lunes, 25 de marzo de 2019

UN DIVAN À NEW YORK

Me parece una película muy valiente en cuanto a que no tiene gran cosa que ganar y mucho que perder. Raramente los más acérrimos de Chantal Akerman la pondrán en un altar, con razón seguramente, y el seguidor de las coordenadas de la comedia romántica, que abraza sin rubor y sin un especial espíritu de subversión, seguramente tampoco la tenga en sus oraciones. Aún así, prescindiendo de quién la dirige y de lo insólito que resulta que lo haga, a mi me parece un muy buen trabajo, siendo lo que es, con una preciosa escena final que podría haber dirigido un Lubitsch. William Hurt y Juliette Binoche creo que están en su salsa y en sus mínimos, austero él pizpireta ella. Él, tan parisino, volvería a ser dirigido años después por una francesa Sandrine Bonnaire. Pueden encontrarse seguramente conexiones con el cine de Akerman y dan ganas de revisar pelis algo olvidadas en mi memoria como "Noche y día", ¡ese magnífico tratamiento de los espacios!, pero creo que no procede ni una especial sobrevaloración ni el menosprecio de turno a la peli de género con actores populares.



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