LA BELLA DE MOSCÚ: Rouben Mamoulian, que nació en Tbilissi, la misma ciudad que Sergei Paradjanov (27 años antes) y con el que comparte un gran sentido musical de la escena, es un original. No ha tenido el prestigio debido como cineasta, quizás por la maldita política de los autores, en algunos casos maldita, pero su carrera es para rendir un sentido homenaje. En 1927 estrena la obra "Porgy" de Dorothy y DuBose Heyward, que servirá de base a la ópera de Gershwin y dos años después debuta en el cine sonoro, siendo un nombre fundamental en el avance de la nueva técnica. En 1935 es él también el que dirige la ópera de Gershwin. En 1943, cuando se abre el telón y el musical no está contando la preparación de una revista sino que son unos campesinos los que aparecen en "Oklahoma!", dando la escena otros cuatro pasos de gigante sin los que un "West side story" o un "My fair lady" no podrían entenderse, también es Rouben Mamoulian el que está dirigiendo el montaje.
Cuando algo avanzaba en el cine o en el teatro americano Rouben Mamoulian siempre estaba ahí. Con esas credenciales no era posible que su remake musical de "Ninochtka", que venía de las tablas un par de añitos antes con Don Ameche y Hildegard Kneff, fuera un remake convencional o mecánico.
Con todos los respetos que me merece la excelente película de Ernst Lubitsch, y porque sin ella la obra de Mamoulian no podría entenderse, "La bella de Moscú" (o "Medias de seda" en original) me parece que está a la altura. Es una obra maravillosa, una comedia delicadamente rodada en color y en scope que funciona como un engranaje virtuosísimamente engrasado. Puede jugar en su contra que algunos números musicales no están a la altura de los hitos de Donen y Minnelli de la década, pero el primer momento en que Fred Astaire y Cyd Charisse (autores de los mejores pas a deux de la historia) esbozan uno mientras suena el "All of you" de Cole Porter es sin duda uno de los momentos más conmovedores del cine.
No es un remake literal, el protagonista es productor de cine y el detonante es un compositor ruso que compone para su película, en la que trabajará una Janis Paige parodiando a una Esther Williams que prefiere nadar en otros líquidos y a la que a la pregunta de los periodistas sobre su opinión de Tolstoi contesta que "sólo son amigos".
Magnífica, magnífica, magnífica, hay que homenajear a Mamoulian y a Fred Astaire en el ocaso de su carrera, en el que seguía bailando como siempre y donde no esbozó ni sombra de melancolía, que corría el año 1957 y triunfaba el rock and roll, pues Fred bailó en esta peli el "Ritz Roll and rock". ¿Tienes algo que decir Elvis Presley?
Pero si de todo lo que he dicho puede desprenderse la sensación de que los grandes logros de Mamoulian están en el teatro, como hoy cuesta tanto cambiar de chip y de director ante tanto entusiasmo vamos a rescatar otra película suya, clave en su filmografía.
ÁMAME ESTA NOCHE: También tiene su propia deuda con el magisterio de Ernst Lubitsch, que ya había dirigido a la pareja protagonista, pero se trata sin duda de una de las películas más asombrosas de la historia del cine, capaz de reescribir, para quien no la conozca, que fue la división de Arthur Freed en Metro Goldwyn-Mayer la que integró las canciones con la acción mediante el magisterio de Donen y Minnelli. Faltaban aún tres años para que Mamoulian dirigiera "Porgy and bess" en escena y casi 30 para que perdiera esa película en manos de Otto Preminger (hoy tristemente invisible para todos). "Ámame esta noche" está en evolución y riqueza del lenguaje a galaxias del musical de su tiempo y a varias décadas de ventaja de que se rodara algo que pueda asimilarse.
Mamoulian tiene que plantearse dos cuestiones, que el sonido tiene que utilizarse para algo más que para proporcionar diálogos y que las canciones pueden jugar un doble papel A) no interrumpir la acción sino continuarla y explicarla mejor (al igual que pasa en la ópera y Mamoulian había montado óperas) B) pueden ser mostradas a través de recursos cinematográficos y no simplemente registradas de forma teatral. Los números musicales de "Ámame esta noche" son netamente cinematográficos y difíciles de imaginar sobre las tablas y la película es un absoluto prodigio de imaginación y de narrativa que desmiente fulminantemente toda mística sobre el sacro secreto perdido con el cine mudo. Se equivoca quien crea que es una peli de la parejita. Es una obra maestra imprescindible para todo aquel que quiera conocer la historia del cine y sus hitos creativos.
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