viernes, 10 de abril de 2020

LA FLOR

Algo me lo he pensado antes de lanzarme a ver "La flor", ya que uno lleva mal no cambiar de tercio, director, época y país con mayor frecuencia, de ahí que nunca vea series, y se me hace un mundo pensar que su visionado se me haga eterno. Y me ha costado algo convencerme, mientras la veía, de que había acertado pero el primer episodio me deja ciertamente convencido, en lo alto del entusiasmo y finalizado abruptamente además, para más quedarse con las ganas,como uno de los cuatro pétalos de la flor.

El segundo aún me gusta más si cabe, un musical con un tono turbio y personalísimo, cuya mayor posible comparación, hecha solo para entendernos no para acusar a nadie de nada, sería "Quien te cantará". Este segundo episodio tiene momentazos de un virtuosismo y de una emoción narrativa que dejan las espadas en todo lo alto.





Algo más de cinco horas dura el tercer episodio  y ya llevamos ocho horas y tres cuartos de una película de una ambición, de una envergadura y de una importancia imposibles de negar.

Solo este tercer episodio ya se bastaría para enorgullecerse entre las obras claves del siglo, al anterior siglo dejémoslo en paz, que es otro cantar al que volver fielmente sin controversias.

Recapitulo, el primer episodio me fue ganando con el minutaje a modo de calentamiento, el segundo me emocionó desde el principio y éste...cómo lo diría, no me provoca el enganche y el frenesí que les provoca a muchos de mis queridos colegas y compañeros de visionado virtual o en salas elegidas, me quedo un poco perdido sin saber qué pensar en la primera hora introductoria de la situación. Cuando sale Llinás y cuenta cómo van a ser las cuatro horas que faltan (correspondientes a su vez a cuatro historias) y dónde se van a ambientar no puedo menos que admirar la precisión y hermosura de la arquitectura prometida.

La primera historia, entre Londres y Berlin empieza a afianzar las señas de identidad de este film de espías extremadamente sobrio en su tono, punteado por una voz en off de una prodigiosa musicalidad y literatura.

Con la segunda historia en América del Sur me empiezo a dar cuenta no de que mi interés vaya in crescendo sino de que está sucediendo que de no conocer el norte del film y no saber a dónde voy, de contemplarlo muy de cerca sin poder ver sus dimensiones, su estructura y su valor, con el paso de las horas, y ya llevo entonces más de tres, mi mirada se va alejando del "objeto" y comienzo a percibir la fastuosa estructura y la perfección de la ejecución, que cumple lo que promete.

Llega la tercera parte, alrededor del mundo, la de la historia de amor de los asesinos, y creo que ahí podemos coincidir en que es un momento cumbre de las catorce horas y se cierra entre Moscú y Siberia sin perder comba de inspiración y recursos inagotables.

Yo creo que esta película o trozo de película mayor es una demostración palmaria de que sí, te puedes ir cuando quieras de una peli o de un libro,evidentísimo que sí puedes, pero corre el riesgo de perderte el conocimiento real de aquello que abandonas y corre el riesgo de perderte su momento cumbre, aquí para mi tarda tres horas y media en llegar. Claro está, hablo de obras de categoría, abandonar estupideces es una directriz de pura salud mental. Solo cinco horas te dan una perspectiva fiel y exacta del verdadero pulso y respiración de este colosal milagro, que mentalmente necesito unir con el resto de esta grandísima experiencia que está resultando "La flor".







La tercera parte es sin duda la más difícil de analizar, de encajar y seguramente de aceptar.

El cuarto episodio, de algo más de tres horas, es un ejercicio metacinematográfico que tiene elementos divertidos y emotivos y que resulta un homenaje a las actrices de la película con buenos momentos visuales y literarios que incorporar a la antología de película pero que me resulta a todas luces excesivo, más en su dilatación que en su dispersión.

El quinto episodio es una versión de "Une partie de campagne", relato de Maupassant y película de Renoir, me resulta muy bello pero su carácter mudo y su fragmento experimental jugando con la banda de sonido original me resultan completamente gratuito en intenciones y resultados, aunque seguro que se puede hacer una exégesis fascinante.

El sexto, ese western de películas caseras e intertítulos floridos es con diferencia el que menos me ha dicho en su incapacidad de apelar ni a la pureza de Griffith ni a Mekas, si es que pretendía algo de ese pelaje.

Acepto la ambición del cuarto, aprecio el esqueleto del quinto aunque se traicione a si mismo siendo por primera vez pretencioso y el sexto me parece una manera torpe de acabar quitándose la película de encima. No en vano Llinás aparece y se despide después del cuarto.

Me ha defraudado bastante en mis ganas de encontrar una visión de conjunto estimulante aunque resulta imposible no agradecer las horas de gran cine pasadas.






2 comentarios:

  1. Hoola

    http://www.otroscineseuropa.com/podcast-4-6-preguntas-al-extraordinario-mariano-llinas/

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  2. Se explica muy bien Llinás, cuando aparece en la peli es capaz de motivar y dar pie a las imágenes como un director de orquesta.

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