lunes, 25 de septiembre de 2017

SCARFACE (1932/1983)

En la tarde del martes santo me dispuse a ver la película de Brian De Palma, que aún no había visto, adorador como soy de su artificioso cine. Cómo no me iba a gustar.

Empieza situándose en el éxodo cubano a Miami, dejándote claro que la mayoría que exiliados son la peor escoria de las cárceles cubanas (firma Oliver Stone). Es curioso que el mismo cariz de denuncia sociopolítica abra las películas de Hawks y De Palma, solo que en si en los años 30 encaja mejor con el gangsterismo, en 1983 te extraña que en plena administración Reagan Universal entregue semejante superproducción anti-exilio de Miami.

Para más inri después se ha convertido en una cult movie que no ha dejado de generarle derechos a Universal en camisetas y culto hortera de media población masculina a la repulsiva y testosterónica hasta pasarse de vueltas personalidad de Tony Montana.

El visionado efectivamente se me hizo un tanto suplicio. Una película injustificadamente larga, inflada a base de estirar las tramas, excesiva, pesada, donde en ese guión de Stone de personajes planos como ellos solos no hacía más que buscar la personalidad de estilista de De Palma, que aparece como tal en contados momentos de puesta en escena, eclipsado por la burrada desmadrada del guión.

Parece mentira que cuando el mundo ya había conocido a Scorsese, a Coppola e iba camino de Leone, pudiese hacerse todavía un cine gangsteril anclado en los años 30 en cuanto a psicología de personajes, entregado a una denuncia facilona para la que no entiendes que hagan falta casi tres horas.

Al terminar, por entenderla mejor si es posible me pongo el "Scarface" de Howard Hawks.

Y entonces, lento de reflejos que es uno, una hora y media después vaya lo entiendo todo.

"Scarface" es una película básica para entender a Brian De Palma, un director cuya filmografía gira entorno a "Vertigo". El cine como arte de revivir a los muertos, con todo lo feo, artificioso o imposible que ello resulte. Qué historia del cine vas a querer rodar una vez rodado lo que ya existe. Vi su película sin recordar nada de la de Hawks y me pareció larga, excesiva y pesada. Posteriormente al ver la deslumbrante obra maestra de Hawks, que hacía como 25 años que no veía, reviví la de De Palma en mi mente, que respeta la línea medular de Hawks, y sus imágenes cobran  pleno sentido en el contexto en la fantasmagórica filmografía de De Palma que tanto nos fascina a algunos. 

La entiendo y amo a posteriori. Brian, el gran necrófilo.¿Había equivocado el orden?. No sé si esa epifanía se hubiese producido de la misma extraordinaria manera.

¿Podría volver a ver ahora el exceso de De Palma?. Tampoco podría asegurarlo. La etérea Judy y la tosca Madeleine. Pero qué absolutamente grande es el cine para deparar tardes así. 

Dentro de quince días volvemos con otra película. El lunes que viene post de novelas.




4 comentarios:

  1. También habría que recordar que "Scarface" de Hawks se basa en “M” de Fritz Lang, otra película-documento nacida de las páginas de sucesos: el silbido de Camonte (Donizetti por Grieg, pero el mismo perfil psicopático), la figura del comisario de policía, el uso de las sombras y hasta la marca de la M (convertida en X)... No hay nada nuevo bajo el sol.

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  2. No es tanto la sorpresa por algo que ya estaba hecho sino por la forma de relacionarse con el antecedente sucia y respetuosa al mismo tiempo, como siempre. De hecho no debería haber sido ninguna sorpresa pero el vago recuerdo del antecedente hizo que no calibrara la extrema fidelidad de De Palma a si mismo. No es una película de Oliver Stone, como alguna vez se ha insinuado. O no solo suya. En cuanto a la de Hawks, no se me había ocurrido lo de "M" y me pregunto si hay una influencia real, dadas las fechas de estreno, o fue un caldo de cultivo como el que originó que "Psicosis" y "La aventura" coincidieran.

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  3. Que una película dependa tanto de otra para que se le aprecie en mi opinión dice poca cosa buena de ella, la verdad... Esos ensayos de apropiaciones, referencias y homenajes al cine no terminan de resultarme nada interesantes. No deja de ser una cuestión particular, lo reconozco. Centrándome en estas, guardo muy buen recuerdo de la de Hawks. La de De Palma es un icono para los nacidos en los ochenta y posteriores que, como es natural, me encantó al verla de adolescente. Pero creo que, a poco que uno madure, toda esa histeria del ultra-narco-macho solo puede resultar estomagante. No me había detenido tanto a pensar en el detalle de la chusma y los exiliados, es un punto curioso para la década, ciertamente.

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  4. Tienes razón en esencia. Lo que sucede es que inmerso en el mundo del cine, conocida su Historia, es un juego al que es difícil no jugar, sobre todo si particularmente uno cultiva un amor por cineastas como De Palma que se dedican de forma intensiva a esa vampirización.

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