sábado, 15 de noviembre de 2014

EL BUEN SAM


A estas alturas tiene uno la falsísima sensación de haber descubierto ya lo más esencial del clasicismo cinematográfico estadounidense, pero nada más lejos de la realidad, aunque sólo sea por no haber buceado lo suficiente en las filmografías de grandes clásicos como Leo McCarey.

"Good Sam" está realizada sólo dos años después de "Qué bello es vivir" de Frank Capra, con la que guarda cierta conexiones, aunque sólo sea por contexto social en el que están realizadas, al final de la espantosa II Guerra Mundial y en un escenario de crisis económica y difícil reintegración.

Ninguna de las dos posee el punto de vista radiante que aparenta poseer, pero las dos tienen claro su camino. McCarey realiza una comedia alejada de vértigos y prisas. "Good Sam" es lenta pero muy convincente, atrapa el timing moderado pero elegante y estudiado de cada escena, cada vez más lejos del standard de Hollywood, fiel a la visión única del cine de Mc Carey que le llevó a una pieza tan insólita como "An affair to remember".

Y junto a la perfecta adecuación de Gary Cooper, ningún otro habría podido ser tan insoportable como admirable personaje, la excelsa y antológica labor de la comedianta Ann Sheridan, el personaje más auténtico, más entrañable, más comprensible, humano, mejor diseñado e interpretado de la película. Sin ella no habría función, ni se entendería nada.









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