El segundo largo de Carles Vermut supone para mi una considerable mejora respecto a lo decepcionante que me resultó, casi sólo a mí, su debut en "Diamond flash".
Inquietante, turbador, ya lo era, ahora mucho mejor definido y desarrollado dramáticamente, más punzante, con más llegada al espectador, menos superficial, pero aún quizás demasiado pirotécnico, un tanto gratuito, vacío y olvidable.
Lo que no mejora Vermut es que se sigue oyendo fatal. Algunos actores hablan hacia dentro, cómo se nota cuando es un José Sacristán el que aparece en pantalla y se acaban las tonterías. El problema no es mío. Yo puedo estar un poco sordo, pero con muchas, muchísimas películas españolas no me pasa (a Almodóvar le entiendo hasta la última sílaba). Es un problema de Vermut, o de que yo las veo en filmin y no supervisa las condiciones. Porque eso también es explotación comercial.
Está bien la película, pero lo veo un director inmaduro, de pocos vuelos, un poco Haneke, un poco cineasta griego, un poco de muchas cosas que dan lo suficiente el pego pero se avecinan terceras y cuartas películas muy inciertas y potencialmente agotadas. Yo a gente así le recomendaría foguearse rodando buenos guiones de otros o co-escritos con otros, o directamente adaptando novelas contemporáneas de su interés cual Paul Thomas Anderson bordándolo en "Inherent vice".
Cuando estoy con mis compañeros de versión española solemos ironizar con la obsesión por descubrir las joyas más minoritarias y estar a la última, lo que lleva a encumbrar productos amateurs con ideas más o menos interesantes pero, sobre todo, con poca (cuanta menor, mejor) visibilidad. Así, nada de La isla mínima: lo que mola citar (por mí el primero) es El futuro o Mi loco erasmus (Costa da morte ya es mainstream). Esto para explicar el éxito de Diamond flash, a la que se le notan demasiado los trucos. Magical girl es mucho mejor, pero apunta bastantes peligros, y no creo que a su director le favorezca el desmesurado éxito festivalero, que ese es otro problema contemporáneo, hay tanta inflación teórica necesitada de chicha que cualquier debutante tiene en seguida una corte de seguidores/palmeros, que así quién va a desarrollar una obra.
ResponderEliminarPero lo de Inherent vice es mucho pedir.
Supongo que esa inflación es muy necesaria para echarle emoción al seguimiento de la actualidad. Lo gracioso es que cuando la medio dejas de seguir queda totalmente al descubierto. Ningún problema, desde luego. Forma parte del juego cinéfilo. Lo de "Inherent vice" no era tanto por alcanzar el mismo nivel sino por pedir que dejen de buscar siempre la genialidad en sí mismos. Nada más peligroso que el director-guionista que casi nunca tiene el mismo talento haciendo las dos cosas.Vivir un poco, leer, viajar, escuchar o confiar en el talento y las ideas de otros podría refrescar tanto cine encantado de haberse conocido.
ResponderEliminarEs curiosa la película, sí, pero creo que con lo de pirotécnico también se la define muy bien. Demasiado milimetrado todo el continente, un tanto inflado. Coincido en que debería ceder un poco de terreno en la escritura del filme. Como decíamos en su día, despegarse de sí mismo y de su microuniverso podría resultarle interesante. Y a ver si me hago con Inherent Vice, que cuidado que es difícil ser cinéfilo en Ávila...
ResponderEliminarSí, a ver si te haces con ella. A mi me parece una maravilla, pero en este caso me sirve para ilustrar cómo se va a buscar el petróleo al terreno de otro reconocido gran creador, aunque todos te hayan dicho que eres Dios en la tierra. A ver si te haces con ella, pero sí que es verdad que cuando dejas de seguir la actualidad (yo antes las pillaba todas al primer fin de semana) aprendes que una vez estrenadas es cuestión de tiempo. Tendrás decenas de oportunidades en Ávila y en sitios peores y a partir de verano, que es cuando sale en formato doméstico estará insultantemente accesible. Es lo que me pasa con las que tengo pendientes.
ResponderEliminarOtra de las ventajas de despegarte de la actualidad (que a mí me ha pasado desde que dejé de trabajar en programas de cine) es la cantidad de tiempo y celuloide inútil que te ahorras. Dos meses después del estreno, películas que piensas que cambian la historia del cine han pasado al más piadoso de los olvidos (por no hablar de los libros: nada tan reconfortante como leer las listas de los mejores libros de años anteriores y descubrir lo bien que ha hecho uno no habiendo leído ninguno)
ResponderEliminarEse hecho, absolutamente irrefutable, alcanzaba su máximo apogeo durante julio y agosto, meses en los que descubrías insólitas e inesperadas joyas (para consolarte de tan desierta y terrorífica cartelera canicular), joyas que al recordarlas en diciembre te producían verdaderos escalofríos. Y sí, si no trabajas en un programa de cine o en un diario, no tiene ningún sentido "seguir" la actualidad, que es cosa diferente incluso a ir "A menudo al cine".
ResponderEliminarPor lo menos tengo la ventaja de que al comentar en un par de páginas los estrenos en DVD puedo pescar en los catálogos de algunas distribuidoras esas que tengo apuntadas y no traen al cine. Magical Girl es uno de estos casos, precisamente. Pero lo cierto es que siempre acaba por quedárseme alguna en el tintero.
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