martes, 31 de marzo de 2015

NATIONAL GALLERY+INHERENT VICE

¿Qué tienen en común dos obras sublimes tan aparentemente distintas como "National gallery" de Frederick Wiseman e "Inherent vice" de Paul Thomas Anderson?

Procuraré entrar en ellas en los próximos tiempos desde las páginas de "Amanece metrópolis". De momento hacer notar que las dos buscan hacerse jarrón de materia cinematográfica con el barro de otras artes.

Frederick Wiseman mira y es mirado por las salas de la National Gallery londinense, un lugar inagotable (qué insuficientes me parecen las dos ocasiones en las que he estado allí). Y gracias a esa materia prima, a los prodigiosos desafíos a los que debe hacer frente la pintura, descubrimos con magia infinita un sinfín de historias de todo pelaje en tres horas tan agotadoras como intensísimas.

Paul Thomas Anderson va a buscar una película a una novela reciente de Thomas Pynchon. Leída la novela la elección no puede ser más inteligente. Vista la película, el factor elección se revela fundamental y refrescante. Un paso adelante.

Wiseman y Anderson salen del ensimismamiento de la propia genialidad. Ése que hace dar a tantos vueltas sobre si mismo y sobre la nada. Buscan cine fuera de ellos y fuera del propio cine y gracias a eso lo hacen avanzar.

He visto estas dos prodigiosas y alucinantes películas, que seguramente se contarán entre lo mejor de la década, en algo más de 24 horas. Algo que va a ser, muy, pero que muy difícil de olvidar. Y qué mejor momento, inspirado por estas dos maravillas, para oficializar que a partir del 6 de septiembre, y alguna seta no  cinéfila saldrá de tanto en tanto entre domingo y domingo, "El amor después de mediodía" deja de estar íntegramente al cine para abrirse en concreto a la música, la literatura y la pintura.

El domingo 28 de junio se publicará la última entrada acostumbrada y todos los miércoles de verano habrá un extra en forma de programa doble veraniego.

El miércoles 26 de agosto finalmente, una entrada dedicada al cine del escritor Alain Robbe-Grillet servirá como puente para un nuevo enfoque, tan sólo aconsejado por mi personal e intransferible estado de ánimo, al que le es imposible seguir escribiendo desde la monogamia cinéfila, que hubiese imposibilitado la existencia de dos peliculones como los de Wiseman y Anderson y el inmenso y arrollador placer a cabeza y corazón que me han proporcionado ambos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario