede deparar grandes alegrías. "Orlando" (1928) es una novela de una belleza e imaginación cautivadoras. Y además no sé muy bien por qué motivo suelo disfrutar especialmente de las traducciones de clásicos al catalán. Nunca me había acabado de llamar Virginia Woolf pero creo que ahora que tengo bastante leídos a sus coétaneos he entrado en esa sensibilidad literaria de las primeras décadas del XX en la que todo parecía posible. Quiero dedicarle esto a los responsables de VOX en Valdemorillo sin cuya aportación cultural quizás no habría caído en la cuenta. Prometo estar así de alerta cada vez que señalen con el dedo.



MIGUEL STROGOFF: Notable título de aventuras a mi modo de ver un poco deudor de la estructura y personajes de "La vuelta al mundo en 80 días" pero en un contexto más agreste y trepidante. A mi que soy un trágico me fascina algo que sucede al inicio de su último tercio, por lo que su resolución me parece un poco una tontería. Pero bueno, hay que aceptar que Verne no era un trágico.




CUENTOS DE NAVIDAD: Ya hace cinco años que me leí el famoso cuento de Mr. Scrooge y ahora me he leído "Las campanadas", que copia mucho de sus ideas y estructuras, como buen autor comercial que era, pero le añade una potentísima carga social y moral. Me iba a leer "El grillo en el hogar" pero lo dejo para otra ocasión.

domingo, 24 de diciembre de 2023

TRES CAMARADAS

El melodrama, además de otras cosas que hemos intentado apuntar en otras oocasiones, es un cine profundamente religioso, un cine sobre la fe. El melodrama trata sobre el Amor y sobre la Gracia divina que supone el encuentro entre dos personas en colisión contra el Tiempo y la Muerte. El melodrama tiene unos diálogos cursis pero porque cree firmemente en lo que dicen los personajes y los personajes lo dicen de verdad. El "Ordet" de Dreyer no es un melodrama pero habita la misma dimensión trascendental que nuestro género. Los que se aman lo hacen desde una Fe inquebrantable en el Amor y las películas exigen al espectador otro acto de Fe: creerlo. Pero ¿es que acaso puede afrontarse la propia vida desde algo ajeno a esa Fe en lo que se está haciendo o lo que se está sintiendo?. Ya iremos a buscar a Bergman o a Pialat para que nos cuenten que nosotros no envejeceremos juntos pero ése no es el cometido de Borzage.

"Three comrades" es otra de sus obras maestras, la segunda parte de una oficiosa trilogía sobre la Alemania de entreguerras que comienza un film menos conocido pero extraordinario llamado "Little Man, What Now?" y que termina "The mortal storm". Es conocido por tener a Francis Scott Fitzgerald en el guion, y es verdad que las escenas de la playa le hacen pensar a uno en "Suave es la noche" o aquel biopic de Henry King con Gregory Peck pero parece ser que,además de estar ya la playa en la novela de Remarque, la experiencia de Fitzgerald en esta película, y en Hollywood en general fue bastante desastrosa, y que el productor Joseph L. Mankiewicz lo emparejó con un guionista currante de la casa, MGM, conocedor de la profesión, y que él mismo le hizo la tira de cambios, para mayor irritación del afamado escritor. Pero fetichismo manda no podemos dejar de sentir su espíritu.

¡FELIZ NAVIDAD!

(Proyectando el retorno del post de novelas el día 1, la ópera el 15 y la película de los lunes...es el momento)



lunes, 13 de noviembre de 2023

STELLA DALLAS

 


La cultura popular entiende la vieja alquimia como la disciplina que convierte los metales pesados en oro. No se me ocurre mejor metáfora para ilustrar el arte del melodrama, incluyendo eso de los metales pesados, género cuyo secreto sigo persiguiendo infructuosamente a lo largo de las décadas. Un arte inasible, e inaprehensible que parece ser una extraña combinación de paso del tiempo y conflictos sociales. Una hipérbole sentimental tan desmesuradamente extrema, risible y ridícula que el péndulo vuelve a hacer el camino de vuelta al encuentro de una Verdad suprema que lo ilumina todo.

¿Qué planos contiene un melodrama?, ¿qué movimientos de cámara?, ¿cómo éstá montado?, ¿por qué no pueden seguir filmándose más allá de la invocación postmoderna y frankensteiniana?, ¿cómo entra la música?, porque la música parece entrar de una forma desbocada y sin control, más allá de cualquier modo aconsejable y aún así funciona. ¿Cómo se consigue ese sedimento sentimental que acaba convirtiéndose en intensa y profundísima emoción?. ¿Y cómo puede hacerse a partir de puro material de derribo?.
Seguiré buscando, seguiré preguntándomelo pero creo jamás daré con el secreto y seguramente está bien que así sea.
Vuelvo a ver décadas después "Stella Dallas" (King Vidor, 1937). No he visto la primera versión de Henry King de 1925. No soy sospechoso de apreciar poco a Henry King y vistos fragmentos en internet por encima no hay duda de que Vidor debió sacar no poco de su estructura y aspecto, con guion de la ilustre Frances Marion. No es una película que vaya a ver inmediatamente porque tampoco me siento urgido a tener ese conocimiento científico y estricto. Aún así creo que se pueden cantar maravillas igualmente de este acto de alquimia supremo que las décadas no saben poner en entredicho, y se pueden cantar maravillas de esas rejas y esas lágrimas finales de Barbara Stanwyck en esta obra superior del género más enigmático de todos los que en el mundo han sido.

