Ahora que he visto los melodramas alemanes de Sirk, es profundamente perturbador imaginar qué habría resultado de haber conseguido adaptar entonces, como quería, "Pilón" de William Faulkner. Es una de esas películas imaginarias que hoy en día nos resultarían imprevisibles y porque cuesta situarla en aquellas coordenadas resulta doble o triplemente fascinante y perturbador.
Ignoro si siguió pensando mucho en aquello en las dos siguientes décadas, si la fue madurando, pero lo que sí es cierto, es que lo que vuelve a perturbar es ver una película como ésta que te hace preguntarte, qué le pasó a un director como Sirk a lo largo de dos décadas, de qué manera pudo metamorfosearse. Porque con todos los respetos y con todo el cariño, cualquier película alemana parece una broma al lado de esto.
Supongo que no hay que desdeñar a sus colaboradores, fotógrafos, guionistas, montadores, intérpretes, producción pero este periodo de Gracia de Sirk es imbatible, intratable. Me pongo esta película y hay momentos de moviola, de retroceder y volver a ver la exhibiciónde recursos, de ideas, de riqueza. Es, como todas en aquel periodo, una salvajada cinematográfica.
Y probablemente sea la mejor película basada en una obra de Faulkner, una obra que leí hace un par de veranos de la que nunca se preocupa por traducir o ilustrar.
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