jueves, 1 de septiembre de 2022

NOVELAS AGOSTO 2022




BOUVARD Y PECUCHET:
No sé si es fácil encontrar un mejor retrato de nuestro mundo que el que arroja esta obra absolutamente insólita en la Historia de la Literatura, verdadera antesala del Modernidad del siglo XX, que consumió y exasperó los últimos días de Flaubert y que hoy se lee con verdadero aliento profético. Bouvard y Pecuchet son dos tipos que gracias a una fortuna heredada se retiran lejos del mundanal ruido de París y se dedican a probar suerte en todas las disciplinas científicas y no tan científicas de su siglo, leyendo de aquí y de allá como quien se cree un especialista en todo por googlear un cuarto de hora, y fracasando estrepitosamente en todas sus empresas. Esa primera parte de la obra me resulta escrita con una gracilidad y un sentido del humor impresionantes, a pesar que la cascada de disciplinas probadas y el esfuerzo de documentación que hay detrás pueda resultar abrumadora, como cuando se meten a filósofos. Pero momentos como aquel en que se dedican a detectar gazapos en novelas históricas como las de Dumas a mi me resultan impagables, o esa parodia final de la educación rousseaniana de los niños salvajes.¡Madre de Dios!.Creo que estamos ante algo más grande que todos nosotros. 

Acabada la novela, cuando los personajes deciden volver a ser copistas te da un poco de miedo porque no entiendes muy bien qué es exactamente lo que te vas a encontrar y vas leyendo ese "estupidiario" con subidas y bajadas de tu interés según el tema que trata. El entusiasmo se revitaliza con el "Diccionario de tópicos" (tan bien imitado por José María Latorre en las páginas de Dirigido). No recuerdo haberme reído tanto con un libro en mucho tiempo, y es que esas "ideas recibidas" siguen siendo vigentes 150 años después probablemnte en un 90% de los casos, lo que nos convierte en una especie bastante menos original, creativa y sagaz de los que nos pensamos, al menos en unas convenciones del pensamiento de las sociedades industriales y postindustriales que siguen siendo básicamente las misas siglo y medio después.Luego llega un curioso experimento literario llamado "el álbum de la marquesa" y otro manguerazo de citas de todo tipo, verdadero twitter del XIX. Pues eso, no sé, yo a esto lo llamaría "obra maestra".




EL HOMBRE INVISIBLE:En el invierno prepandémico me topé con "La guerra de los mundos" y en los tres veranos sucesivos me he ido merendando las otras tres novelas más célebres de H.G Wells. Aquí me hace gracia que no destapando sus cartas en los primeros compases, algo tan tonto como saber cómo se titula, ya te coloca con un plus de información por encima de los personajes, un principio que luego será muy Hitchcock. Es una novela muy bien llevada, donde las reflexiones morales están mucho menos subrayadas que en otras, y yo creo que ya muy cinematográfica, profundamente cinematográfica. Me he acordado, aunque no venga del todo a cuento, con la muerte de David Warner, el Jack el destripador de "Time after time".No sé si ya me la había leído, que entonces no escribía yo estas cosas en ninguna parte, no sé en qué tipo de edición, en aquellas de "tus libros" de Anaya seguramente.Da igual.Bien empleado igualmente


RAOUL WALSH:Me he leído las últimas páginas, ya sin ver ninguna película, de esta monografía de Cátedra que fui royendo a lo largo de un año mientras ilustraba la lectura con 23 películas, que podrían haber sido otras 23 distintas. 23 películas que analiza el libro, que eran o bien las que me caían más lejanas en el recuerdo, o bien no había visto, siempre primando las copias más visibles que podía encontrar. Como es un libro y no una red social Carlos Losilla, a mi entender uno de los mejores críticos al menos en lengua castellana, nos ahorra qué películas le parecen una obra maestra, cuáles son estupendas y cuáles flojitas. Se puede intuir pero la obra es un análisis de los puntos de ruptura estilísticos de Walsh desde el clasicismo a medida que va avanzando con el cine USA hacia la Modernidad de los 50, tema que se encuentra en otros escritos del autor. Va comparando las películas del director entre sí y con otros asideros de la modernidad europea, salen Rossellini, Resnais...La idea no es, claro está, que se influyeran o no, sino ese hermanamiento y acompasamiento que está en el aire de los tiempos que lleva a la necesidad intelectual y estética de hacer trastabillar la imagen frontal y armónica que asumimos como canónica.Lo dicho, podría volver perfectamente al libro con otras 23 películas, aunque no es objetivo realista ni especialmente apetecible en principio pero ahí lo tengo para cuando siga viendo walshes.




LAS PARTÍCULAS ELEMENTALES:Por mucho que me divirtiera, me gustara y creyese entender el juego de política-ficción de la única novela que le había leído hasta ahora, "Sumisión", tampoco me resultaba difícil imaginar el por qué no era considerada de lejos de sus mejores novelas. Hablamos claro está de Michel Holluebecq, de quien acabo de leer esta segunda obra, que me ha gustado muchísimo y creo más plausible sí incorporarla a ese hipotético pelotón de grandes desde mi visión profana. Porque además navega siempre en ese enorme riesgo de que el sexo incómodo e insatisfactorio que describe en una enorme cantidad de páginas acabe resultando muy retiterativo y vanamente provocador pero siempre se produce una last minute salvation.

Holluebecq construye un gran fresco acerca de cómo la liberación sexual se ha ido convirtiendo a lo largo de tres décadas en un producto más de consumo del capitalismo, a través de una arquitectura narrativa excelsa y dos primorosos personajes, dos hermanos con dificultades para vivir. Describo a grandísimos rasgos y en pocas líneas porque aprovecha la profesión de uno de ellos, Michel, que es biólogo molecular, para entrar y acabar en un epílogo con profusas reflexiones sobre la especie de humana y su poder de replicabilidad, mortalidad desde su propia composición y autodestrucción y a la que dedica el libro.

Hablaba de salvación en el último minuto porque sin tratarse de humanidad, optimismo y quizás ni si quiera de amor, uno sospecha que Holluebecq nos mataría de insinuar algo así, las dos relaciones con las que concluye el periplo de ambos hermanos resultan profundamente emotivas y ello es gracias al soberbio talento prosista que muestra el escritor, que cuando rozas el hartazgo de lo provocador o de la insistencia en ese sexo ingrato y difícil, no se olvida de regalarte un escalofrío de pura belleza antes de que cunda en ti el desánimo lector o el aburrimiento



ENVIADA ESPECIALLeo que Jean Echenoz es un escritor queridísimo y respetadísimo por sus lectores. La verdad es que a mi se me hace bastante cuesta arriba, no le encuentro la gracia, no prende demasiado la chispa con la lectura y la red de personajes que teje. En la página 117 se menciona Corea del Norte y a partir de ahí el asunto se anima un poco y pica más la curiosidad y la atención. Pero el asunto tiene solo 191 páginas. En fin, no es desde luego por desacreditar ni por sentar cátedra, que siempre es mejor que algo te guste que que no te guste, y ese vano orgullo cuando algo no gusta, como si se hubiese demostrado alguna especie de perspicacia no será aquí donde ustedes lo encuentren (que es una forma cobarde también de no batirme con los fans de Echenoz, ejem).

2 comentarios:

  1. Un verano con muchas lecturas, muchas películas, y música selecta has tenido. Bienvenido al post-verano.

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    1. Yo no quería el post-verano pero bueno...qué le vamos a hacer...

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