sábado, 23 de julio de 2022

EL OJO DEL DIABLO




 Me las prometía muy felices sentándome ante esta película en un supuesto momento dulce de madurez analítica. "No me voy a quedar en la obviedad, que seguramente no sea una de las mejores de Bergman, sabré ver otras cosas".


Rápidamente el chasco es mayúsculo, la película es francamente una tontería que pretende tener un cierto sentido del humor que no tiene y además de tontería es bastante pelma. Sin embargo, y palabrita que no es por la necesidad desesperada de salvar a Bergman, que no la tengo ni me van a recompensar por ello en el Paraíso (metáfora muy bien traída en esta ocasión), a medida que voy desconectando de lo que me cuentan, el Diablo y Don Juan conchavados para hacer caer la virtud femenina (una de esas brillantes ideas que se le ocurren a uno en plena noche sin volver a leerlas al amanecer), a medida que voy desconectando sí que me turba y a ratos fascina la búsqueda de Bergman y Gunnar Fischer en la puesta en escena, en la colocación del reparto, en los fondos, en los segundos términos, la creación de escenas realmente tensas y perturbadoras en su ritmo. Y quizás la fascinación sea mayor cuanto más choca con el desastroso texto.

Y me alucina Bibi Andersson, plano por plano, y en uno en particular, despertando junto a Don Juan, con un labio levemente herido, me acabo preguntando cómo habría funcionado en el cine de por ejemplo un Polanski, como enbarazada indefensa. Es una película que a pesar de su torpeza y su carácter fallido, por fuerza Bergman tenía que creer en ella de algún modo, que tiene un puñado de momentazos, que cabría preguntarse qué papel jugó en el posterior devenir de su cine en los 60 (como aprendizaje, banco de pruebas o evolución para llegar hasta unos comulgantes) y que francamente no me importaría volver a ver en el futuro sabiendo con claridad lo que tengo que buscar y dónde tengo que mirar.

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