sábado, 1 de abril de 2017

NOVELAS MARZO 2017


1984: Magnífica novela, un tanto obvia en sus alusiones, más dirigidas hacia los totalitarismos comunista o nazi que hacia las interpretaciones que hacemos hoy en día respecto al comportamiento de los regímenes capitalistas, anticipa mucho de lo que estamos viviendo (sobre todo lo referido a la corrección política del lenguaje y cómo altera realidades) pero me parece que no era su intención. Pone su carne en el asador del análisis del sistema pero funciona como literatura de primera clase. Y termina divinamente antes de empañarse con un epílogo farragoso digno de Tolstoi. Si es que no pocas veces he hablado mal de los epílogos.



HOMENAJE A CATALUÑA: En cambio esta obra me ha gustado algo menos, sin dejar de fascinarme pensando que fue cierta y que en esos tiempos Orwell ante su indignación frente a Franco, no pudiendo tuitear ni firmar peticiones en change.org no tuvo más remedio que coger un fusil. No es que sea una solución que añore pero no deja de impresionar a un lector del año 2017. Obra interesantísima allá donde las haya pero a uno le acaba pareciendo que precisamente la Realidad, y la Verdad, son las mayores enemigas de la Literatura.



MANON LESCAUT: Maravillado frente a la frenética ópera de Puccini no ha podido ser mayor mi chasco frente a su origen literario. Una novela del abad Prevost que a mi personalmente me resulta aburrida, sin chispa y con un punto moralista molesto nada que ver con el arrebato romántico del compositor italiano y sus libretistas que ése sí que funcionaba como debía. En fin, aún me queda la ópera de Massenet pero se demuestra que cualquier material de partida es susceptible de notable mejora y al mismo tiempo, cabe reconocer claro, sin él no existirían los materiales mejorados.





MADAME BOVARY: Relectura más de 20 años después de haberla descubierto en el hermoso pueblecito tarraconense de Prades, que bien podría ser un Yonville, mirando como mínimo el número de habitantes de Ry, el pueblecito en el que parece ser que Flaubert se inspiró. Qué decir. Obra maestra era antes y obra maestra sigue siendo años después. Mira que no soy yo mucho de su adorada "La educación sentimental" y me divierte el derroche presupuestario en vocabulario y ornamentación de "Salambó", pero la Bovary es otra cosa. Una de las catedrales de la novela, un deslumbrante prodigio. Es curioso que la infidelidad femenina haya cundido tanto, siempre desde esa perspectiva terriblemente moralista de los hombres en la que las mujeres solo encuentran insatisfacción y muerte en sus aventuras. Pero qué demonios tanta necesaria lucidez se requiere para ver eso como para ver el magisterio retratista de milagros como éste o "Anna Karenina".


Páginas olvidadas...Milan Vargas



THOMAS LIGOTTI:Algunos llaman a Thomas Ligotti “el secreto mejor guardado del principio del siglo XXI”… habiéndole leído no me parece ninguna exageración.

El día en que por accidente llegué a comprar “Noctuario”, aconsejado por mi pareja (que tuvo una relampagueante intuición), fue una revelación. De la misma manera que al abrir un libro carcomido por el moho y olvidado en un pabellón al borde una piscina descubrí a Jean Ray y “El Gran Nocturno”.
Por suerte en el caso de Ligotti no tengo la misma sensación de olvido inmerecido…más bien de notoriedad injustificablemente escasa.

Para concretar en lo que destaca el autor compartiré un análisis del cual no tengo la autoría :
En cualquier cuento de Terror el autor suele deslizar poco a poco detalles que descuelgan los acontecimientos de lo prosaico y cotidiano hacia lo irreal y aterrador. La progresión además de graduar la tensión para una mayor eficacia narrativa, permite hacer “aceptar” al lector los elementos irreales de manera que habiéndolos digerido “se los cree”. Edgar Allan Poe es un excelente ejemplo de este modo narrativo.

Lovecraft rompió el molde arrancado el velo sobre el horror, haciéndolo más visible, más crudo y ofreciendo una explicación cósmica que en vez de despejar el temor, le da una perspectiva más angustiosa. La de un universo hostil, y de esperanzas más bien tenues y perecederas.

Ligotti no escoge ninguno de los caminos y tira por la calle de en medio : ofrece relatos inquietantes en realidades ya de por si enfermizas. No ofrece muchas explicaciones, a veces como Machen las sugiere. El resultado es sobrecogedor.

Ligotti tiene una gran versatilidad de técnica narrativa que lo hace poco previsible, tampoco lo es el núcleo de sus relatos. Es capaz de ofrecer historias a lo Kafka o Borges donde la realidad se tuerce y el absurdo en sí mismo es el elemento de terror (“El gestor de la ciudad”). Otras historias son dignas del silencio de los corderos aderezados con fantasmas (“Conversaciones en una lengua muerta”). Bucea en la nigromancia en “la voz en los huesos”, u ofrece un potentísimo relato (que podría dar una trilogía si hubiera querido el escritor) de mesías descarrilado en un mundo post-apocalíptico en “El Tsalal”.

Por raro que pueda parecer más de un relato contiene entre tanta negrura una fuerte dosis de humor y de autoderisión. Los prólogos no sobran para los amantes de disertaciones filosóficas inquietantes.

Ninguno de los relatos del autor tiene desperdicio. Por lo tanto si he destacado algunos es más por su valor de ejemplo ; los no citados son igualmente dignos de leer.



MICHAEL MOORCOCK: Moorcock es sin duda un autor rompedor. Cuando la espada y brujería solía proponer al lector bárbaros músculos y valientes caballeros, llegó el británico para cargarse más de un molde.

En primer lugar los héroes de Moorcock suelen estar malditos como personajes de tragedia griega y si no son tullidos suelen al menos tener algún que otra afección genética que tiene que compensar. Por ejemplo Elric es un príncipe albino maldito último de su linaje, divorciado con los valores depredadores de su pueblo y obligado a una nefasta simbiosis con una espada demoníaca del cual no se sabe quién es el dueño y quien es el instrumento.

En segundo lugar “se acabó el bien y el mal”. Los protagonistas tienen una causa pero se ven obligados a tomar partido en la partida de ajedrez que se libran los dioses entre ellos para la supremacía sobre el universo. Ninguna de las deidades se puede considerar benevolente. Como mucho algunas son un poco más amables ; sin dejar de ser despiadadas. En eso sus relatos suelen llegar más al lector de esta primera mitad del siglo XXI en un mundo mucho menos sujeto al manicheismo que lo que fue el de la guerra fría.

En tercer lugar, al igual que Howard, Moorcock propone un mundo coherente. De hecho va mucho más allá con su concepto de multiverso (inspirado en los avances de la física moderna de la quántica y la relatividad). Para Moorcock la realidad está compuesta no de un universo sino de multiverso, galaxia de universos proponiendo versiones alternativas de los acontecimientos e incluso un concepto más relativo de la identidad. De vez en cuando los protagonistas de Moorcock toman conciencia de que su “Yo” es más plural que lo que pensaban.

El ciclo de Elric y el de Corum son los más destacables. Los relatos son muy buenos y amenos. El estilo es un poco más irregular pero suele progresar a medida que el autor encontró su tono.





2 comentarios:

  1. Si es cierto que el cine mayoritario tiene su fuente en la narrativa del siglo XIX, las novelas de Flaubert resumen, de forma no estrictamente cronológica, la historia del cine: "Madame Bovary" representa el melodrama burgués en su momento de clasicismo, la dialéctica de la realidad y el deseo; "Salambó", la huida romántica hacia mundos lejanos en el tiempo y el espacio; "La educación sentimental", la modernidad, el fin del tiempo de los héroes, el aburrimiento como espejo más fiel de la realidad.
    "Bouvard y Pécuchet", que no he leído, marcaría el momento del cinismo, anticipándose a la frase de Chabrol de que la inteligencia, que siempre tiene límites, es un motivo menos interesante que la estupidez, que es infinita.
    Saludos

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  2. Mientras leía "Salambó" pensaba en la "Cleopatra" de Mankiewicz, no por lo que cuenta sino por cómo en cada encuadre de ese film se desborda el lujo visual a borbotones donde Flaubert desborda los adjetivos y el vocabulario preciso sobre todo. El no acabar de entrar en "La educación sentimental" podría estar explicado por tu paralelismo pues en el lector/espectador siempre hay un pequeño punto de resistencia a la Modernidad, que a veces se vence fácilmente y a veces no. "Bouvard y Pécuchet" es sin duda una próxima parada en este escritor que sí es verdad que puede resumir en una sola obra un siglo entero merece la mayor de las atenciones.

    Saludos

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