Otro mes duro al que hemos sobrevivido. A partir de la semana que viene espero que el retorno de la lectura a la hora del desayuno reactive el mortecino ritmo literario de los últimos dos bellos e intensos meses:
SUBMUNDO: Dos meses he dedicado a la lectura de esta obra compleja, laberíntica, ardua. Se notan a veces demasiado las costuras de "gran novela americana" en su caleidoscópica narración, a veces excesiva en su escupir personajes, bien cerrada y bien ligada siempre. Otras veces se siente la herencia de la gran madre "Manhattan transfer". Pasado el tiempo te resuenan poderosamente muchas de las historias y pasajes de la obra que quizás te estabas leyendo cinco semanas antes. Hoover y su colega Clyde Tolson, Eastwood avant la lettre, el inédito de Eisenstein... A veces no te enteras de nada, a veces la sigues apasionadamente coma a coma, pero nunca te planteas dejarla. Mil páginas de mundos y submundos extraños, mágicos y poderosos. Magnífica.
RESURRECCIÓN: Me sucede con Tolstoi que no le encuentro a lo leído la misma pasmosa regularidad en las nubes, que le encuentro a Dostoievski. "Anna Karenina" es quizás la mejor novela de todos los tiempos (empatada con otras tantas) y "Guerra y paz" es genial, pero el resto de lecturas no veo que se acerquen. Eso no debería confundir las cosas e impedir que se aprecie que "Resurrección" es una novela potente, valiosa, importante. Narra un proceso de conciencia personal y social de un joven que le lleva a Tolstoi a hacer lo que más le gusta, disertar y reflexionar, casi más que contar una historia. En "Resurrección" se encuentra una síntesis de su pensamiento hacia el final de su vida, el estado como opresor de la libertad del individuo, casi como creador y forzador del crimen, el idealismo cristiano...lo que se ha dado en llamar anarquismo cristiano. La narración es casi esquelética y está delirantemente dilatada, pero es justamente eso, quien leyó "Guerra y paz" sabe qué es lo que verdaderamente le priva al bueno de León.CUENTOS COMPLETOS: John Cheever fue un afilado analista del american way of life de postguerra y de las soledades, vacíos e incomunicaciones en las lustrosas urbanizaciones con dos hijos, colegio de los niños y fiestas con abundante alcohol. Sinceramente leído una treintena de cuentos del tirón se me empiezan a hacer un tanto largos, aburridos y repetitivos y dejo de lado la segunda treintena para no llegar a detestarlo. Ya volveré a ella (o no), aunque sólo sea para leerme la celebérrima "El nadador" porque ni de lejos todos los cuentos son tan estupendísimos y perfectos como "La monstruosa radio". Tengo por aquí un volumen de Dorothy Parker que no sé si pecará de algo parecido. (En junio de 2018 me leo la efectivamente soberbia "El nadador" y alguno más pero efectivamente mi aburrimiento es parecido. Me parece improbable que persevere).
EL MAESTRO DE PETERSBURGO: Atractiva novela basada en un episodio inventado de la vida de Dostoievski que supuestamente le inspira "Demonios". La obra es un hermoso complemento, perla de homenaje o bonito y valioso fetiche de la obra del ruso. Uno se siente como en casa leyéndola, si acaso se pierde Coetzee en algunos excesos de lírica sensorial un tanto cursis y vulgares que si "el palpitar de la carne", que si "el sabor a hiel". Esos excesos se repiten más de lo necesario, pero la obra resulta inevitablemente simpática y lograda.
Próximamente: Fontane, Balzac, Collins, Kafka, Faulkner, Pynchon y Philip Roth, no sé en qué orden ni mezclado con quién.
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