La revisión de este clásico del cine (junto a "Fort apache" y "Murieron con las botas puestas" los westerns más arquetípicos del sábado tarde en televisión) acaba de dinamitar del todo cualquier preferencia, criterio o jerarquía que pudiese quedar en este cinéfilo de a pie.
Uno siempre había preferido "Rio Bravo" a ningún otro western de Hawks, uno siempre había preferido a John Ford en la foto finish. Ahora hay un empate para la eternidad, una ausencia definitiva de certezas de juicio.
El inicio de "Río Rojo" tiene muchísimo que ver con "Centauros del desierto", prefigura muchas de las mejores cosas del inicio de aquella y hay una mirada que Wayne y Ford copiaron de ésta (sin demérito alguno para el tan impresionante como siempre o más clásico fordiano). Pero es revelador pensar en un Howard Hawks lo suficientemente creador como para ser de algún modo seguido por un colega como Ford que parecía el padre mirado por todos que no mirara a ninguno.
Apoteósis del clasicismo perfecto, sin esas líneas de fuga que caracterizaron a los finales de los 50 y que inexplicablemente siempre preferí. Relato paterno-filial con ribetes homófilos que ridiculizan a "Espartaco". Culmen de lo femenino en el cine de Hawks (le bastan dos mujeres-Colleen Gray y Joanne Dru- unos pocos minutos cada una para explicar la mujer en su cine). "Rio Rojo" es una película que conserva y acrecenta con los siglos su primitiva emoción.
Siempre me había gustado, pero no recordaba que éste y no el de "La diligencia" fuera el germen del más sobrenatural de los John Wayne, ni que Montgomery Clift hubiese estado aquí menos Actor's Studio que nunca. Un clásico manido completamente nuevo.
Un western de épica trágica e incluso reminiscencias bíblicas a partir de ese patriarca iluminado, amantísimo y terrible que interpreta Wayne (aquí la clásica exclamación de Ford: "¡no sabía que ese hijo de puta supiera actuar!"). Primero dotada de un arrollador realismo en la conquista de la vía Chisholm, después sumergido en brumas fantasmagóricas para retratar la caza obsesiva protagonizada por el rey descabalgado por su heredero, el padre traicionado por su hijo.
ResponderEliminar'Río Rojo' es uno de los grandes westerns (mi favorito de Hawks, ahí es nada), una película colosal de la que sin embargo siempre me dio muchísima rabia el final. La historia va haciendo que a uno se le caiga la baba esperando el desenlace y... En fin. La dictadura de los tiempos.
A mi no me disgusta el final. Hoy he estado leyendo el libro de Robin Wood sobre Hawks en el que habla de cómo se va desplazando la identificación del espectador de Wayne a Clift y de por qué el final desconcierta tanto y qué se esperaría. Muy interesante. Me encanta que la chica coja el protagonismo y me pregunto si para tan pocos minutos de película se pueden escoger a dos mujeres más fuertes de carácter y hermosas.
ResponderEliminarYo también creo que la influencia de Río rojo en la obra posterior de Ford es muy grande, y que de hecho el famoso comentario sobre John Wayne y la leyenda de que fue ahí donde descubrió que podía ser un buen actor en realidad es un comentario encubridor del impacto que la película le produjo (Wayne había hecho buenas interpretaciones con Ford previamente).
ResponderEliminarYo también me he visto la peli recientemente: la escena en que Joanne Dru recibe el flechazo y el posterior diálogo con M. Clif me parece una de las mejores de la historia del cine.
Ya había visto la película, y me pregunto de tan obvia esa influencia cómo es que no la tenía grabada a fuego. Lo imprevisible de la memoria cinematográfica.
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