Inconfundible hija de la primera década del siglo, comienza planteando una historia de treintañero enfermo y refunfuñón en clave de comedia musical, de la mano de Rivette para pasarle el testigo después a la reina de las manzanas de la Donzelli. Podríamos caminar hacia su redención con tintes de comedia romántica pero como otras películas de la década hiciesen la película se acaba quebrando antes de llegar a la mitad para dar voz a los siete "enanitos" que cuidan al ahora invisible protagonista en el bosque a través de rituales infantiles, historias y una suspensión narrativa del previsible camino inicial.
No sé cómo se contemplará esta obra en las siguientes décadas, servirá para entender su momento cinematográfico aunque sin comprar la historia de redención romántica yo tampoco estoy muy convencido del quiebro que se me ofrece.
Sugerente y necesario como toda buena deriva aunque no sé en qué medida dictado por su coyuntura. Parece más una apuesta militante por una manera de entender el cine y la narración, no desprovista de talento, que una apuesta humana y artística por algo en lo que realmente crees.
Próximo lunes novelas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario