domingo, 4 de marzo de 2012

BUENOS DÍAS, NOCHE

Los terroríficos interrogantes, teorías conspirativas (o calumnias) que todavía existen sobre el secuestro y asesinato de Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana, apenas se plantean en esta excelente película de Marco Bellocchio. Para tener alguna idea sobre ellas acudiré a "Il divo" de Paolo Sorrentino, pero tampoco era cuestión de dedicar el fin de semana al caso Moro.

Marco Bellocchio es un director italiano al que descubrí hará unos veiente años con "La condena" un film, que despertó las iras de los movimientos feministas, por lo poco que entendí de él en mi ingenua adolescencia, de forma bastante justificada.

En España ha ido estrenando irregularmente, aunque no me reencontré con él hasta ver hace un par o tres de temporadas "Vincere".

"Buenos días, noche" tiene algunas cosas en común, como la brillante utilización de imágenes de archivo para contar una historia personal y colectiva, en este caso la de los que secuestraron y finalmente asesinaron a Aldo Moro.

Curiosamente la película se desmarca de cierto cine de terrorismo de los 70 que vimos en la década pasada, un cine muy acompasado por una narración muy vibrante y muy musical. No estamos ante "Munich", "Salvador" o "Carlos", películas de resultados dispares por otra parte. "Buenos días, noche" no histeriza la narración (algunos lo hacen de forma sublime), mantiene una tensión resultante de la privacidad tétrica de la protagonista (espectacular Maya Sansa) con su vida pública en una convulsa Italia. Con pequeños detalles (la tele italiana en fin de año, el homenaje a los partisanos, los vecinos, el compañero de trabajo) la película dice muchísimo. Las imágenes son sencillas e hipnotizantes.

Otro asombroso parecido es que con la emocionante "La mejor juventud" de ese mismo año (donde no logro recordar qué se dice del caso Moro), por la participación de Maya Sansa y Luigi Lo Cascio, y por la singular mención a los cambios en las instituciones psiquiátricas.

Mucho cine italiano sobre política y sociedad ha salido en pocas líneas, pongamos otra vez en marcha la envidia como deporte nacional español y lamentemos que lo que allí son películas de buena calidad, aquí sean miniseries mediocres de la cadena amiga.







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