martes, 9 de julio de 2013

DE LA VIDA DE LAS MARIONETAS

Sin contar con las películas que en su día no te gustan y más tarde sí, hay otro pelotón importante de títulos que sí te gustan pero quedan algo eclipsados por la enorme cantidad de películas vistas en determinadas etapas de la vida, eclipsadas por el día a día y por el paso de los años. Vemos una enorme cantidad de películas que es imposible (tampoco es obligatorio) asimilar no ya con justicia, sino tocándonos en la sensibilidad realmente y aunque parezca una hipérbole podríamos vivir para el resto de los días de volver a ver lo que ya hemos visto, contando con esa suerte no sólo de lo que mucho que vivimos y cambiamos sino además con la posibilidad de volver a ver con ritmo más ralentizado.

"De la vida de las marionetas" antecede la despedida de Bergman de la pantalla grande, hecho cada vez más irrelevante habida cuenta la cantidad de soberbias obras televisivas que dio casi hasta el final, casi treinta años más tarde. De hecho ésta lo es, estrenada en la televisión alemana el 3 de noviembre de 1980 durante el exilio de Bergman en Alemania por problemas con el fisco sueco.

Bajo los ropajes de una investigación criminal, que parece hecha no por ningún personaje en particular sino por el propio autor con saltos adelante y atrás en el tiempo, y bajo la luz en blanco y negro (aunque empiece en color) de Sven Nykvist, sorprende revisarla, y no debería, por su impresionante texto, enésima confirmación de que Bergman fue uno de los grandes escritores del siglo. Un texto que prácticamente no necesitaría imágenes, en el que el sueco demuestra que no es criminólogo ni le interesa la criminología.

La película no es una indagación en las razones del mal de revista seudocientífica, que es lo que habría sido sí o si en el cine comercial de treinta años después. Es una indagación en las razones del vacío, de la infelicidad, del desamor, de la pérdida de si mismo. A través de largas secuencias en las que impresionan el actor Peter Atzorn y la triste intimidad con el personaje de su esposa, en sublime interpretación de Christine Buchegger, (y en guiño referencial a la pareja amiga de "Secretos de un matrimonio"), se van desenmarañando los sentimientos que llevan al protagonista al "desastre". Pero no hay respuesta. Ni razones del mal.









4 comentarios:

  1. Creo que el eclipse que tuvo esta película, al menos en España, fue el estreno simultáneo, en loor de alabanzas _y ¡sorpresa! siendo de Bergman_ de multitudes, fue Fanny y Alexander. Se formaron así dos grupos: el de los fans de Fanny que alababan el supuesto testamento (que luego no fue tal), el resumen y síntesis de toda una obra...; el otro grupo criticaron a Alexander por academista , kitsch, autocomplaciente y complaciente y alabaron De la vida por ser una recuperación del sentido del riesgo de las obras de los 60, ser una obra más pequeña y personal(sic), esto último sería muy discutible.
    Yo no entendí la polémicas cuando leí las críticas de ambas y me parecieron extraordinarias las dos y muy diferentes (incluso complementarias) ahora De la vida me gusta más aunque debo mi interés por el cine como algo más (aunque no sabría decir de que) a los 45 minutos finales de Fanny y Alexander. Eso sí Bergman después de retirarse ha hecho películas aún mejores.
    Un saludo y abrazo, Sergio, después de un tiempo sin escribir por aquí, por razones ajenas a mi voluntad aunque siempre leyéndote, esas razones me han impedido incluso escribir cuando has hablado de tres de las películas de mi vida Rio Bravo, Con la muerte en los talones y Johnny Guitar.
    Roberto

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  2. A veces tenemos prejuicios con lo de telefilme, pero como es Bergman además es algo especial. Espero indagar en su filmografia ultima en donde están ellos, que he visto que tiene varios. Voy a recordar este en especial. Un abrazo.

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  3. Roberto: no sabía de esa polémica coyuntural entre las dos películas. Imagino que "Fanny y Alexander" tuvo que molestar mucho a todos aquellos que habían visto y defendido a Bergman con el ceño fruncido y no pudieron soportar la luminosa y evidente aparición de todo aquello que ya estaba desde hacía más de 30 años. Ya se sabe que todo lo que nos parece pesimista es lúcido e inteligente y lo vitalista es síntoma de autocomplacencia e inocencia. Síntomas de lo intelectualmente enfermos que están los tiempos.Lo que me sirve para enlazar con la siguiente respuesta.

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  4. Mario: los prejuicios con los telefilms nacieron con toda razón en los años 80, con esa producción USA sobre desgracias familiares, pero en los 70 en Europa directores importantes trabajaron para tv, con obras indistinguibles de las que habían hecho en la gran pantalla. Pienso especialmente en "El mundo en el alambre" de Fassbinder.

    Un abrazo

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