domingo, 12 de noviembre de 2023

BESOS ROBADOS+DOMICILIO CONYUGAL



Llevaba veinte años sin ver "Besos robados" (François Truffaut, 1968) y la verdad es que me cuesta reconocer las lineas entusiasmadas y enternecidas que escribí en su día, no tanto en el sentido de que ahora me haya podido gustar menos, que eso es lo de menos, sino en la dificultad de recordar qué me emocionó en su día de tal manera. Quizás ahora noto más en su guion lo enfático de su escritura de esos tres guionistas, algo que quizás también le sucede a Allen pero seguramente sea yo más afin al humor de Allen, y noto más la vocación por diseñar escena por escena con un sentido de la observación marca de la casa pero sin una impresión de conjunto que me acabe atrapando. Todo esto no significa que sea mala película por supuesto pero creo que con los años comprendo aún peor la mirada de Truffaut hacia la comedia, sin llegar a los extremos de la que ya hemos comentado tantas veces "Une belle fille comme moi".

Me pasa que me gustan de esta película muchas cosas y demasiado sueltas, la canción, una frase por aquí, una frase por allá, este plano maravilloso que pongo donde parece que Claude Jade haya vivido de verdad lo que ha vivido en la película. Me gusta, me encanta ver a Delphine Seyrig y a Michael Lonsdale, juraría que la vez anterior a duras penas sabía quienes eran. Creo que veinte años después he visto a Leaud en demasiados lugares dirigido por demasiados directores y seguramente me pregunte al verla "¿Qué queda de nuestros amores?"


Llevaba veinte años sin ver "Domicilio conyugal" (François Truffaut, 1970) y la verdad es que me cuesta reconocer las lineas tibias que escribí en su día. Dos décadas dándola como una muestra de la progresiva devaluación de la serie cuando a estas alturas del partido descubro que es un film que me gusta mucho y que de alguna forma es primo hermano de "El amor después del mediodía" de Rohmer, que no deja de ser otra serie que corre en paralelo a Doinel aunque el protagonista tenga rostros distintos.
Vi y me impresionó el film de Rohmer también hace cosa de veinte años y no sé por qué no los puse enseguida en paralelo. La verdad es que habiéndome quedado un poco desconcertado tras ver "Besos robados" creo que hay que evitar caer en la tentación de deducir que ahora estoy en un momento de la vida en que solo puedo apreciar películas de señores casados y con hijos, máxime cuando siempre me he vanagloriado de tener una piel especial para militares y monjas. Pero ver esta película me descubre varias cosas. Que el quid de la cuestión no es en absoluto Truffaut si o no, aunque sea legítimo plantearlo en esos términos. ni mucho menos es hablar del "envejecimiento" de las películas, expresión que para mi carece de sentido. Pero es fascinante y muy interesante notar como con distintas pieles percibe uno de maneras tan distintas películas que hablan y dialogan entre ellas sobre el paso del tiempo, efectivamente parecen destinadas a ser sentidas y vividas de formas distintas. Porque el tema tampoco es que ahora yo decreto que la buena es ésta y "Besos robados" no tanto sinó el disfrute de estas pequeñas grandes mutaciones nuestras en los poros.
A mi es que vista ahora me parece estupendamente, muy bien conjuntada, menos dependiente del detalle, del toque, de la anécdota. Algo más desapegada de la textura de comedia y de la necesidad del humor, que no me da la sensación que sea el fuerte de Truffaut. Con una sensibilidad en la observación de personajes y detalles que está puesta al servicio de su fortaleza dramática. Con imágenes de Nestor Almendros y una Claude Jade que también ha sabido crecer como actriz y como personaje incluso en el breve lapso de dos años.
Les voy a volver locos pero la he disfrutado enormemente, ¿y ahora cómo me hacen caso?, ¿cómo se saltan la anterior y ven ésta?, qué mejor manera de aprender a no hacerme caso.

sábado, 11 de noviembre de 2023

LITTLE ODESSA

 


24 años tiene James Gray cuando en el invierno de 1994 filma "Little Odessa", el tipo de la barba, su primera película, titulada en España "Cuestión de sangre". Ya sin intentar recordar qué estaba haciendo yo a mis 24 años me quedo pensativo ante una película como ésta con sus 454 planos en 92 minutos que a mi me parece absolutamente magistral y asombrosa. Luego claro, es inevitable que hayan venido siete películas más y los cinéfilos hayamos jugado a ésta sí, ésta no, está en forma, no está en forma y el juego superfluo de apreciaciones y depreciaciones de siempre.

Puede que incluso tenga películas que me emocionan más como "Two lovers", puede que tenga momentazos mayores pero cómo mejoras esto. Pero qué demonios vas a hacer cuando tu primera película muestra ese dominio del plano, ese uso expresivo del paisaje, esa lacónica contención dramática que deriva en una emoción congelada sublime. Ese "furor bressoniano" en afortunada expresión de un gran bloguero que puede buscar sus raíces en los 70 o quizás más exactamente en lo mejor de Walter Hill, Sidney Lumet o Michael Mann pero que es una obra de una rabiosa y controlada inspiración de su director, que tenía que tener la cabeza muy fría a una edad en la que no se tiene la cabeza así para guiar con esa mano maestra y de de hierro el fluir de los 454 planos y la grandeza trágica de su historia de lazos familiares y culturas en los márgenes del gran sueño americano.
Porque además él escribe el guion y no hay ni el más mínimo asomo de la sobreescritura en la que se suele caer fácilmente cuando se asumen los dos cometidos. Si después ha patinado a veces o no ha acabado de atinar siempre es porque esto no se puede (ni se debe) mantener en el tiempo.

sábado, 7 de octubre de 2023

CERRAR LOS OJOS



En el emocionante ritual de ir a ver "Cerrar los ojos" (Víctor Erice, 2023) están las respuestas a buena parte de los interrogantes de la película. Siente uno un deasaforado nerviosismo extraño que no se corresponde con la mitomanía hacia el director, que a mi siempre me ha parecido un maestro pero ni ha marcado mi afición por el cine ni me he desgañitado durante décadas profiriendo "y que Erice no pueda rodar en España". Siempre me ha parecido que había una cierta sobreactuación e histerismo entorno a su figura.Entonces ¿por qué hacer algo que rara vez uno hace como ir corriendo a la sala de cine un viernes por la tarde?.

Pues porque su cine y esta película forman parte de una manera de entender la cinematografía, que no el cine cuidado que esto no va de nostalgias porque cines hay muchos, que a estas alturas ya resulta un conmovedor reducto en vías de extinción, un lenguaje purista al que Erice no ha renunciado en absoluto sino que se ha seguido significando como un monje guardián del mismo que nos habla piel con piel a los que estamos enamorados y siempre lo estaremos de esta forma de mirar, de detener el tiempo, de dilatar la secuencia en busca de una verdad en el interior de la imagen que no puede ser revelada solo por el diálogo o el argumento sino por un misterio que le da al cine la especificidad que siempre ha buscado.
A mi personalmente, y no se me puede acusar de eludir la cuestión porque llevo años reivindicando lo mismo, no me parece que el tema sea si esta película es mejor o peor que "El espíritu de la colmena", "El sur" o la extraordinaria "El sol del membrillo", de la que suele hablarse mucho menos. Películas además que llevan siendo digeridas por la cultura y el imaginario colectivo desde por lo menos cinco décadas en el peor de los casos. Solo hay que recordar una mítica crítica destructiva de "El espíritu de la colmena" en "La Vanguardia" en su estreno en Donosti, a ver si en cinco décadas lo que se escribe hoy se ve con el mismo sentimiento de sorpresa.
Tampoco me parece lo más interesante si es en si misma buena, regular o peor, sinceramente y lo digo sin remilgos no me parece si quiera una película especialmente gratificante, en la que encuentre un placer obvio e inmediato y sí que me parece algo árida y dura de ver pero eso me lo han parecido centenares películas de esta hermandad, de esta sociedad secreta de películas (que no de la nieve) que nos han dejado siempre el gusanillo y la seguridad que no dejarían de crecer a poco que se pensaran un rato y si era posible se volviesen a ver, y siempre han cumplido con creces lo que prometían. Solo con ver el poderosísimo inicio entre Pou y Coronado ya sabe que se encuentra uno ante "una de las nuestras".
Luego Erice desconcierta porque no estábamos preparados para verlo filmando oficinas y programas de televisión y un Madrid contemporáneo que te resulta incómodo de ver. Pero es precisamente el vicio adquirido de la mirada de no tener un visión de conjunto y analizar a cachos "éste me gusta-éste no", quizás por culpa del vicio de escribir así sobre las películas, el que hace que la obra se te pueda escurrir entre los dedos cuando todavía se guarda sus mejores cartas.
En una obra tan autorreferencial (sublimes los primeros planos de Ana Torrent) y llena de divertidas revanchas, que la vuelta al Sur posee sus mejores momentos como el tan comentado de "Rio Bravo", que a mi me parece maravilloso porque está filmado con el mismo sentido de la distensión y dilatación con el que lo filmó Hawks.
Pero aún es mejor el crescendo final a lo Dreyer, donde solo les falta coger a una niña de la mano, que cierra circularmente la película y es donde entendemos mejor qué hacíamos allí y el poder y la belleza de la imagen y de la sala como reencuentro, reconciliación y curación de las indeterminadas e incurables heridas de la vida, reconciliación que nos permita cerrar finalmente los ojos.
Si no han encontrado respuesta en este texto al veredicto que buscaban, prueben en el foro de sexadores de pollos o en el de peritos, una vez más es algo que ya he dicho muchas veces, no me lo guardaba para hacer equilibrios en esta ocasión. De los amores, en este caso un tipo de cine que ya no existe, no se comenta si el día de hoy ha sido peor que el de ayer o el de hace veinte años. Con los amores se quiere estar. Y punto.
Y si es radicalmente cierto que "Cerrar los ojos" nos cambia un poquito es porque no da respuestas pero sí certezas al oído a través del tipo de cine que practica, que milagrosamente escapa de lo formulaico en un tiempo donde hasta el cine de autor está terroríficamente infestado de ello, nos susurra quienes somos a todos y cada uno de nostros.

domingo, 1 de octubre de 2023

EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO (1956)

 

Los diálogos de "El hombre que sabía demasiado" (Alfred Hitchcock, 1956) sugieren una especie de malévola segunda parte de "La ventana indiscreta" solo que de algún modo parecen haberse invertido los roles. Es él ahora, James Stewart, quien parece querer tener atada en corto y sedada, metafórica y ¡literalmente!, a su esposa, una Doris Day que podría ser una Grace Kelly desexualizada por el matrimonio. Ella, pudiendo desarrollar una carrera profesional en los teatros de Broadway queda impedida por el capricho provinciano de su marido por Indianápolis, que nada perdería mudándose a Nueva York. O quizás no ha habido inversión de roles y las actitudes vitales han cambiado vertiginosamente a la luz de la institución familiar. Llegado a este punto habría que poner en valor la incisiva gracia del guionista John Michael Hayes, que colaboró además de en estas dos películas en "Atrapa a un ladrón" y "Pero ¿quién mató a Harry?".
Tenemos pues tras la epidemis del suspense otra capa de fondo que no creo que legitime la película, pues la ejecución del suspense es ya de por si bastante excelsa pero da cuenta de las ambiciones, los intereses y las pulsiones de Hitchcock como retratista de la comedia humana.
Vuelta a ver por enésima vez, ahora en sesión familiar, solo le encuentro una pega que no es realmente tal pues no podría importarme menos. Bien es cierto que la película es algo más que la escena del Royal Albert Hall y tiene no pocas escenas la mar de reseñables pero es que no puedo más que rendirme a la evidencia de que esta escena es uno de mis momentos favoritos del Cine, siempre lo ha sido y siempre lo será y si había que construir un largometraje a su alrededor porque no podía existir por si mismo, me habría dado igual qué metraje venía antes y qué metraje venía después. Incluso creo que en el fondo era mi único motivo para ponerla en casa.

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domingo, 20 de agosto de 2023

L'INCORONAZIONE DI POPPEA

 

