lunes, 19 de diciembre de 2016

EL LADRÓN DE BAGDAD (1924)


Me resulta tentador hablar de muchas de las cosas que simboliza la adoración a este film y muchas de las que simboliza el repudio a este film pero quizás merezca la película que hablen de ella, sin mediar símbolos de por medio, sin ser un estandarte de una batalla idiota sin final. No es fácil.

Mientras escribo estas palabras desfilan tras mi cabeza imágenes de "ET", una película magnífica de Spielberg, una heredera de una tradición de inventiva y entretenimiento llenísima de belleza y de talento artístico. Si el epic empieza con "El nacimiento de una nación", la fantasía, casi el propio Hollywood empiezan con "El ladrón de Bagdad".

Raoul Walsh fue el director pero el alma mater del proyecto fue Douglas Fairbanks como productor, guionista e imprescindible actor sin cuya impronta física la película no podría entenderse.

Los impresionantes decorados son de William Cameron Menzies, otro nombre clave en el Hollywood posterior, autor de esta película y casi autor de "Lo que el viento se llevó". Un Cameron Menzies que tenía el ojo puesto, cosa que no es muy difícil de adivinar en el Lang alemán.

¡El vestuario es de Mitchell Leisen!. No están todos los que fueron pero fueron todos los que están.

El operador de cámara fue Arthur Edeson, que luego firmaría "Casablanca" y sus luces arquetípicas sobre Ingrid Bergman. La manera de filmar a Ingrid Bergman en "Casablanca" ha definido prácticamente el cine clásico de Hollywood

En "El ladrón de Bagdad" la protagonista femenina es muy floja pero entre los secundarios vemos arrebatados a la sublime Anna May Wong. La cabecita de Sternberg asoma por allí.

Se trata de una obra muy larga, quizás en exceso, donde afloran esa inventiva, esa imaginación y esos prodigiosos efectos especiales (casi un anatema citarlos) sin cesar, puede que sea ésa su pequeña limitación. Yo no diría que sea mejor película que otras obras del periodo de Lang, de Murnau, de Von Sternberg, de Griffith, de Sjoström, de Dreyer, de Chaplin. 

Pero si hay células madre, hay cine-madre. El ADN del cine no podría entenderse de la misma manera sin "El ladrón de Bagdad". Algunos creen que desgraciadamente o en el mejor de los casos le perdonan la vida. Yo no. No pasa nada. Mientras no nos llamemos cosas los unos a los otros. No pasa nada.

Otro cantar. Me encanta la restauración digital. Ya sé que debería adorar el grano y el olor de las páginas de los libros. Ya me lo llamo a mí mismo. Así de embrutecido estoy. Creo que si Walsh, Edeson y Menzies hubiesen podido éste es el aspecto que le habrían dado a la película. Honestamente.








 

3 comentarios:

  1. Pues iba a escribir yo algo propósito de esta película, que me parece extraordinaria en su primera mitad, y que en la segunda me deja algo indiferente en su acumulación de peripecias. Y es que la vi casi a la vez que Elle, con la que comparte el punto de partida de la narración: un hombre irrumpe violentamente en el espacio privado de una mujer-me hacía gracia las muy diferentes ramificaciones de ambos relatos, si en Raoul Walsh tenemos una estructura clásica, en la que el héroe tiene que repetir ese gesto, pero en las condiciones apropiadas, en Verhoeven vemos todos los tópicos de los textos perversos, en los que el goce parece descansar en el hecho de que ningún acto sea verdadero. Yo también soy fan de las restauraciones digitales, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de las pelis las disfrutamos en gadgets digitales

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  2. Ahora llega a filmin la tongada de estrenos otoñales que me he perdido. Ardo en deseos de ver "Elle".

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    1. Pues a ver qué te parece, a mí me recuerda demasiado a esos gags algo tontos de las pelis de Buñuel en Francia, muy bien envuelto en estructura de thriller tramposo (que es lo que vuelve loco a los críticos en los festivales, cansados de ver planos largos a todas horas)

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