Es posible que "Los fantasmas de Ismael" (Arnaud Depleschin, 2017), como sucedía con "Tres recuerdos de mi juventud", no funcione todo lo bien que debiera pero ello es debido a que para bien o para mal se encuentra tras ella un muy reconocible Depleschin, al que se le puede acusar de todo y de cosas muy feas menos de haber sido abducido.
La misma narrativa ansiosa casi bulímica, el mismo generar historias y personajes y hacerlos derivar sin demasiado control. Hay muchas películas aquí y es cierto que la más notable de ellas es el regreso de la esposa. Y seguro que está escrita en alguna parte la receta sobre cómo hacer funcionar una película sobre eso con mesura y equilibrio absoluto para que la junta de ombligos que acude a los festivales a hacer peritajes no proteste.
A mi la película no me funciona bien pero también por momentos me fascina muchísimo y en desvíos como los de los personajes de Louis Garrel y Alba Rohrwacher seguro que se encuentra a la larga la clave de uno de los novelistas cinematográficos más importantes que tenemos.
No se trata de conceder inmunidades pero seguir a golpe de "tú vives, tú mueres" acabará enviándolos a todos a la sala de montaje para contentar a un público perezoso, exterminará toda variedad y acabará creando una especie de usuarios del manual del perfecto guionista.
Este tipo de film "fallido" alimenta el ecosistema, que sigan fallando porque solo de ahí sale brillantez en el film presente y en films futuros, y no doy un duro por la versión "reducida", seguramente más visible
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