jueves, 8 de octubre de 2015

EN LA HABITACIÓN

Como me la ha recordado el querido oyente Ricar2...aquí va...

Publicada en el Cine Club Tourneur el 7 de abril de 2002

Hay que acordarse del pianista de "Eyes wide shut"
para tener una remota idea de quien es este Todd
Field, primerizo director de la sorprendente "En la
habitación", que viene avalada por su estrepitoso
fracaso en los Oscars post-11 de Septiembre.

No sería la primera promesa que se pierde en Hollywood
por un cheque en condiciones para un siguiente
proyecto insalvable, pero esta película anuncia a un
director que puede dar muchísimo de sí en el futuro.

Soberbio ejercicio de poderío cinematográfico. Nos
introducen en unas coordenadas geográficas y
psicológicas que pueden evocar continuamente los
cochambrosos telefilms de sobremesa y últimamente no
de tanta sobremesa, (pueblecito pequeño, injusticia
social, valores morales y reacciones de la gente común
ante la maquinaria burocrática y judicial...olor a
true story...).Pero si conseguimos evadirnos de la
nefasta tradición cultural televisiva, ya la rara
sequedad y la contundencia del bucólico prólogo nos
anuncian que vamos a ver "otra cosa".

Comentar en una extensión razonable esta película-que
no es nada maravillosa, bonita ni ningún adjetivo
gozoso, más bien terrible, desagradable y siniestra
bajo su aparencia de dramón familiar más- es una tarea
dificilísima. Si se mira sólo como asombroso,
resplandeciente y extraordinario ejercicio de "puesta
en escena" no nos la terminamos tampoco, en ese
sentido es una joya.

Desde un primer momento ya nos hace sentir una
violencia, unas molestias, y una extrañeza,
consiguiendo todo esto a partir de la ¿nada?. Eso
parece, de la nada, pero cada escena está rodada sin
histerismos ruidosos, construyendo meticulosamente sin
ninguna prisa cada momento, buscando el procedimiento
que mejor se adapte, pero sin ninguna prisa no porque
sí (con lo que nos daría una película lenta de las de
verdad), construyendo sin prisa porque así se va
cargando la historia de infinitas sugerencias, de la
suficiente información sobre los personajes y sus
reverso, describiendo sus emociones con una rarísima y
potente intensidad.

Nada tiene desperdicio, todo apunte, todo diálogo,por
accidental que parezca tiene una utilidad, encaja.
Pero no se piense, sin prejuicio alguno hacia esas
películas, que se trata de acumular información para
un giro brusco final que va a cortarnos la
respiración. Es "otra cosa". 

Es una película llena de recursos, muy bien movidos
por sus responsables. Hay elipsis tremendas cargadas
de significados, silencios muy bien puestos de un
dramatismo desatado, detalles clave, infinidad de
planos y momentos de una altura cinematográfica
enorme.

Después de un bloque central en el que el dolor, la
incomunicación y destrozos en unas vidas que se las
prometían en teoría muy felices son mostrados de una
forma formidable y efectiva, equiparable en maestría a
la reciente "..." no voy a decirlo, del mismo tema que
ese bloque central, pero intenciones opuestas; le
puede perjudicar un poco su propia aridez de estilo,
en el sentido de no habernos sido desveladas
completamente las claves de los personajes y estar
nosotros a la expectativa inquieta y desesperada por 
llegar a captar todo el sentido de la compleja
película. Nuestra impaciencia se ve castigada con un
sentido de la observación de conductas microscópico, y
lo "peor", los pasajes más emocionantes y tensos (el
coche, la pistola) son resueltos con una dilatación
angustiosa, dosificándose el "quid moral" de la
película de forma torturante para nuestros hambrientos
paladares. No se trata de no saber exactamente lo que 
va a suceder, que lo podemos imaginar, aunque jueguen
un poquito con nosotros y nos den algún que otro rodeo
bastante agradecido. Se trata de perfilar de forma más
completa las oscuras personalidades de los dolidos
protagonistas.

Si ya quisiera ver yo películas tan sabrosas y tan
llenas de amor y confianza por las infinitas
posibilidades de su medio, no menos se echan en falta
planteamientos morales de este tipo. Lejos de lo que
podría imaginarse una pueril e irreponsable película
sobre el "ojo por ojo", En la habitación, es un
tenebroso, muy sutil y despiadado retrato sobre las
miserias de agresores y víctimas. Lejos de
posicionarse, aunque a mi juicio se le va un poco la
mano en su afán de "objetividad" con el equilibrado
retrato final que hace del agresor, la película nos
pone sobre la mesa a lo largo de dos horas diez
minutos que el mundo es así de sorprendentemente
asqueroso , injusto, rebuscado, podrido en distintos
grados, y que aquello que llamamos "normalidad" sólo
es una ilusión que esconde un pozo de otra gama de
secretos oscuros y reversos morales.

Hay tiempo para odiar a los protagonistas, para sufrir
con ellos, para comprenderlos, hasta para olvidarnos
en algún momento de nuestros principios y justificar
la idea básica del último tercio, que un viaje al
pellejo ajeno siempre fortalece las propias
convicciones, por opuestas que sean sólo en teoría. Lo
que no hay son buenos y malos, gente decente y
canallas. Aunque me niego a creer que los teóricos
canallas son más decentes de lo que parecen y los
teóricos decentes son peores que los canallas, como no
sé si me quieren hacer creer al final. Pequeña duda
metódica. Supongo que no. 

La última escena deja a los dos protagonistas ante una
nueva vida. No podremos verla. Sólo tendremos la
oportunidad futura de repetir este episodio, brusco y
lleno de genio como pocos. Merecerá una segunda vez.



2 comentarios:

  1. Estupendo texto, como es habitual. Es esa sensación de extrañeza y morosidad la que deja en la garganta. Recuerdo haber leído a Méndez Leite decir que le parecía a veces un "drama abstracto" o algo así.

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  2. Me cuesta reconocerme en los viejos textos, sobre todo porque ya no me salen tan largos, jeje...

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