Es una cuestión de coherencia. En lugar de aparecer de debajo de cualquier piedra cada vez que se habla del verano, de Bergman, del cine o de todo junto para decir lo maravillosa que es esta película, mejor dedicarle unas líneas.
Vista por segunda vez. Nunca he visto en el cine un verano tan desarmantemente hermoso, sensual, suave, acariciante, recordemos el nombre de Gunnar Fischer.
La película cuenta nada más y nada menos que un simple amor de verano de los de toda la vida. Pero cuenta el enamoramiento con una dulzura, con una sencillez, con una simpatía, con una enamorante y desarmante lujuria como yo no lo había visto nunca en el cine.
Y sí. Esta contada desde la oscuridad, desde la tristeza. Y sí, la vida también es lo que cuenta. Y es horrible y es deprimente, y no hay derecho. Pero Bergman toma la única opción que un ser humano sano, inteligente y sensible puede tomar si decide coger una cámara. Ella, Maj-Britt Nilsson, maravillosa con un físico muy bonito y muy peculiar, se desmaquilla, derriba las barreras con el mundo y sigue bailando.
Concluyo alto y claro. Estoy enamorado de "Juegos de verano". Ya no es que me sirva para ilustrar lo que llevo años diciendo del Bergman depresivo estereotipado, eso da bastante igual en el fondo y voy a dejar de decirlo, que lo diga el sueco mismo desde sus películas. Es que es un film precioso que me recuerda por qué estoy tan contento de estar vivo y que me recuerda qué placer y qué lujo que el cine multiplique en paralelo nuestras vidas y nuestras más sensuales, hedonistas y amantísimas experiencias. Sin renunciar a decir la verdad. Pero toda la verdad, para mal, que es lo que se lleva en el páramo de la supuesta inteligencia y lucidez, y también para bien. Para muy bien.
Suscribo lo del enamoramiento de "Juegos de verano" (aunque mi relación con el verano sea de pavor y odio declarado): ayuda, además, como sano antibiótico. De todas formas, prefiero el verano con Monika (aunque, este sí, sea más negro y el juego sea bastante cruel).
ResponderEliminarConcluyendo: con o sin verano, Bergman enamora siempre.
Abrazos,
Rafa.
Mi debilidad es mi debilidad, pero aclaro que sin menoscabo alguno para Monika, jaja. De hecho quiero verla pronto una vez más.
ResponderEliminarAbrazos
Sergio