"Siegfried" tampoco es esa orgía de sexo y poder que es "El oro del Rhin". Es épica pura, contención, aspereza y cariz propio. Un universo homófilo sólo roto por la aparición de Erda y sobre todo Brunhilde, cuya escena final con Siegfried nos devuelve al liebe de "La walkiria" y nos precipita al tan temido como ansiado final, con título de película de Billy Wilder.
En marzo, tercera jornada de esta magna obra de este poeta y genio de la ruptura musical, que uno descubrió al tiempo que Proust y con el que asimila por significación y poder de adicción.
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