jueves, 15 de enero de 2015
EL IDIOTA
Qué buena idea empezar el año con Dostoievski, que es en novelas lo que Bresson y Griffith en cine, un todo, un principio y un fin. Todavía con el recuerdo otoñal de los Karamazov, "El idiota" parece menos ardorosa, más irregular incluso si se quiere, con mayor número de esas páginas menos apasionantes que le reportaban a Fiodor 150 rublos el folio.
El retrato de esa sociedad peterburguesa no es que no sea interesante y logrado, pero las necesarias figuras de fondo para que el papel de pared no sea tan blanco no son ni la mitad de fascinantes que el bueno de inocencia siniestra Michkin, el violento Rogochin, la Filipovna o incluso Aglaya (qué escenón tienen las dos mujeres en el último cuarto, suficiente para no desfallecer hasta ahí).
Dickens era un maestro en no hacer juicios concluyentes, Dostoievski permite a cada cual pensar lo que quiera sobre sus criaturas, la misma Nastasia Filipovna arroja dudas explícitas sobre ella misma en su presentación.
¿Qué habría pensado de esta novela de adolescente?, ¿lo mismo o algo diferente que ahora?, esos fascinadores instintos de autodestrucción, ese amor y esa compasión que se confunden... La sangre aconsejaría seguir con Fiodor indefinidamente, pero démosle cancha a la razón y al equilibrio. Salgamos corriendo hacia otra parada y celebremos la gozosa expectativa de un año de novelas por delante.
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