domingo, 15 de junio de 2014

IN THE MOOD FOR LOVE

¿Cómo nace un clásico?. Era lunes 19 de febrero de 2001, en la sala 2 de los extintos cines Oscar de Tarragona. En su versión doblada se proyectaba "In the mood for love", una película que se había visto en Cannes pero que no tenía yo bien ubicada salvo que se estaba viendo el trailer en Tele 5 durante toda la semana.

Al salir uno sabía que había visto algo verdaderamente importante que iba a aguantar el tirón de la memoria y el desgaste a lo largo de los años. Una de las películas más importantes de la década en cuanto a arraigo en la cabeza y corazón de los aficionados que la habíamos visto.

Después descubriríamos a Wong Kar Wai, lo que llevaba hecho y cómo además de austero podía construir sobre su propio clásico el más bello castillo de fuegos artificiales en "2046".

"In the mood for love" nacía de la concisión de los silencios, de los arranques musicales calculados, del amor en off, de los cogotes, de los quicios de las puertas, de la lluvia, de los oscuros rincones, de las penumbras, y hacia la media hora irrumpían los boleros.

Hace falta más de una vez para ir sintiendo el peso callado de la intensidad de la relación entre el señor Chow y la señora Chan. Se empieza, y se seguirá, admirado por las varias decenas de vestidos floridos ajustados maravillosamente al talle de Maggie Cheung, se empieza admirado por el porte de Tony Leung  y se empieza admirado por los acordes de Nat King Cole y el color soñado de unos años sesenta.

Pero se seguirá arrebatado por el peso de un pasado, por el amor escindido entre el dolor de la ruptura y una nueva pulsión que nace porque se quiere saber y se quiere entender. Pocas veces hemos visto en estos últimos diez o quince años una película tan emocionante donde la contemplación y los modos publicitarios conviven armoniosamente.

Pasan los años y los acordes del templo de Angkor se magnifican, la película se engrandece y pasa triunfal la prueba del tiempo. 















2 comentarios:

  1. La volví a ver hace poco y la disfruté más que en mi primer acercamiento a ella. También vi 2046 y, como dices, mucha más artificiosidad, pero no encontré molesto su esteticismo. La película no desmerece y me indujo esa misma sensación hipnótica y embelesada.

    ResponderEliminar
  2. No me molestan. Las dos me demuestran que no hay una sola manera de hacer las cosas. Y pasan los años y cómo aguanta "In the mood for love":

    ResponderEliminar