Publicado en Cine Club Tourneur el 8 de marzo de 2002
Cansado de las dificultades y el hastío permanente por
mantener el cada vez más complicado control creativo
de sus películas, Fritz Lang volvió a Alemania a
finales de los años 50. No fue una vuelta rápida ni
agradable. Hizo escala en Londres donde abortó un
proyecto con Alexander Korda llamado Taj Mahal, y
finalmente, recluido en Berlín examinando proyectos
que en Hollywood eran imposibles, viaja hasta la India
con dinero francés italiano y alemán para abordar el
remake de una antigua película de 1921, llamada "La
tumba india".
Lang quiso dirigir en aquella ocasión, pero no hubo
resarcimiento hasta este excepcional díptico compuesto
por una primera parte titulada "El tigre de Esnapur" y
una segunda titulada "La tumba india", una especie de
regreso al megalómano y sombrío serial de aventuras de
la etapa alemana, pero al que recorre un estilo
apasionante y deslumbrante, puro Lang donde quiera que
dirigiese.
Con una duración total de 197 minutos, inusuales en el
género de aventuras puras y duras, Lang toca techo. En
directa competencia con la alegria de Michael Curtiz,
la musicalidad de George Sidney, el saber hacer de
Richard Thorpe, la magia de Raoul Walsh, los
desheredados de John Huston, los legionarios de Korda
o Wellman, el toque blanco y negro en colores de
Tourneur, en directa competencia con magníficas obras
de Henry King, de Rouben Mamoulian,de Siodmak, de
todos los que han hecho grande el género, y en directa
competencia con su propia oscuridad en la magistral
"Los contrabandistas de Moonfleet": la película es una
extasiante obra maestra del mismo, con lugar para la
duda razonable de si no estamos ante la máxima
expresión de las aventuras de celuloide, ante una
película de las características de "Cantando bajo la
lluvia" o "El sueño eterno" en sus respectivos
terrenos.
Al empezar, hablamos ahora de El tigre de Esnapur, a
verla nos movemos por caminos delicados. La vistosidad
es extraordinaria, la acción distraida y todo coronado
con una criatura celestial como Debra Paget que corta
más la respiración que "Los nibelungos" entera.
Pero vistosa, movida y chica guapa es poco para llegar
tan lejos. El relato avanza en progresión geométrica.
La prodigiosa construcción de la historia (de
argumento más sencillo que el original mudo)
multiplica las emociones a cada minuto, dosifica las
entradas y salidas de los personajes de forma
magistral, madura excepcionalmente la película
vistiéndola poco a poco con la subyugante historia de
un triángulo intercultural castigado por el amor fou,
los celos, la venganza, la ambición y un sinfín de
terrenalidades que Lang exponía y dominaba bajo
cualquier bandera, y que cuánto más frívolo fuera el
material de partida, serial, novelita...más alucinante
partido sacaba.
Termina "El tigre de Esnapur" con satisfacción plena,
con una picelada más sombría, arrebatadora y sólida de
lo que la inocente postalita hindú del principio hacía
preveer.
Pero...¿mantendrá el director y su equipo el mismo, el
mismo, el mismo nivel alcanzado al final de esta
primera parte?,¿perecerán los protagonistas o
sortearán todo tipo de peligros?, ¿decaerá la
película?, ¿se encumbrará hasta niveles
insospechados?,¿estará Debra Paget todavía más guapa?,
¿será...todavía más emocionante?,lea, si se atreve, si
su corazón lo resiste, la respuesta a estos y otros
interrogantes en LA TUMBA INDIA...
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