lunes, 4 de noviembre de 2013

TOPAZ+EYES WIDE SHUT

Dos de los directores más populares del siglo XX (con permiso de Spielberg y De Mille) tienen en el mercado sus packs en blu-ray. Mientras estoy en los inicios de Hitchcock estoy en los estertores de Kubrick.

TOPAZ

Nunca tuve muy mala opinión de esta película, incluso vista en aquellos vhs de CIC Video y doblada. Ahora que se puede ver en blu-ray, la forma más cercana posible a su estreno dado que esa mala fama hace improbable que vuelva a los cines (donde últimamente no van tan mal de clásicos como siempre, al menos en las grandes capitales), resalta su cercanía a formas y procederes de Hitchcock, como esa pieza inicial danesa buscando siempre el tópico identificativo para hacer funcionar el suspense.
La búsqueda del tópico clarificador parece el motor que lo lleva a esos tan traídos y llevados castristas de tebeo, lo que ha podido influir en la mala recepción de la película, pero esencialmente no se ha perdido el Hitchcock de siempre, que siempre prefiere un gag visual y un prodigioso sentido de la observación y el detalle a una explicación.
Pero "Topaz" interroga también sobre todo por nuestra relación con los cineastas a los que acompañamos en sus carreras, ¿qué pasó realmente en su estreno?, ¿tan desnivelada la veían de verdad?. ¿Qué pasa con la películas de Woody Allen, Clint Eastwood o Martin Scorsese?. ¿Se mantienen ellos extremadamente fiel a si mismos mientras nosotros cambiamos?, ¿evolucionan ellos y cambiamos nosotros mucho más despacio?, ¿por qué las carreras de muchos directores desarrolladas durante décadas no suelen tener parecida suerte entre dichas décadas y luego son los años los que revelan cualidades insospechadas que no se vieron en su momento?.
"Topaz" quizás siga sin contarse entre mis favoritas, pero tiene no pocos momentos de verdadero asombro, conmoción entorno al antológico personaje de Juanita de Córdoba, y una pertenencia orgullosa y fresca al corpus Hitchcock.






EYES WIDE SHUT

Vista por segunda vez, la primera fue el día de su estreno, la última película de Kubrick no se me podía antojar más suya. Hiperpublicitada en su día gracias a la entonces pareja de moda, un Tom Cruise elegido por los mismos motivos que se eligió a Ryan O'Neal en "Barry Lyndon" y una Nicole Kidman previa a su aplicado y sistemático destrozo físico, de "Eyes wide shut" sobrevive un insólito punto de vista.
Tom Cruise está más horrible que nunca, ya me pareció en su día que Kubrick usaba primeros planos de otras películas, pero no, es que pone siempre la misma cara hasta extremos virtuosos. Nicole Kidman está mejor pero su papel es un tanto hueco, y el mejor actor, tan bueno que es incluso poco kubrickiano es Sidney Pollack.
En ese empeño de Kubrick por decir la última palabra en todo, trazando un escrupuloso compendio sobre sexualidad humana, nos dejó en esta ocasión unos monumentales 160 minutos en los que a través de su fascinación eterna y declarada por el austríaco mundo del deseo, de estructuras geométricas, de Max Ophuls, Kubrick aplica en él su punto de vista de extraterrestre que examina desde fuera y convierte la azulada y pesadillesca Nueva York en un plató de señas de identidad similar a las del espacio de "2001" o el hotel de "El resplandor".
"Eyes wide shut" es el autista homenaje de Kubrick a Ophuls, es una película absolutamente fascinante, pero que no resiste el más mínimo análisis sobre su autenticidad emocional o su capacidad de transmitir la experiencia o reflexionar sobre ella.
Es una película completamente ida de la realidad y construída sólo teóricamente sobre ella, pero es tal su pulso sostenido sobre esa estructura de ida y vuelta y su fe en la artificiosidad del cine y en su poder evocador con poder de aislar y aupar a la peli de todo lo que la rodea, que sólo me queda echar de menos cuando cada ciertos años Warner auspiciaba un proyecto imposible en el espacio, en la Inglaterra conductista, en la pintura de otros siglos, en hoteles en la nieve o en Vietnam.
"Eyes wide shut" es tan absoluta y gozosa como completamente indefendible en su trama sobre organizaciones secretas, orgías, sueños y deseos, en su carácter pretencioso está también su carácter único como acontecimiento comercial de su momento. Echo de menos películas así en el cartel y personalidades de esa condición. Alguien que nunca ha estado en mi panteón pero que ha cultivado esa emoción gélida de proyecto único, de acontecimiento de masas irrepetible e inimitable. Echo de menos más cine pretencioso, se supone que lo hay en cantidad, yo no lo veo, echo de menos, el verbo pretender en el vocabulario de los cineastas, de forma triunfante o fracasada, qué más da.










2 comentarios:

  1. Muy buenos apuntes sobre el cine y la manera de verlo y entenderlo, tanto en el artículo sobre 'Topaz' como en el de 'Eyes Wide Shut'. Reflejan una gran capacidad de reflexión y de independencia, incluso frente a los propios prejuicios. Desde aquí mi admiración.
    En cuanto al tema que planteas en la segunda, creo que en la actualidad se confunde cine pretencioso con poner a prueba la resistencia o la fidelidad del espectador una exigencia en exceso desafiante o provocativa, frecuentemente en aras de una forzada voluntad de autoría.
    Se me ocurre que quizás Terrence Malick sí podría proponer algo en esta línea que añoras. No muchos más.

    ResponderEliminar
  2. Gracias. Yo también había pensado en Terrence Malick, o al menos es de los pocos que despiertan en mí expectativas enormes que no me importa que luego no se cumplan del todo. Lo prefiero así a que triunfe completamente y guste a todo el mundo. Es muy interesante ver cómo las opiniones propias, las ajenas y las colectivas cambian a lo largo de las décadas.

    ResponderEliminar