Tarde de ¿gloria? en el Liceu. venga, sí, tarde de gloria, no vamos a lloriquear más de la cuenta. La verdad es que llevaba bastante alejado del coliseo de la Rambla un poco, bastante, muy harto de las moderneces de Àlex Ollé y la Fura dels Baus y toda la plétora y la pléyade de renovadores de la escena. ¿Entonces?, ¿cómo se me ocurre volver para ver un montaje firmado por Calixto Bieito?, del que puede que no tuviese aún el gusto, no al menos en vivo, un tipo que convierte a los otros en disciplinados monjes copistas de eunuca creatividad. ¿Por qué volver a por cuarenta tazas de lo mismo que nos aburre e irrita?. Cabe decir que desde hace años procuro no tener un rechazo infantil a toda innovación escénica pero no es fácil de entender que el teatro barcelonés sea a día de hoy rehén absoluto de estas reinterpretaciones escénicas discutibles, algunas muy pesadas, que tampoco es justo considerar que sean buenas de per se.
La primera respuesta la tengo inmediatamente, a los cinco minutos de “La incoronazione di Poppea” considero seriamente largarme en el intermedio cual Carlos Boyero de la ópera. Asisto boquiabierto a cómo en la primera escena Fortuna y Virtud se quitan varias bragas y las acaban lanzando a la llamada galería premium que está situada a sus espaldas. Como un centenar de espectadores que están presenciando la ópera al fondo del escenario que es una de las primeras cosas que me sacan a patadas. Pienso que me parecería más claro y honesto asistir a un espectáculo en el Paral·lel, quizás ir directamente al Bagdad y disfrutar de las procacidades de las vedettes. La sensación de horterada que no me aporta nada no me la puede quitar de la piel.
Luego hay que padecer unos videos proyectados en una decena de pantallas gigantes a los laterales del escenarios, obra de la videoartista Sarah Derendinger, que muestran muchas veces a los protagonistas bañándose con abundante espuma y otras chorradas o gilipolleces que para mi carecen de sentido. Digo “chorradas” o “gilipolleces” no con ánimo de degradar el registro gratuitamente sino porque siempre intento escribir la palabra más precisa que refleje aquello que quiero decir y estos vocablos cumplen a la perfección con ello.
Sería largo y ocioso relatar la ristra de tonterías sin sentido que acontecen en el escenario, e insisto en que no es una pataleta infantil ni la reacción que el provocador espera del escandalizado provocado. Amén de una cosa muy curiosa en la ópera barroca, que es evidentemente una ópera muy erótica, lo muchísimo que se magrean en escena, por si se nos escapa ese erotismo argumental. Hay un tono zafio y esencialmente hortera en todo lo que acontece en el que no desentonaría que exclamáramos desde la butaca “¡Poppea!, qué par de melones”. A veces pienso, ¿de verdad les gustará a los intérpretes ese tono?, gente de contrastado recorrido como Julie Fuchs, David Hansen, sobre todo Magdalena Kozena o la muy válida Deanna Breiwick que se ve más forzada en escena a mostrar su belleza que sus cualidades vocales.
Se trata de un secuestro de la escena en toda regla, llega un punto en que ya nadie a penas puede ir a ver una versión canónica o modificada con un cierto y moderado buen gusto. ¿Por qué todas las producciones han de ser agresivas y provocadoras?, creo que hasta el propio Pasolini aborrecería de esa provocación convertida en rutina funcionarial. ¿Tanto nos odian?, vaya, que no todos tenemos mucho dinero y aplastamos al proletariado. Es un tópico pero seguro que ir al fútbol o a un concierto de algunos de los ídolos contemporáneos vale muchísimo más dinero que las localidades a veces modestas y alejadas al escenario que compramos algunos. ¿Cuál es la misión que se han autoencomendado Bieito y compañía?, ¿poner de relevancia qué exactamente?.
Pero bueno, pasado el descanso me quedo y como ya estoy vacunado ante el horrendo montaje de repente florece aquello que no había podido florecer del todo, aquello que me había traído hasta allí. Como en el cine en la ópera hay tres nombres, puedo conceder un cuarto, Wagner, Mozart y Monteverdi (vale, Haendel), que me producen un estado de ánimo similar al que me producen Dreyer, Mizoguchi o Satyajit Ray. Verdi y Puccini digamos que son como John Ford y Howard Hawks.
Pasado el descanso empiezo a escuchar esa ópera que ya conocía con verdadero placer y mi cabeza empieza a crear, fabular planes, proyectos y posibilidades. Monteverdi es uno de los más grandes, su música abre los poros, la mente, expande la vida y se infiltra en el aire como un dulce, poderoso veneno que pocos igualan, los referidos.
Al final, extrañamente, contradictoriamente salgo muy contento. Versión musical de Savall, interpretada por Le Concert des Nations, en las tres últimas funciones dirigido por Luca Guglielmi (esa letra pequeña enojosa del Liceu que sorprendió a alguno), pero bueno, Guglielmi es de la misma casa y por mi parte sería muy pretencioso pretender que si cierro los ojos distinguiría su dirección de la de Savall.
Al final, extrañamente, contradictoriamente salgo muy contento. Monteverdi puede con todo, es más grande que la vida. Bieito, por supuesto, no es rival para él.
 

 

lunes, 14 de agosto de 2023

JEANNE DIELMAN, 23, QUAI DU COMMERCE, 1080 BRUXELLES



(10 de diciembre de 2002)

 "Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles" (1975): Hay un limbo en internet donde algunos escritos se han perdido que me impide determinar con exactitud cuándo vi esta película por primera vez. Yo apuesto por el año 2009, hace ya una eternidad, quizás por el verano, quizás otoño, Navidad, no sé, eso ya no soy capaz de fijarlo. Hay a lo sumo un fragmento de febrero de 2010 donde escribo:

"Una de las experiencias más marcianas y a la postre memorables, una
película brillantentemente artificiosa, y que supongo que estará
planificadísima y estructuradísima aunque los hechos que filma sean o
parezcan absolutamente banales y espontáneos".
Desde que la vi me pareció admirable, sin dejar por ello de dar rienda suelta a todo el sentido del humor posible a costa de los filetes empanados, y al estupor de quienes me rodean por ver tanta delectación en la contemplación de hechos cotidianos.
La admiración y el humor (y por qué no el estupor) han llegado hasta hoy. Ahora que se ha coronado inesperadamente como mejor película en la encuesta de Sight and sound, y de lo que opino de ello no me repetiré más, llegaba el sugestivo momento de volver a verla.
Y me he puesto nada más y nada menos que a las 6,30h, porque el resto del año tolero, qué remedio, que las películas puedan interrumpirse, sino el cine se habría terminado, pero me parecía que había que volver a ver los 201 minutos del tirón.
Confirmo que es una película de un elaboradísimo artificio, algo que creo que no disgustaba a la propia Chantal Akerman (que firma como Chantal Anne Akerman). Es una película que solo puede mantener su dilatadísimo ritmo a base de coreografiar minuciosamente los mecánicos y rutinarios movimientos de Delphine Seyrig. De ahí que a veces se perciban como un tanto falsos o impostados, pero ese artificio es el que sostiene que la película sea visible y no absolutamente insoportable.
Esa coreografía me parece fundamental porque la hace visible y porque es la que vertebra la historia que la película cuenta: la fisura en una vida cotidiana condenada a la repetición y a las inercias, tanto domésticas como vitales (en los escasos diálogos de Jeanne con su hijo se trasluce que su pasado ha seguido idéntica tónica a la que sigue el presente).
Me parece una película extraordinaria, tanto por su narración, que la tiene, y la película cuenta una historia con pies y cabeza que se cierra totalmente sobre si misma, como por la posibilidad de acogerse al gusto por el detalle, por el cuidadoso atrezzo de las rutinas de la casa, qué usa Jeanne, qué compra, qué cocina, qué hace, cómo lo hace, el Ajax para limpiar el baño, el bote verde que uno diría que es el Fairy aunque no ponga Fairy, y por los variopintos lugares del día a día que Jeanne visita: correos (¿nunca van a atender a esa anciana?, la zapatería, el colmado, la cafetería...). Esa fascinación intemporal por otros tiempos, por otros lugares, algo que retiene el cine y que cuando la cotidianeidad es uno de los temas llega a alcanzar cotas de hipnosis elevadísimas.
El único pero es que creo que es una película que sigue en el mismo punto en que la dejé hace casi quince años. No es que se haya desmoronado, es que está tan bien dirigida y tan bien controladas sus capas y sus variables, que es difícil añadirle algo más a medida que pasa el tiempo, tu experiencia o tu estado de ánimo. El peor defecto de "Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles" es que sigue siendo, aunque sea para bien, exactamente la misma que la primera vez.
PD1: Esta vez ya sabía el argumento, después de la harina venía el huevo y al acabar el pan rallado.
PD2: A las 8,30h se levanta mi hijo mayor y se sienta conmigo en el sofá, a las 9,20h exclama "papá, has parado la película" "que no" "que sí, que esa señora se ha sentado en el sofá y no se mueve, llleva mucho rato así" (yo mismo confieso que he empezado a dudarlo).

