Garci en Turquía
Hace cosa de un año escribí en este blog un pequeño artículo haciéndome eco del impacto y de la importancia que habían tenido para mi dos películas de Nuri Bilge Ceylan "Lejano" y "Los climas". No cambiaría ni una coma de lo dicho sobre esas películas, no lo necesito, pero inevitablemente necesito hacerme eco de que inesperadamente, y no porque desde "Tres monos" no hubiesen motivos para la preocupación, Ceylan parece un director acabado, para mí me refiero, y eso es muy raro cuando alguien ha sido tan importante.
No suelo comentar películas que no he terminado de ver, absurda y nada creíble práctica (lo hice con "Misterios de Lisboa" y me redimí a medias con la sublime versión en serie de tv), y casi nunca comento películas que me parezcan espantosas, pero habiendo llegado exasperado y suplicante en un segundo intento con "Winter sleep" a la mitad de sus abusivos e injustificados 195 minutos (y jamás he pedido que los films duren lo mínimo posible, pero esto es pasarse para nada...), ¿habrá premiado Cannes a lo largo de su historia una película peor?, ¿más fea?, ¿más pretenciosa?, ¿más falsa?, ¿más vulgar?.
Es que no me vale que todo remonte en la segunda parte, ¡si llevas más de hora y media de primera parte infame!, no me vale que todo cobre sentido (no es falta de sentido de lo que adolece), mi indignación y mi dolor y crujir visual no tienen límites, mi aburrimiento, mi desesperación, el sentirme molesto y ofendido no puede esperar una segunda parte. Decía William Hurt en "El turista accidental" "ya estamos con tu problema es que..."...Qué manera de reprocharse tienen los personajes tan antinatural, tan impostada, tan de mentirijillas.
Menuda pose de película bergmaniana, de película seria e importante que proclama su importancia en cada diálogo, a cada cual más mediocre, menudo abuso de Schubert, menudo infantilismo el hotelito en invierno donde unos personajes se dicen las verdades (la premisa que se le ocurre a cualquier adolescente en plena efervescencia creativo-autocompasiva).
Es que tampoco pude acabar "Érase una vez en Anatolia", en ambos casos lo he intentado dos veces, pero allí era una falta de afinidad razonable y aceptable con lo que se contaba y se veía, un desinterés personal tolerable, una pereza admisible. Un pacto entre caballeros. Tu muestras-yo no miro. En este caso, ya que estamos con los reproches baratos en la línea "tu problema es que...", el problema es que Bilge tenía algo de carne y algo de vida vivida que contar, había visto algo de cine y la combinación entre ambas cosas le duró dos películas que le convirtieron en estrella de Cannes. Ni si quiera el decepcionante Haneke patinó tantísimo cuando le empezaron a regalar Palmas por sus películas más complacientes y facilitas, y no carentes en absoluto de interés, al menos la interesante "La cinta blanca", antes de que con "Amour" convirtiera la vejez y la enfermedad en un espectáculo sensacionalista. Pero aún así son las películas equivocadas de un autor, no la obra de un chaval de quince años con granos (mentales) e ínfulas
Ahora Bilge ha tenido que seguir en el negocio por narices, su posición en la industria festivalera era ya demasiado elevada, ya sin carne ni vida vivida, y con una indigestión cada vez peor del cine visto. Más que Bergman o Chéjov, es puro Garci en Turquía, la mismita mala asimilación de modelos, la mismita impostación rechinante de diálogos sobre sentimientos que se oyen como uñas rasgando una pizarra, sólo que Garci (o Isabel Coixet, otra con la que tiene mucho en común, y no lo digo por denigrarlo, es que es algo que veo en su mirada de pretendido dramaturgo que no pasa de articulista de dominical) no son ni ha sido tan petulantes como para hacer durar 195 minutos a ninguno de sus equivocados proyectos melodramáticos. Es mucho peor que esos dos, a los que también abandoné en su día. Hay que ser nulo y pagado de ti mismo...Es el final...my friend, es el final.
La semana que viene otra película de 195 minutos. Pero ahí acaban las coincidencias.
Ahora Bilge ha tenido que seguir en el negocio por narices, su posición en la industria festivalera era ya demasiado elevada, ya sin carne ni vida vivida, y con una indigestión cada vez peor del cine visto. Más que Bergman o Chéjov, es puro Garci en Turquía, la mismita mala asimilación de modelos, la mismita impostación rechinante de diálogos sobre sentimientos que se oyen como uñas rasgando una pizarra, sólo que Garci (o Isabel Coixet, otra con la que tiene mucho en común, y no lo digo por denigrarlo, es que es algo que veo en su mirada de pretendido dramaturgo que no pasa de articulista de dominical) no son ni ha sido tan petulantes como para hacer durar 195 minutos a ninguno de sus equivocados proyectos melodramáticos. Es mucho peor que esos dos, a los que también abandoné en su día. Hay que ser nulo y pagado de ti mismo...Es el final...my friend, es el final.
La semana que viene otra película de 195 minutos. Pero ahí acaban las coincidencias.
