lunes, 16 de mayo de 2011

MEDIANOCHE EN PARÍS

Y llegó el día de Woody Allen, como llega San Juan, Navidad o el propio cumpleaños. Momentos con los que uno tiene una relación fluctuante a lo largo de los años, pero que ahí siguen, repitiéndose a lo largo del tiempo.


"Medianoche en París" es otra de sus postales-franquicia y comienza de una manera irrebatible e irrechazable para los que estamos locos por París. Respecto al mito de París no cuenta nada que no contara más afiladamente en "Todos dicen I love you", pero continua mostrando en ello una filosofía de la vida tan obvia como profundamente sabia, de Woody siempre ha sido admirable que se haya dado cuenta que lo más sabio es a la vez lo más obvio, lo más sencillo. Y es difícil encontrar la película donde no haya una nota a pie de página llena de esa inteligencia emocional, "tomé una decisión equivocada, pero fue una decisión de verdad", dicen.

Lo mejor de la película es su estructura narrativa, bien definida, ingeniosa, excelente y cristalina. Lo más discutible es cómo la rellena. La película, que es muy bonita y muy agradable, pierde fuelle al no volver a conseguir el milagro de "La rosa púrpura de El Cairo", en la que convertía en divertidísimos a los personajes de su mundo fantástico. Aquí esos personajes de ese mundo paralelo le quedan muy monigotes sentenciosos, y eso la película lo acusa en algunos segmentos.


Lo más increíble es lo bellísimas que salen sus actrices, los tres personajes femeninos centrales y un par de adyacentes que me vienen a la mente. Será porque estamos acostumbrados a otra mirada y a otro modelo. Lo más divertido es el chiste sobre Buñuel, otra obviedad que habíamos pensado tantas veces pero que le queda graciosísima, el mejor chiste de la película, con perdón de los comentarios indirectos sobre el Tea Party.


Esta vez no me ha emocionado, porque no me identifico en absoluto con su protagonista, pero me ha dejado un renovado cuerpo y una mejor sonrisa. Uno adora París, pero también Roma. Pues nada, allí nos veremos.

2 comentarios:

  1. Buen texto, Sergio, además yo sé que a ti te ponen cualquier postal donde salgan los Campos de marte, y te pones cachondo.

    Saludos

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  2. A mi esas escapadas a medianoche con el paris fou de los bohemios y los artistas, es que me volvian loco, la representación (hasta Belmonte, el torero) de esas fiestas parisinas donde igual te pisaba Fitzgerald, que escuchabas cantar a Porter me encantó, y hasta me sedujo. Está claro, como dices al principio que no deja de ser otra postal, pero divertida, y yo ya no aspiro a más con este hombre, que me siga manteniendo la sonrisa, (Coincido con la gracia del chiste buñueliano). ¿El ceniciento? Hombre , imagino que ira buscando hasta encontrar un sosia que de la talla, porque lo que está claro es que no va a poner a Larry David y su perpetuo cabreo en todas sus producciones :-))))

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