CENTAUROS DEL DESIERTO




(12 de noviembre 2022)

 Tras una semana demoledora culminada con uno de esos virus virulentos y rápidos, qué mejor manera de irse a dormir reestablecido y preparado para volver a la posición inicial.Seguimos jugando a las hemerotecas. Descubrí esta película en el pase del jueves 28 de octubre de 1993 en TVE-1. Ese pase tan comentado que vio José Luis Guarner antes de fallecer. Lo que no hizo más que acrecentar un mito que ya alimentaba Pumares desde la radio. Luego la compré en vhs y la vi decenas de veces. Siempre con la misma emoción de no discutir su maestría pero de pensar que los 20-30 minutos iniciales eran un misterio de la estirpe de los Dreyer, de los Mizoguchi y compañía que estaban aún más altos que el resto de la película, que de alguna manera "bajaba" un escalón a la terrenalidad del cine. La gasté un tanto y más o menos la dejé aparcada tras un pase en pantalla de cine en los Meliès a principios del nuevo siglo.

Recuperada en un blu-ray portentoso bendigo todo el tiempo que ha estado aparcada y creo que su recorrido no ha terminado todavía, el misterio de su inicio, que es el que ha hecho correr tantos ríos de tinta, sigue ahí intacto, pero para los restos se impone otro misterio, el del resto de esa película tan irregular, tan llena de meandros, de cambios de voz narrativa, de dilataciones. De una hermosísima y conmovedora emoción que linda con la Modernidad del Cine, que ya se vivía en Hollywood a su manera, y no por influencia de Europa sino como una evolución e inquietud natural del propio Arte hacia nuevas formas. Una Modernidad edificada sobre los cimientos del clasicismo, y eso lo hace sentir muy bien Max Steiner.No hay ninguna película mejor.

domingo, 30 de julio de 2023

EL VIAJE A LYON

 Me ha impresionado muy gratamente "El viaje a Lyon" (Claudia Von Alemann, 1981). Y ojalá MUBI se entregara más a menudo al rescate de obras singulares y ocultas de esta categoría, cuyos derechos no estén también en otras plataformas, en el fondo acabaré añorando los tiempos de las 30 únicas películas. Creo que en las posibles coordenadas de un cine feminista, ése donde se retrata a una mujer que no se define por de quién y cuándo se enamora, o por cómo mira un hombre, la película de Von Alemann es de un rigor cinematográfico equiparable al de una "Jeanne Dielman", por parecidos motivos podría ser ésta también "la mejor película de la Historia del Cine". Cuenta el viaje de una historiadora alemana a Lyon tras las huellas de la activista del siglo XIX Flora Tristan, en un intento de capturar todo aquello diferente "a lo que ya se sabe", en un viaje que intenta atrapar las imágenes, sonidos y los olores de lo que debió vivir, intentando reconstruir una memoria femenina que combatió en la lucha de clases a la vez que se daba de bruces con ella: sin olvidar otras memorias como la de los judios ¿arrestados? en Lyon durante la ocupación nazi. Es una película de unos encuadres desde una distancia honesta y respetuosa con lo que sucede, pausada en las coordenadas de un cine de autor que exige atención pero de ninguna manera dejada ir en tiempos muertos vacíos y sin sentido. Todo el periplo lionés de esta mujer desde las albóndigas de lucio hasta el violín final está seriamente pensado y sensiblemente explicado. Soberbia.


sábado, 29 de julio de 2023

EL MUNDO DE SUZIE WONG

 Antes de filmar "Un extraño en mi vida", que quizás sea su obra maestra, Richard Quine hizo este melodrama desconcertante y contradictorio o no tanto. Me ha recordado un poco a todo lo que se comenta de la obra de su compadre Blake Edwards "Desayuno con diamantes". Que si se ocultó que Holly es una prostituta, que si tenía que ser Marilyn Monroe, que si la película era muy timorata. (Aún recuerdo haber leído en alguna parte que Sharon Stone imploró a un Edwards ya veterano hacer un remake como Dios manda).

