lunes, 6 de mayo de 2019

LA LISTA DE SCHINDLER

Con la imdb en mano creo que vi "La lista de Schindler" un 6 de marzo de 1994 en el cine. Me gustó mucho aunque a los 16 años ya no pude sustraerme a ese intenso debate sobre la representación del Holocausto en el cine y ya me pareció interesante lo cuestionada que estaba, incluso como odisea de un pueblo particular y no universal, cosa que ahora no creo que sea completamente cierta. En 25 años muchas veces la he querido volver a ver desde otra óptica mucho más cinematográfica, exclusivamente cinematográfica. Al fin y al cabo, me decía a mi mismo, "no estamos en un congreso de semiótica, qué más da cómo representa el Holocausto, la película necesita una mirada de espectador, no de semiólogo".
Con un mayor conocimiento del cine de Spielberg, también del de David Lean, creo que es fundamental en Schindler, he procurado aplicar esa mirada cinematográfica que funciona a las mil maravillas cuando Spielberg desarrolla la historia del protagonista, Oskar Schindler (excepcional Liam Neeson) y su antítesis el oficial nazi Amon Goeth (Ralph Fiennes). Si alguna vez ha estado cerca del tempo, los recursos y las capacidades de su admirada Lawrence ha sido aquí mismo. Su narrativa es prodigiosa, de una fluidez y de una maestría inabarcable, para estudiar al milímetro.
No me convence o él no está tampoco muy convencido cuando la película se desliza de lo individual a lo colectivo. Spielberg no es un teórico del cine, es decir, se habrá planteado mil veces problemas de índole narrativo para hacer más hipnotizante su película pero probablemente no ha reflexionado bastante sobre el irresoluble problema de la representación de la violencia en el cine, y peor aún de la representación del más cruento episodio del imaginario colectivo del siglo XX (¿no quedamos en que no ibas a hablar de eso?). Lo que sucede es que los episodios violentos, que no pueden elidirse porque no tendría sentido, están tratados de forma brusca, desconcertada y desorientada. A veces parece que filme Tarantino (la pistola encasquillada), a veces parece que filme Haneke, creo que Spielberg realmente no sabe qué hacer con ellos porque su única idea es que "todo aquello fue horrible" y a veces peca ciertamente de carrusel de horrores, comete a mi juicio el error de transformar en pieza narrativa planificada y calculada casi cada asesinato a sangre fría (y hay muchísimos) entorpeciendo la esencia de la historia que cuenta, que tiene por si misma un intenso valor emocional al individualizar la vida y la muerte de cada ser humano con nombres y apellidos.
En ese sentido el arrebato final de Liam Neeson, del que tanto nos reíamos, no puede tener más sentido, y la aparición de la niña de la chaqueta roja es perfectamente lógica, mucho más lógica incluso que poética. Lo "cinematográfico" como entidad completamente aislada no existe, me ponga como me ponga, por tanto por mucho que me guste la peli me parece más que comprensible que esos congresistas de ese sarao imaginario de semiológia de la imagen clónica, que habría hecho las delicias de Buñuel, sigan con el ceño fruncido a la par que la obra sigue afianzada como clásico moderno.


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