LA CIUDAD DE LAS MUJERES

Si el cine no es un artículo de dominical, si el cine no es una fórmula química, ni una mezcla perfecta estudiada en escuelas y manuales. Si el cine no es razón entonces el cine es Federico Fellini.

Damos desde aquí la bienvenida al centenario de uno de los más grandes creadores de la Historia del Cine. Uno de los nuestros.

"La ciudad de las mujeres" es una película maravillosa. Empieza con un grotesco congreso de feministas, tan grotesco como certero en sus afiladas y divertidísimas consignas. Sigue en la mansión de un Don Juan tan grotesco como todo el episodio anterior. Siempre con un Marcello desbordado por el estupor, impotente en su virilidad.

Qué nos está queriendo decir, ¿nos está queriendo decir algo?.

Es una película libérrima para llegar ya a ella crecidito y con visión madura de asuntos reales, tangibles y de carne y hueso de suma importancia. Fellini no nos va aclarar nada.

Papá Arte no está aquí para darnos leccioncitas. El Arte no tiene moral y cuando la tiene o tiene demasiada es casi seguro otra cosa:un manual de urbanidad.

Fellini no quiso ser incorrecto, creo que ni sabría lo que querría decir eso. Fellini nos convirtió en privilegiados dejándonos asomar a su mundo de una imaginación prodigiosa e inagotable, y desde luego nos retrató en cierta escena tierna y despiadadamente a los amantes del cine.

Un mundo freudiano y proustiano, un mundo incandescente de magia cinematográfica que, obviando que la película es larga y desmadradamente irregular (a estas alturas cosa que me interesa poco y casi agradezco), me deja con una sonrisa de encantamiento, una sonrisa irónica y dulce, como la de las mujeres de su hermosa conclusión.

Sirva esta "obra mayor" para desearles a todos ustedes una FELIZ NAVIDAD