Sorprendente y agradable encuentro con el cine de Michel Ocelot el que he tenido accidentalmente. Una animación delicada y hermosísima, sin virguerías hiperrealistas, pero sobre todo al servicio de un cuento contado lejos de los moldes narrativos archiconocidos de los de siempre (me encanta Pixar, pero qué alegría ver otra película de animación concebida de otra manera).
La emoción de la narrativa de "Azur y Asmar" es enorme y no cuesta nada de seguir, tiene alguna caída que es casi funcional, por aquello de que es un verdadero error tenir una peli en alto todo el metraje: pero tiene un timbre propio, una modulación que no se parece a la de otros directores u otras productoras. Una experiencia que los niños-y los no tan niños- deberían tener más a menudo (ahí Hayao Miyazaki-porque no muchos más- es quien más puertas ha abierto para el gran público infantil).
Y lo mejor es que se trata de un cuento muy agudo acerca de las diferencias culturales-usando dramáticamente la variedad de lenguas- y las supersticiones y prejuicios sociales, con una conclusión romántica tan magistral y previsible si se quiere, que si la han visto los responsables de "Shrek" deberían estar muriendo ahora mismo lenta y dolorosamente de la vergüenza. No se puede ni se debe acabar de otra manera un cuento, que se pretenda ejemplarizante y moralizante, ni se puede hacer mejor la película. Hay que poner en nómina a este señor, vergonzante afirmación mía para los que seguro que gustan de él desde hace tiempo.
Siempre he tenido prejuicios (completamente arbitrarios) contra esta película, y eso que conozco admiradores absolutamente rendidos de ella.
ResponderEliminarMe la apunto.
Yo también los tenía, pero más que arbitrarios es porque por algún lado hay que filtrar y algo hay que descartar de entrada para no vivir frustrado.
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