Primera voz de apoyo a Nuri: aunque no representa el tipo de cine que prefiero, creo que Sueño de invierno es una película notable, aunque un poco desequilibrada, especialmente si la comparamos con la magnífica Érase una vez en Anatolia. Esta última me recordó a las novelas de Sciascia, aunque sin su rapidez –pero esta cuestión es relativa: uno tarda más de tres horas en leer El día de la lechuza.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que Sueño de invierno está quizá sobrecargada de cinefilia: las citas de Au hasard Balthazar, La regla del juego, y alguna otra que se me ha ido... En cuanto a Bergman, seamos sinceros: también en Bergman hay a veces diálogos chirriantes, escenas de violencia verbal impostada... pero no nos parece tan grave porque su obra va mucho más allá de sus errores.
Para mí, Sueño de invierno funciona a pesar de sus baches de ritmo y sus diálogos equivocados; veo en ella la mirada de un gran fotógrafo, tanto de paisajes como de figuras humanas: qué veracidad en el criado del protagonista, en el clérigo, hasta en el turista japonés: como en los buenos retratos, aunque no conozcamos a los originales somos conscientes del parecido.
Lejano y Érase una vez en Anatolia mostraban a hombres solitarios corroídos por la melancolía de un amor frustrado; pero no mostraban los motivos de esa frustración. Sueño de invierno se atreve a intentarlo y, aunque el retrato de la pareja protagonista resulte un tanto desenfocado, me parece una película honesta, y no un producto prefabricado para los festivales.
Por cierto, hoy he visto Río sin retorno en la filmoteca de Cantabria, y estoy preparando un comentario sobre ella. ¡¡¡Aquí sí estamos de acuerdo!!!
Un saludo,
La acogida de la película ha sido indudablemente muy buena y las voces de apoyo son muchísimas (bienvenida la tuya y la de quienes quieran, claro). No tengo ninguna intención de cuestionar ese apoyo, algo a lo que es muy aficionada la cinefilia (a lo que hemos sido muy aficionados). No considero que la gente esté equivocada, sobrevalore o se haya dejado llevar por...llámalo x...Creo que es un buen momento para trazar los itinerarios personales y tratarlos como tales, como puramente personales. Cada relación con un director da para una historia completamente diferente. Mi visión del film de Bilge está totalmente condicionada por mis últimos, pongamos, diez años de vida. Es un director que se liga y se desliga de mi experiencia de una forma abrupta, de quita y pon. Como no soy crítico de cine, ni escribo en un medio de suficiente difusión, puedo enfocar como he enfocado los dos textos sobre Bilge, como lo he hecho. Con una cierta "irresponsabilidad" sobre la película.De haber escrito una crítica para empezar me habría quedado hasta el final al menos una vez, y siendo negativo el enfoque habría sido otro. Rara vez soy tan destructivo en este blog. Los dos textos, que significativamente no están titulados como las películas que comentan, de alguna manera están contando una historia personal.
ResponderEliminar¡Qué suerte, "Río sin retorno" en pantalla grande!, cómo debe lucir. A ver si la próxima vez que voy a Santander tengo suerte con la programación y me cae una de ésas.
Un saludo
Bergman puede copiar a Bergman con tanto derecho como Bilge Ceylan, aunque lo suela hacer con menos descaro.
ResponderEliminarA mí me gustó Winter sleep, y entiendo que el dire y el cámara se vayan a la Anatolia profunda a rodar, pero se me escapa qué se les ha perdido allí a los personajes de su peli.
Lo de los filmes cuyo tema central es su inmensa importancia e insoslayable profundidad es una plaga festivalera imposible de erradicar. Luego se extrañan de que el cine pase de largo y busque cobijo en películas menos infatuadas...
Ya no por Bilge en particular, pero desde luego la diferencia entre ser profundo y parecer profundo (suponiendo que eso ser una virtud primordial) es todo un tema. Y lo que se lleva ahora, ser profundo es ser rematada y desesperanzadamente pesimista. La única lucidez posible, que dicen, con enorme desatino a mi entender.
ResponderEliminarMira que suelo ser escéptico hacia este cine trascendente (y sobre todo tan extenso), pero la verdad es que a mí Sueño de invierno me convenció. No sabría si para resistir una segunda mirada, pero el caso es que la llegué a disfrutar (quizás precisamente porque no es el tipo de cine que más pudiera saber apreciar). En comparación con lejano, eso sí es cierto, eché de menos ese afilado sentido del humor que evitaba la caída en la compasión fácil hacia los personajes.
ResponderEliminarSobre Haneke diré que adoro Amor. Es de las películas de la última década que más me han impresionado. Insisto que quizás se deba porque en general no suelo tener en gran estima el cine del austríaco, que muchas veces me parece que le gusta ponerle las cosas difíciles al espectador por puro capricho y con bastante soberbia (con excepciones).
Sueño de invierno" y "Amor" son de las películas que más han impresionado en la última década. Con Bilge me he ido desinteresando y vamos, no sé qué tendría que hacer para que le volviera a echar un vistazo. Con Haneke espero que vuelva al sendero de "Caché", que me parece que es su mejor película.
ResponderEliminar