lunes, 8 de agosto de 2022

NORMA

25 de julio de 2022 

Tarde de gloria en el Liceu. Acabamos temporada con "Norma" de Bellini. Concurren en esta función el director de orquesta Domingo Hindoyan, que se ha desayunado unas críticas demoledoras el hombre, y su esposa la soprano Sonya Yoncheva, una de las voces más populares del panorama actual. En un coliseo tan dado a deserciones de última hora, tal cumplimiento solo puede ser debido a que sus niños llevan ya un mes de vacaciones y no se les ha ocurrido nada mejor que pasar la tarde en el foso y en escena para variar un poco la rutina vacacional. Pero da igual porque como viene siendo habitual no acierto ni que me maten. Resulta que la que ha hecho Historia ha sido la soprano Marina Rebeka, los días que ha estado Marina Rebeka, claro, que ha puesto Barcelona a sus pies.

Pero chascarrillos aparte, el protagonismo se lo ha llevado desde el primer día la puesta en escena de Álex Ollé, de la fura dels Baus, con un escenario de Alfons Flores atestado por 1500 crucifijos y una iconografía religiosa y militar vinculada al nacionalcatolicismo. Tal puesta en escena se llevó aplausos y abucheos el primer día, abucheos de gente molesta por la alusión al catolicismo, imagino. No sé, mi problema no es con la alusión a una determinada religión, yo dudo, leo por un lado que pretende subrayar el carácter escindido de Norma entre sus obligaciones religioso-militares y su vida íntima (de ahí ese colorista y desconcertante escenario familiar donde duda si matar a sus hijos) y no el triánguloso amoroso. Por otro lado me parece cogido por los pelos ir al nacionacatolicismo para sustituir el mundo celta donde las sacerdotisas tienen voz y voto sobre la paz y la guerra. Mi pero es muy literal y el pro es excesivamente genérico. Pero creo que es una puesta en escena que me va a dejar siempre en la duda, porque además se reserva un efecto sorpresa final que no es por purismo pero me parece un exceso de interpretación por parte de Ollé y una forma brusca de terminar una obra cuando la música no está apuntando a esa dirección.A veces se pasan mangoneando las obras en favor de su visión, por muy interesante que resulte, y les da igual la música.
Dudo porque a tenor de los efectos que produce ese bosque de crucifijos crea el misterio mágico de un bosque y también puede llegar a ser estático y agobiante. Y escuchado maravillosos pasajes del acto II, que no todo es "Casta diva", a medida que nos acercamos al final, la sensación que se apodera de ti es que obra es muy superior a montaje, quizás porque se ha cebado escénicamente en un solo aspecto, ese poder religioso-militar, que han entendido como la capa más profunda, y eso se ha comido todo el escenario y el pulso dramático. Hay un triángulo, que es lo que supongo que entienden como la capa superficial, y precisamente los mejores libretos están construidos sobre la combinación de las dos capas.
Finalmente Sonya Yoncheva tras varios saludos hace un último amago cogiendo de la mano al reparto y el tramoyista le baja el telón en las narices, para su pasmo. Cuando imagino que va a rectificar y volver a subir, nada de nada, "hala, a casita, que tengo el coche mal aparcado". Eso en el MET no pasa, habrá pensado la Yoncheva.



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