Por el contrario "El mundo de Suzie Wong" es una película de una franqueza irrebatible. Ella es una prostituta y se dice a las claras, ella se le ofrece a él a las claras con contrato fijo. Sin embargo la franqueza, aunque un tanto llamativa en 1960, más o menos en la época de "The Chapman report" de Cukor, tampoco es un valor que diga nada por si mismo ni para bien ni para mal. A Quine, más allá de la estilización de su puesta en escena, algo que llevaban de serie casi todos los directores de entidad del Cinquecento norteamericano, le cuesta mucho mantener un film que creo que se resiente del carácter de su personaje masculino. William Holden interpreta a un artista al que se le pueden discutir sus motivaciones, no le importa la diferencia de edad pero le puede su moralismo, lo malo es que es un personaje esencialmente bueno y honorable, al menos comparado con la plétora de blancos que explotan la miseria de un Hong Kong masificado y en el que se pasa una hambruna de la que Wong Kar Wai no nos había hablado demasiado entre bolero y bolero. Y siendo bueno y honorable, que debería ser motivo de aplauso, dramáticamente resulta un tanto pelma, tan pelma que tarda hora y media en suceder lo mínimo que debería suceder en una historia de personajes de carne y hueso, a menos que tengas algo a cambio que contar o quieras ir por el camino de la amistad o el paternalismo. Pero no, a la hora y media se demuestra que esto no va de amistad ni de paternalismo y te queda media hora en la que no da tiempo de cundir ni rentabilizar ninguna química o lírica entre la pareja protagonista. Sobre todo porque William Holden lleva hora y media sin dejarse caer ante el deseo por Nancy Kwan (y hora y media en cine es demasiado tiempo). A la hora y media como no vamos a ninguna parte no solo se deja caer sino que la película se saca otro as de la manga argumental, rechoncho y hermosote, que no tiene tampoco el menor sentido dramático.
Lo mejor es ese Hong Kong de los 60, esos vestidos que ya conocíamos gracias a Maggie Cheung y que Nancy Kwan sabe llevar también muy bien, y ese estilo de Quine para mi brillante pero carente de ese toque lírico que se consigue en las películas de forma misteriosa entre plano y plano, entre mirada y mirada, en la significación de los objetos y los lugares, que no está en los diálogos ni en lo que sucede. Aquí ese toque para mi está totalmente ausente, sí lo veo más claro por ejemplo, por compararla con un film de coordenadas similares en "La colina del adiós" de Henry King, aunque ese toque Quine estaba en ese momento a puntito de conseguirlo no con ayuda de Holden sino de Kirk Douglas y Kim Novak.

viernes, 28 de julio de 2023

INDIANA JONES Y EL DIAL DEL DESTINO

 Intentando hacer honor a no forzar tesis peregrinas, ayer veíamos "La última cruzada" y me parece una película indiscutiblemente brillante pero unidireccional, una película sobre la que o no tengo nada que decir o tengo la sensación de que todos diríamos casi lo mismo. De una brillantez teledirigida.

Hoy, sin pasar todavía por la calavera de cristal hemos saltado directamente a "El dial del destino". Iba un tanto cauteloso por tantas malas críticas y también por qué no reconocerlo por cierta saturación con el personaje. Y respetando la premisa inicial, no desbarrar si la película no incluye invitación expresa para hacerlo, he de decir que no lo hemos pasado nada mal.
Bueno, sin lanzar las campanas al vuelo. Son más de dos horas y media que sin llegar a parecerme estupendas no se me han hecho nada pesadas. Me sigue pareciendo que la franquicia está por encima de su tiempo, o quizás es que de su tiempo veo ya tan poco que la comparación no es justa ni ajustada a la realidad. Pero creo que en una época no ya de series, sino de videos cortos, horrorizados por el trailer de "Barbie" (con Noah Baumbach en el guion), es ésta una película que se ve muy bien y eso que está construida a base de unos cinco bloques de largas escenas de acción, algo aterrador sobre el papel. Las escenas no son ninguna virguería pero se ve bien lo que está pasando, no me resultan excesivamente ruidosas ni me cansan, que para lo vejestorio que estoy hecho yo también (como el doctor Jones) es un dato significativo.
Me encanta el fundido que hay entre la pieza inicial en los años 40 al apartamento del personaje a finales de los 60 (comparable a la cerilla de Lawrence de Arabia y al monolito en la magnitud del salto narrativo). Me encanta el último bloque de la película, un bello tributo a la Antigüedad, que es uno de los motivos de la serie, y me encanta ese epílogo que tiene un aire homologable al final de la última de Easwtood. Creo que hay un cierto subtexto político, no tan diferente ni más enfático al que podrían tener otras películas de aventuras o fantásticas, no solo por los nazis, que vuelven una y otra vez sino por cómo aflora la discriminación racial y las protestas de los sesenta.
Y no sé, que no me partiría la cara por ella pero no me ha provocado ni el más mínimo atisbo de disgusto. Que la sala estaba bastante vacía y que no apostaría nada sobre cómo se va a ver esta película en un tiempo, quizás no se vea de ninguna manera, no se hable de ella o no signifique nada. Tampoco sé interpretar en qué ni por qué es una película relacionada con su tiempo. Me parece un objeto un tanto desconcertante difícil de descifrar o identificar, no sé a qué se parece ni con qué relacionarlo. Pero creo que por una vez, que no abundan, hemos conseguido estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. No en nuestros gustos u opiniones, sino estando allí. No me pregunten por qué.

