De entre todas las películas imaginadas por la cinefilia mundial y jamás conseguidas ver, sin duda el montaje de 8 horas de "Avaricia" se lleva la palma, quizás una cabeza por encima de "El cuarto mandamiento" o de "El sur" (ésta a un nivel más español, no sé si en Australia están muy al tanto de las cuitas Erice-Querejeta).
Si yo pienso en ese montaje, siendo sincero, supongo que jamás encontraría nada ni parecido a un hueco de ocho horas para verla y mi descubrimiento acabaría siendo más parecido a haber visto una gran serie de tv que a un largometraje con su continuidad, concebido como tal. La acabaría viendo con una fragmentación abusiva, que no sé si habría sido la manera en la que Erich Von Stroheim la pensó.
Si hablamos de ese montaje de cuatro horas que hay por ahí...detesto las fotos fijas. Es imposible destrozar totalmente una obra maestra como "Ha nacido una estrella", pero estuvieron muy cerca de ello. No he visto el montaje de 4 horas de "Avaricia", ni creo que jamás lo haga.
Todo esto viene a cuento de la confesión prosaica que he de hacer. La "Avaricia" más cercana a mi vida fue, ha vuelto a ser y probablemente seguirá siendo esta versión de algo más de dos horas (en una edición de dvd muy, pero que muy cuestionable, por ser piadoso, ya que me preguntaban el otro día y no suelo ser de los que se meten en esas críticas, por manga u ojo muy ancho).
Pero ésta es la "Avaricia" que yo perdí en vhs, y eso es un haber inevitable. Una película en absoluto adelantada a su tiempo, una película fuera de todo tiempo, o una película a la que aún no hemos llegado. Una novela naturalista hecha imagen. Una película que apasiona y sorprende en cualquier situación, medio sórdida, medio perversa, medio realista, medio fantasmal. Surgida de no se sabe dónde, para no se sabe quién, película de futuro incierto y un pasado rutinariamente glorioso de reconocimiento que no hace verdadera justicia a su verdadero dimensión de hito inabordable.
Haber vuelto a ver "Avaricia" se puede considerar suerte. Cada segundo que pasa sin volver a verla infortunio o añoranza. Dedicada a su madre, seguramente la mejor obra del cada vez más recuperado Erich Von Stroheim. Curiosamente lejos de sus habituales reinos de condes, reinas y vicios ocultos de la aristocracia. Volver a verla ha sido repetir el viejo mantra de la adolescencia Amanecer-Avaricia-El viento-Amanecer-Avaricia-El viento. Un conjuro mágico que invoca a los espíritus buenos del cine (esto sólo se puede escribir a medianoche...mañana negaré ser yo el autor de la frase).
Pues vi hace no mucho ese montaje de 4 horas. Lo de las fotos al principio era algo desconcertante pero –supongo que porque 4 horas son muchas– me terminé acostumbrando. Me la tragué del tirón, estupendamente. Un peliculón. Yo creo que si por aquel entonces hubiera estado la HBO habría hecho maravillas con todos los minutos del señor Von Stroheim. Pena.
ResponderEliminarUn saludo
Sí, muy cierto, creo que hoy Von Stroheim hubiese encontrado acomodo en la televisión sin mayores problemas.
ResponderEliminarUn saludo
Pues la verdad, Sergio, es que yo no sé muy bien lo que quería Von Stroheim con esta película (con sus películas, en general). Aquí hay genialidad y desmesura, a la vez. Dos conceptos que, frente a lo que piensan muchos, no van parejos. Compárese, por ejemplo, el hacer de Griffith y Stroheim.
ResponderEliminarHay una pulsión de amor y muerte en el cine de Stroheim que le llevó, claro está, a quedar fuera de la industria. Sólo un Estado totalitario hubiera financiado los proyectos ilimitados de Stroheim. Aunque él nunca se hubiese plegado a hacer cine-propaganda. En fin, un caso...
Salucines
Anticipa a mi entender, los montajes venideros, es decir, Stroheim anticipa el fin del mudo y adelanta la entrada del sonoro. Otra cosa es en el Hollywood de principios del siglo XX adaptar la novela de Frank Norris es cuando menos complejo a la par que atrevido.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo me pregunto si como apunta Mara Stroheim hubiese encontrado hoy espacio en HBO, por ejemplo. Y me pregunto también, claro, cómo alguien que trabaja en la industria no da por hecho que jamás va a salir adelante un montaje de ocho horas (como jamás ha salido en los siguientes 90 años en el ámbito de un cine comercial e industrial). También me es muy difícil saber si realmente anticipó la entrada del sonoro, o como decíamos hace pocos días, el cine mudo es un arte plenamente desarrollado e independiente, casi ajeno y desconectado de la llegada del sonoro. "Avaricia" es de esas películas meteorito que caen un buen año y concitan la visita al desierto de una pléyade de científicos estudiándolo con infinito desconcierto. Yo imagino al científico François Truffaut en el desierto de "Encuentros en la tercera fase", mientras la misterioso película-meteorito emite su extraterrestre y misteriosa música. Seguramente él también se sintió así, antes de que de verdad le sucediera en la ficción, cuando en la vida real vio por primera vez "Avaricia".
ResponderEliminarSaludos desvariantes