viernes, 20 de mayo de 2016

TERCIOPELO AZUL


Reviso "Terciopelo azul" en gran parte animado por lo mucho que la cita Foster Wallace en su artículo sobre "Carretera perdida". Y a la vez me hace que intente unirla a cierta narrativa americana contemporánea, a los que también cita el escritor, DeLillo, Pynchon. Esa extrañeza sobre América procedente del propio americano. Ese mirar y volver a mirar sobre lo cotidiano hasta apreciar una revolucionaria distorsión.

Y ya tenía mentalmente algo preparado del tipo "ya está todo en ella", el aparente crescendo de las últimas de Lynch sólo es aparente, pero no. Debo decir que me ha sorprendido, o decepcionado, bien, ninguna de las dos es la palabra adecuada, más bien he entendido y situado debidamente que las últimas tres, cuatro películas de Lynch sí son un logro y varios pasos adelante.

No resulta difícil entender el revulsivo que debió suponer una peli tan estupenda como ésta en el herido panorama del cine americano de los 80, lleno de grandes y heroicas películas solitarias. Y no resulta difícil disfrutar qué continuadora es del cine de Alfred Hitchcock, no a la manera del gran discípulo De Palma, hacedor de esperpentos hitchcockianos, sino codeándose con él, siendo su equivalente en el cine de su tiempo en cuanto a manejo visual de las pulsiones.

Pero...está un paso antes en cuanto a libertad, un paso antes en cuanto a imaginación, un paso antes en cuanto a exploración de posibilidades, en cuanto a apurar todo su potencial. ¿Ello es malo?. No, no se me ocurre ningún gran cineasta al que admire que no haya vivido su propia evolución, su personal camino de perfección. Casi nunca estaba ya todo allí.

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