jueves, 27 de julio de 2023

MISIÓN IMPOSIBLE:SENTENCIA MORTAL-PARTE 1

 Albert Serra mencionaba en una entrevista a Tom Cruise como a alguien en quien veía reflejado su empeño por hacer películas cuyo visionado en pantalla grande fuese insustituible. Por mucho que nada de lo que diga el director de Banyoles sea jamás considerado en serio, es evidente que las películas de ambos guardan eso en común, son experiencias diseñadas de tal forma que pierden gran parte de su sentido vistas en casa (lo cual no habría que insistir, lo digo una vez más, que signifique nada parecido a "si no la has visto en cine no puedes opinar" ni ningún maximalismo ante el cual nos podamos poner susceptibles, no, no es eso, hablo de otra cosa).

De un tiempo a esta parte Tom Cruise ha encontrado en la saga de "Misión imposible" un camino creativo que cumple perfectamente con ese empeño de convertir a la película en un acontecimiento para la sala, grande y aliado en las tres últimas con el director Christopher McQuarrie, colaborador habitual suyo en otras películas, han apuntalado la que seguramente sea a día de hoy la mejor saga del cine estadounidense con dramática diferencia.

Más allá de intentar glosar las evidentes virtudes de una pieza maestra de orfebrería tan extraordinaria como "Misión imposible: sentencia mortal - Parte 1" o de explicar y reivindicar lo que no necesita ser revindicado (¿cuantas palmas de oro en Cannes de los últimos 10 años son mejores que esta película?), creo que sí que hay que lamentarse de que tanto para Serra como para Cruise estas películas empiezan a ser un acto de resistencia. Misión imposible se acaba de estrenar y quizás le vaya bien, no podría decirlo ahora, pero yo hoy he respirado en la sala de un centro comercial céntrico el mismo aire funerario que el respirado en "Indiana Jones 5" el domingo pasado, de la que ya se habla que ha quedado por debajo de las expectativas:¿viviremos el final de estas películas?.
Al final parece que no vaya a ser un cambio de hábitos el que acabe con este cine sino una mutación en la especie humana que dificulta la atención: un capital humano que hay que seguir cuidando como sea. Tengo la sensación que ya nadie (o mucha menos gente que antes) quiere meterse a ver una película de 163 minutos. Y mira que no le pesa ni uno solo, está contada de una forma tan virtuosamente formidable que difícilmente puede aburrir al gran público de toda la vida. Hoy era laborable pero al salir las calles estaban a rebosar de gente como nunca, es decir estaban disponibles para ir al cine.¿Qué sucede exactamente pues?
Quizás lo único bueno que puede quedar de esto es que una vez que no son objeto de culto mayoritario ya se puede hablar en serio, nótese la ironía, de su filiación y su fibra Hitchcok (insuflada de algún modo en el título fundacional de De Palma), fibra de la que hay tantos ejemplos en películas anteriores de la saga, de su macguffin llevado hasta el delirio (tres horas entorno a una llave que nos importa más que nada no interesándonos en el fondo lo más mínimo). Quizás se pueda hablar de la orquestación de sus secuencias, llevada en volandas no solo por un prodigioso montaje sino por una coreografía dentro de los planos pluscuamperfecta. Y de cómo si hay algo llamado cine de acción alcanza en estas películas su quintaesencia, equilibrio y cima más perfecta, a través de la concepción creativa de piezas aisladas que constituirían por si mismas tomadas de forma aislada en otras tantas obras maestras.
No he vuelto a ellas, salvo a la primera de Brian, la tercera no la he visto y creo que ya se me ha pasado la oportunidad de verla de verdad, la sexta tuve que verla en casa y apreciándola no fue lo mismo pero creo que la cuarta, la quinta y esta séptima para mi constituyen sesiones de sala tan memorables que en lugar de volver a ellas en casa solo cabe conjurarme ante la llegada de la octava a las salas el verano que viene.
Ojalá tengan en algún momento sus herederas, que estos espectáculos no se acaben nunca y que no sean solo el hermosísimo y definitivo testamento de una de las mil formas y posibilidades de entender el gran e inagotable cine.