lunes, 20 de enero de 2020

RICHARD JEWELL

Sobre los planos finales de "Richard Jewell" y sobre las lágrimas finales del prodigioso Paul Walter Hauser (que habría hecho las delicias del John Ford de Kentucky) crepitan tanto la colección de héroes en entredicho que ha retratado Eastwood desde "American sniper" en esta década prodigiosa como las lágrimas finales de Jessica Chastain en "Zero dark thirty", enfrentada al sinsentido de su misión, como las arbitrariedades del caso Dreyfus en la última de Polanski, estrenada el mismo día que la de Clint, con la que guarda más de un paralelismo.
El protagonista tiene la misma fe inquebrantable en el sistema, y en este caso más que bobalicona, que el obsesivo Chris Kyle, que el trío que forman Spencer Stone, Anthony Sadler y Alex Skarlatos o que el capitán Chesley Sullenberger. El sistema está para defender a los ciudadanos de peligros humanos ("el otro") o tecnológicos (ese amerizaje de emergencia) pero el sistema se empeña constantemente en manipularlos, utilizarlos, menospreciarlos y cuestionarlos.
Para mí muchísimo mejor que "Mule", por estimable que me resultara, o que cualquier intento que le quede de volver sobre su icónica figura, por no decir "Gran Torino", si bien el corpus de la obra de Eastwood ya es digno de estudio desde "Play Misty for me", su primera película, en los últimos años se está erigiendo en un monumental y afilado retratista de unos USA en constante tensión entre su ideal de seguridad y omnipotencia y el precio que paga el héroe de la calle por servir a esos valores. Su obra, presa de malentendidos clamorosos, tiene el calado de directores como Frank Capra, también presa de muchos malentendidos y sin duda otro de los mejores retratistas de su tiempo y de su sociedad, y tiene la fuerza conceptual que salvo honrosas excepciones solo puede darse desde una película de género. En el pasado por ejemplo quién si no Fritz Lang desde los géneros cinceló como nadie las constantes de las sociedades en las que vivió
"Richard Jewell" puede pecar de algo larga y redundante, algo común en estos años en la carrera del director, pero es también conmovedora y una pieza de primera categoría que más allá del análisis fragmentario de sus partes y todo lo cuestionable que pueda extraerse será materia de estudio en el reciente cine USA y nosotros podremos decir que estábamos allí en el nacimiento de este pequeño gran futuro clásico, inseparable de las constantes y la mirada de su admirable autor y maestro.


2 comentarios:

  1. No sé, yo estoy lejos de entusiasmarme por ella. Creo que Clint es (o al menos quiere ser) un tipo más sencillo de lo que se le interpreta y de verdad que no creo que trate de meter tantos matices como muchas veces se le atribuyen. Yo creo que aquí vuelve a hacer una defensa del individuo (blanco, gordo, cateto, amante de las armas y alérgico a los impuestos, es decir, gente a la que ha apoyado pública y muy claramente y a la que considera atacada por "lo políticamente correcto" y el postureo contemporáneo) en contra del Estado leviatánico que lo oprime. Y lo hace poniendo como villanos a dos espantajos ridículos, como lo era aquel comité de gente con cara de pocos amigos que se atrevía a poner a Sully en entredicho. Me encanta el cine de Clint, tuve muchas dudas sobre no haberle encontrado complejidades y dudas a 'El francotirador', pero vamos... Eso sí, monumento para Paul Walter Hauser.

    ResponderEliminar
  2. Sí, todo hay que decirlo hay una corriente de protesta muy importante en el sentido que apuntas contra la película pero es que junto al resto de películas que lleva en esta década a mi ésta me parece tan emocionante...

    ResponderEliminar