Frank Tashlin era una asignatura pendiente de este blog, que ya había revisitado el cine dirigido por Jerry Lewis. Tashlin, mentor y/o colega del cómico es un director magnífico, a la par, y su película funciona quizás en una línea más clásica y menos vanguardista.
Jerry Lewis hace su número habitual pero eso importa poco o nada. La película está a su servicio y funciona por ella misma a la vez, es difícil de explicar porque se la podría recomendar a un detractor de las gesticulaciones de Lewis perfectamente.
Es una comedia hija de uno de los grandes ejes vertebrales del género. El amor hace saltar todos los límites de la verosimilitud, como en su contemporánea "Irma la dulce". La escena más fascinante no es un gag sino cuando Jill St.John acaba de glosar a su madre las virtudes de su prometido por teléfono para acto seguido ir a ver cómo duerme en su cama en una postura ridícula y emitiendo unos sonidos grotescos, cerrándose la escena con una sonrisa de la chica.
Esa escena define el género, que no ha sido nunca más que un comentario cinético y visual sobre la vida y el amor. No en vano, también en unos grandes almacenes, poco tiempo después Hawks lo explicó de otra manera en "Su juego favorito", situando su perspectiva en el nacimiento del amor, un episodio que Tashlin obvia y del que Hawks es capaz de hacer una película entera.
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